jueves, 27 de septiembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie primera: 9. Juan Martín el Empecinado, de Benito Pérez Galdós


Edición: Libro electrónico
Páginas: 206

Esta novela, la novena de la primera serie de los Episodios Nacionales, la publicó Benito Pérez Galdós en 1874

El general Juan Martín Díez el Empecinado es retratado por Galdós como un héroe lleno de humanidad que protagoniza diálogos muy divertidos por su tosco vocabulario, pero es también un hombre valiente, fiero, noble y prudente, que despierta el respeto incluso de sus enemigos.
 
Persona de firmes convicciones liberales, terminó por enfrentarse al propio Fernando VII, al no respetar éste la Constitución de 1812, y fue desterrado a Portugal. Al intentar de nuevo penetrar en España fue capturado, torturado y exhibido en una jaula antes de ser condenado a la horca. Su perseverancia al defender sus ideales ha hecho que “empecinado” signifique hoy en día obstinación y que él sea recordado como uno de los más grandes defensores de la libertad en España.

Comienza así:
 
Anteriormente he contado a ustedes las hazañas de los ejércitos, las luchas de los políticos, la heroica conducta del pueblo dentro de las ciudades; pero esto, con ser tanto, tan vario y no poco interesante, aunque referido por mí, no basta al conocimiento de la gran guerra.

LEÍDO por.... Andrés:

Quizá Galdós, respondiendo a la demanda de Lord Gray: “¿Ha militado usted a las órdenes de algún guerrillero? ¿Conoce usted al Empecinado, a Mina, a Tabuenca, a Porlier? ¿Cómo son? ¿Cómo visten?”, decidió que nosotros también teníamos que conocerlos, por lo menos a uno y decidió presentarnos a Juan Martín, "a quien nombraban el Empecinado por ser tal mote común a los hijos de Castrillo de Duero, lugar dotado de un arroyo de aguas negruzcas, que llamaban pecina”.

Juan Martín, El Empecinado

En este nuevo libro vamos a encontrarnos, además de los consabidos malvados franceses, a guerrilleros buenos y traidores, una marquesa venida a menos y a su hija, al traidor padre, y hasta un niño guerillero.  Toda una amalgama de personajes que nos harán disfrutar una vez más.
 
Galdós nos da ahora lecciones del arte de la guerra irregular, y no malas, por cierto:
  • Pero la guerra de la Independencia, repito, fue la gran escuela del caudillaje, porque en ella se adiestraron hasta lo sumo los españoles en el arte para otros incomprensible de improvisar ejércitos y dominar por más o menos tiempo una comarca; cursaron la ciencia de la insurrección, y las maravillas de entonces las hemos llorado después con lágrimas de sangre.
  • Los guerrilleros constituyen nuestra esencia nacional. Ellos son nuestro cuerpo y nuestra alma, son el espíritu, el genio, la historia de España; ellos son todo, grandeza y miseria, un conjunto informe de cualidades contrarias, la dignidad dispuesta al heroísmo, la crueldad inclinada al pillaje”. “Su principal arma no es el trabuco ni el fusil, es el terreno; sí, el terreno, porque según la facilidad y la ciencia prodigiosa con que los guerrilleros se mueven en él, parece que se modifica a cada paso prestándose a sus maniobras.

 

Y he vuelto a disfrutar con su humor:
  • Ignoro si cometieron los soldados algún desafuero en cosas comprendidas dentro de jurisdicción distinta de la del estómago.” Sobre los desmanes de un saqueo
  • Era un hombre enteramente contrario a la idea que hacía formar de él su apellido; es decir, voluminoso, no menos pesado que un toro”, se llamaba Sardina.
  • los pies calzados con botas monumentales, de cuyo estado no podía formarse idea mientras no desapareciesen las sucesivas capas de fango terciario y cuaternario que en ellas habían depositado el tiempo y el país
  • Los circunstantes veían con alborozo el glotón rechupar del huérfano, y aplaudían en coro diciendo: -¡Cómo traga! ¡La va a dejar en los huesos! Es un fraile dominico que nunca acaba de llenar el buche.
  • En el infierno debe estar el que inventó la otografía, que no sirve más sino para que los estudiantes y los gramáticos se rían de los generales...
  • Puso sobre la mesa una rodaja de plata que solía marcar la hora
  • -Sr. Manco, dispóngase usted para el requieternam
  • pidió permiso para saludarnos un señor Sardina, que más que sardina parece tiburón
  • cuando sopla con fuerza el viento, parece que se oye el ruido de las piedras dando unas contra otras, y las almenas se mueven como dientes de vieja mal seguros en las gastadas encías
 Los desastres de la guerra: Con razón o sin ella, de Goya

