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Edicion, 2001
Editorial: Anagrama
Páginas: 105
Esta novela de Maxence Fermine fue publicada en 1999.
A finales del siglo XIX, el joven poeta japonés Yuko se ejercita en el arte del haiku. Para perfeccionarse, decide viajar al sur del país al encuentro de Soseki, un anciano pintor que se ha quedado ciego. En esta relación hecha de respeto, de silencio y de signos, la imagen obsesiva de una mujer desaparecida entre las nieves reunirá a los dos hombres. Una fábula intemporal, que habla al lector de vida y de poesía, de amor y de muerte.
LEIDO por.... Andrés:Teniendo pendiente la lectura de Opio, me pareció una buena idea leer, mientras la librería nos conseguía el libro, la primera novela de Fermine, y ahora, una vez leido, no se si ha sido tan buena idea, porque como no remonte....
Me ha parecido un cuento insustancial, muy suave, muy blanco, muy poético, pero sin sustancia. Menos mal que es muy corto, lo cual hay que agradecer al autor.
Claro, que cuando leo la contraportada, donde dice:
Para mi cachico he seleccionado un pequeño chiste surrealista, casi de lo único que me ha gustado.
Mi cachico:
“El método de enseñanza del maestro no se parecía a ningún otro.
La primera mañana de clase, junto al río aún bañado por el alba, pidió a Yuko que cerrase los ojos y se imaginase el color.
-El color no está fuera. Está en tu interior. Sólo la luz está fuera -dijo-. ¿Qué ves?
-Nada. Con los ojos cerrados, lo veo todo negro. ¿Usted no?
-No -contestó Soseki-. Veo también el azul de las ranas y el amarillo del cielo. Así pues, ¿quien de los dos está más ciego?
Yuko hubiera querido decir que el cielo no era amarillo ni las ranas azules, pero se abstuvo de hacer el menor comentario. Tal vez el anciano se hubiera vuelto loco. O aquello fuera pura senilidad. No quiso decepcionarlo.
-Maestro -dijo-, empiezo a ver.
-¿Qué ves?
-Veo el rojo de los árboles.
-Tonto -contestó Soseki-. Eso no puede ser. Aquí no hay árboles”
- “¡Me enloquece este cuento!”
- “Un relato hermoso”
- “Bellísimo relato de iniciación”
- “Una delicada historia de arte”
- “Una fábula ligera y etérea como un haiku”
Para mi cachico he seleccionado un pequeño chiste surrealista, casi de lo único que me ha gustado.
Mi cachico:
“El método de enseñanza del maestro no se parecía a ningún otro.
La primera mañana de clase, junto al río aún bañado por el alba, pidió a Yuko que cerrase los ojos y se imaginase el color.
-El color no está fuera. Está en tu interior. Sólo la luz está fuera -dijo-. ¿Qué ves?
-Nada. Con los ojos cerrados, lo veo todo negro. ¿Usted no?
-No -contestó Soseki-. Veo también el azul de las ranas y el amarillo del cielo. Así pues, ¿quien de los dos está más ciego?
Yuko hubiera querido decir que el cielo no era amarillo ni las ranas azules, pero se abstuvo de hacer el menor comentario. Tal vez el anciano se hubiera vuelto loco. O aquello fuera pura senilidad. No quiso decepcionarlo.
-Maestro -dijo-, empiezo a ver.
-¿Qué ves?
-Veo el rojo de los árboles.
-Tonto -contestó Soseki-. Eso no puede ser. Aquí no hay árboles”
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