
Páginas:
207
Esta
novela, la tercera de la primera serie de los Episodios Nacionales,
la publicó Benito Pérez Galdós en 1873
En
las dos novelas anteriores Galdós había concentrado su atención en
un único acontecimiento histórico, y sorprende que en ésta se
recojan conjuntamente dos sucesos tan relevantes como el motín de
Aranjuez (19 de marzo de 1808) y el levantamiento de Madrid contra
los invasores franceses (2 de mayo de 1808).
El narrador, Gabriel de Araceli, continuará
viviendo sorprendentes aventuras en Aranjuez y Madrid. A veces
testigo, a veces participante en primera línea, este personaje sigue
buscando su lugar en la inquieta e inestable sociedad de su tiempo.
Dispuesto a acompañar a su novia Inés por todas partes, el joven
protagonista se alarma mucho ante la aparición de los deshonestos
hermanos Requejo.
Comienza
así:
“En
marzo de 1808, y cuando habían transcurrido cuatro meses desde que
empecé a trabajar en el oficio de cajista, ya componía con mediana
destreza, y ganaba tres reales por ciento de líneas en la imprenta
del Diario
de Madrid.”
LEIDO por....
Andrés:
Vuelve
la acción y la guerra en esta novela, para despertarnos de la
somnolencia de la anterior. Y una vez más, sobre todo en la segunda
parte, participamos de la lucha heroica de los madrileños.
Godoy, por Goya
El
motín de Aranjuez. Caída y prisión de Godoy
Grabado
del Patrimonio Nacional
Nuestras
preferencias por ser funcionarios nos viene de lejos: “vino
a mi mente una idea salvadora, la que desde aquellos tiempos
principiaba a ser norte de la mitad, de la mayor parte de los
españoles, es decir, de todos aquellos que no eran mayorazgos ni se
sentían inclinados al claustro; la idea de adquirir una plaza en la
administración”
El
dos de mayo o La carga de los mamelucos, de Goya
También
se adelanta a los escaladores: “alpargata,
ese pie de gato”
El humor, una
vez más, merece ser reseñado:
- “la amenazadora lectura del poema, y firme en su propósito, desenvainó el manuscrito homicida”
- “tenía en su cráneo entre un lobanillo y un chichón, la protuberancia (¿cómo lo diré…?) la protuberancia de la tenientividad”entre uno y otro nos descerrajaron la cabeza con media docena de sonetos y otros proyectiles fundidos en sus cerebros”
- “se subía al entresuelo por una escalera que presumo fue construida por algún sapientísimo maestro de gimnasia, pues no pueden ustedes figurarse las contorsiones, los dobleces, las planchas, las mil torturas a que tenía que someterse para subirla el frágil barro de nuestro cuerpo”
Defensa del Parque de Artillería de Monteleón, de Sorolla
Las
descripciones de Galdós, son asombrosas. De manera concisa, con
humor, nos radiografía a los personajes:
- “Los dos lados de aquel hombre eran dos lados izquierdos, es decir, que todo él era torpe, inepto, vacilante, inhábil, pesado, brusco, embarazoso. No sé si me explico. Parecía que le estorbaban sus propias manos: al verle mirar de un lado para otro, creeríase que buscaba un rincón donde arrojar aquellos miembros inútiles, cubiertos con guantes sin medida, que quitaban la sensibilidad a los oprimidos dedos, hasta el punto de que su dueño no los conocía por suyos”
- “Alta y flaca, con esa tez impasible y uniforme que parece un forro, de manos largas y feas, a quien el continuo escurrirse por entre telas había dado cierta flexibilidad; de pelo escaso, y tan lustrosamente aplastado sobre el casco, que más parecía pintura que cabello; con su nariz encarnadita y algo granulenta”
- “hombre pequeño de cuerpo, si bien de alma grande”
Los fusilamientos del tres de mayo, de Goya
mentecato
ganso
pitiminí
Mi
cachico:
“Y al ver esto
sentí un estruendo horroroso, después un zumbido dentro de la
cabeza y un hervidero en todo el cuerpo; después un calor intenso,
seguido de penetrante frío; después una sensación inexplicable,
como si algo rozara por toda mi epidermis; después un vapor dentro
del pecho, que subía invadiendo mi cabeza; después una debilidad
incomprensible que me hacía el efecto de quedarme sin piernas;
después una palpitación vivísima en el corazón; después un
súbito detenimiento en el latido de esta víscera; después la
pérdida de toda sensación en el cuerpo, y en el busto, y en el
cuello, y en la boca; después la inconsciencia de tener cabeza, la
absoluta reconcentración de todo yo en mi pensamiento; después unas
como ondulaciones concéntricas en mi cerebro, parecidas a las que
forma una piedra cayendo al mar; después un chisporroteo colosal que
difundía por espacios mayores que cielo y tierra juntos la imagen de
Inés en doscientos mil millones de luces; después oscuridad
profunda, misteriosamente asociada a un agudísimo dolor en las
sienes; después un vago reposo, una extinción rápida, un olvido
creciente e invasor, y por último nada, absolutamente nada.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario