miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL SUEÑO DEL CELTA de Mario Vargas Llosa

1ª Edicion, 2010
Editorial: Alfaguara
Páginas: 464

Esta novela de Mario Vargas Llosa fue publicada en el 2+ntura que narra esta novela empieza en el Congo en 1903 y termina en una cárcel de Londres, una mañana de 1916. Aquí se cuenta la peripecia vital de un hombre de leyenda: el irlandés Roger Casement. Héroe, villano, traidor y libertario, moral e inmoral, su figura múltiple se apaga y renace tras su muerte.

Casement fue uno de los primeros europeos en denunciar los horrores del colonialismo con argumentos. De sus viajes al Congo Belga y a la Amazonía peruana quedaron dos informes memorables que conmocionaron a la sociedad de su tiempo, pues tras ellos se revelaba una verdad dolorosa: no era la barbarie africana ni la amazónica la que volvía bárbaros a los civilizados europeos; eran ellos, en nombre del comercio, la civilización y el cristianismo, quienes cometían los actos más bárbaros.

LEIDO por.... Andrés:

La concesión del premio Nobel me ha llevado a acercarme otra vez, y seguro que no la ùltima, a la literatura de este magnífico escritor.

¡Que bien escribe Vargas Llosa!. ¡Como maneja el tiempo de la narración!. Empieza en la actualidad y viajamos al pasado, damos saltos temporales, atrás, adelante, embebiéndonos en la historia. Sin darnos cuenta, damos un paseo por atrocidades que parecen ficción, manos, pies y orejas cortadas, niños ahogados con las manos, esclavitud, etc., “¿no había pues límites para el sufrimiento de los seres humanos”, pero que la historia y las fotos nos demuestran que fue una realidad.

Manos cortadas en el Congo

Mujer condenada a muerte en la Amazonia


La novela consiste en un viaje en el tiempo del mismo Roger Casement, que desde la celda en que espera el indulto que puede salvarle la vida, pendiente de una sentencia de muerte por traidor, rememora toda su vida, fundamentalmente su estancia en el Congo, la Amazonia de Perú y su estancia en Alemania mientras prepara a la Brigada Irlandesa; su viaje de héroe a villano para los ingleses y, para su desesperación, para muchos de sus “compatriotas”, los irlandeses. Intentando lograr el «sueño del celta», la independencia de Irlanda, quedó como un traidor para muchos de sus compatriotas irlandeses, que tardaron muchos años en “aceptar que un héroe y un mártir no es un prototipo abstracto ni un dechado de perfecciones sino un ser humano, hecho de contradicciones y contrastes, debilidades y grandezas”.

El título lo toma de un poema del mismo Roger Casement: “En el sueño recordó con insistencia que, en septiembre de 1906, antes de partir hacia Santos, escribió un largo poema épico, «El sueño del celta», sobre el pasado mítico de Irlanda”. “Aunque sólo por un brevísimo paréntesis de siete días, el «sueño del celta» se hizo realidad: Irlanda, emancipada del ocupante británico, fue una nación independiente”, él no pudo participar.

Roger Casement detenido el 21 de abril de 1916

Aparte de disfrutar de la lectura, seguro que cumple lo que el mismo Vargas Llosa apunto en su discurso ”Elogio de la lectura y la ficción” pronunciado en la Academia Sueca, en Estocolmo, que “seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos ”, ya que el libro es un tratamiento contra la brutalidad humana.

Mi cachico:

-Se lo voy a decir con toda franqueza, capitán Massard -dijo Casement, sin alzar la voz, muy lentamente-. Esas manos trituradas y esos penes cortados que he visto en el Hospital de Bolobo me parecen un salvajismo inaceptable.

-Lo son, claro que lo son -admitió de inmediato el oficial, con un gesto de disgusto-. Y algo peor que eso, señor cónsul: un desperdicio. Esos hombres mutilados ya no podrán trabajar, o lo harán mal y su rendimiento será mínimo. Con la falta de brazos que padecemos aquí, es un verdadero crimen. Póngame delante a los soldados que cortaron esas manos y esos penes y les rajaré la espalda hasta dejarlos sin sangre en las venas.

….......

-Le voy a explicar lo que pasa y, entonces, lo entenderá -añadió, suspirando, fatigado de antemano por tener que explicar cosas tan obvias como que la Tierra es redonda-. Todo nace de una preocupación muy sencilla -afirmó, manoteando otra vez con más furia contra ese enemigo alado-. La Force Publique no puede derrochar municiones. No podemos permitir que los soldados se gasten las balas que les repartimos monos, culebras y demás animales de porquería que les gusta meterse en la panza a veces crudos. En la instrucción se les enseña que las municiones sólo pueden utilizarse en defensa propia, cuando los oficiales se lo ordenen. Pero a esos negros les cuesta acatar las órdenes, por más chicotazos que reciban. La disposición se dio por eso. ¿Lo comprende, señor cónsul?

-No, no lo comprendo, capitán -dijo Roger-. ¿Qué disposición es ésa?

-Que cada vez que disparen le corten la mano o el pene al que han disparado -explicó el capitán-. Para comprobar que no malgastan las balas cazando. Una manera sensata de evitar el desperdicio de municiones ¿no es cierto?

Volvió a suspirar y a tomar otro trago de brandy. Escupió hacia el vacío.

-Pues no, no fue así -se quejó de inmediato el capitán, enfurecido de nuevo-. Porque estas mierdas encontraron cómo burlarse de la disposición. ¿Adivina usted cómo?

-No se me ocurre -dijo Roger.

Sencillísimo. Cortándoles las manos y los penes a los vivos, para hacernos creer que han disparado contra personas, cuando lo han hecho contra monos, culebras y demás porquerías que se tragan. ¿Comprende ahora por qué hay ahí en el hospital todos esos pobres diablos sin manos y sin pájaros?