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
corazón adamado
despechar (dejar de amamantar)

Palabras recuperadas
tragaldabas

Palabras o expresiones que me han sorprendido:

correr la tuna
balumba

Mi cachico:

Trijueque dio un resoplido, no menos fuerte que el de un mulo y se levantó. ¡Dios mío, qué hombre tan alto! Era un gigante, un coloso, la bestia heroica de la guerra, de fuerte espíritu y fortísimo cuerpo, de musculatura ciclópea, de energía salvaje, de brutal entereza, un pedazo de barro humano, con el cual Dios podía haber hecho el físico de cuatro almas delicadas; era el genio de la guerra en su forma abrupta y primitiva, una montaña animada, el hombre que esgrimió el canto rodado o el hacha de piedra en la época de los primeros odios de la historia; era la batalla personificada, la más exacta expresión humana del golpe brutal que hiende, abolla, rompe, pulveriza y destroza.

Para que fuera más singular y extraño aquel guerrillero, cuya facha no podía mirarse sin espanto, vestía la sotana que llevaba cuando echó las llaves de la parroquia el 3 de Junio en 1808, y de un grueso cinto de cuero sin curtir pendían dos pistolas y el largo sable. Abierta la sotana desde la cintura dejaba ver sus fornidas piernas, cubiertas de un calzón de ante en muy mal uso y los pies calzados con botas monumentales, de cuyo estado no podía formarse idea mientras no desapareciesen las sucesivas capas de fango terciario y cuaternario que en ellas habían depositado el tiempo y el país. Su sombrero era la gorra peluda y estrecha que usan los paletos de Tierra de Madrid, el cual se encajaba sobre el cráneo, adaptado a un pañuelo de color imposible de definir y que le daba varias vueltas de sien a sien

martes, 25 de septiembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie primera: 8. Cádiz, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 191

Esta novela, la octava de la primera serie de los Episodios Nacionales, la publicó Benito Pérez Galdós en 1874

En 1810 los franceses han impuesto su superioridad militar dentro de la península y solamente las ciudades de Cádiz y la Isla de León continúan libres. Por ello la Junta Central convoca en ellas a las Cortes. Este hecho histórico servirá a Pérez Galdós para esbozar en este episodio uno de los conflictos fundamentales de toda su obra: la oposición entre liberales y absolutistas.
 
Además, el autor retoma en Cádiz la trama amorosa entre Gabriel de Araceli e Inés. Gabriel duda, por primera vez, de que Inés lo siga queriendo, porque aparece de manera inesperada un nuevo rival: lord Gray. A este personaje sólo le conmueven las pasiones violentas y descontroladas, encarnando así al héroe maldito del romanticismo.

Comienza así: 
 

En una mañana del mes de Febrero de 1810 tuve que salir de la Isla, donde estaba de guarnición, para ir a Cádiz, obedeciendo a un aviso tan discreto como breve que cierta dama tuvo la bondad de enviarme.

LEIDO por.... Andrés:

Nuestro protagonista vuelve a  su Cadiz, donde “el largo istmo que sirve para que el continente no tenga la desdicha de estar separado de Cádiz“ y donde empezó está primera serie. Aquí nos encontraremos con viejos conocidos, algunos del propio Cadiz como Doña Flora de Cisniega, en cuya casa residió Gabriel, y otros de Madrid como la condesa Amaranta, D. Diego, el conde de Rumblar, “cétera”, “cétera”.

Viviendo los entresijos de una intriga romántica, asistimos a la gestación de la Constitución de 1812, con sus intrigas y luchas, que
Galdós no presenta de manera marginal pero con mucha sorna. Quitando solemnidad a los actos, al mostrárnoslos  a través de las descripciones de otros personajes no principales del acto. Veremos el enfrentamiento entre nuestro portagonista Gabriel:
Un buen muchacho y nada más. Excelente corazón, despejo natural, y aquí paz y después gloria. En punto a posición oficialito del ejército... bien ganado, eso sí... pero ¿qué vale eso? Figura... no mala; conversación, tolerable; nacimiento humildísimo, aunque bien pudieras figurarlo como de los más alcurniados y coruscantes. Valor, no lo negaré; al contrario, creo que lo tienes en alto grado, pero sin brillo ni lucimiento. Literatura, escasa... cortesía, buena...
 y Lord Gray:
Este tenía la más hermosa figura de hombre que he visto en mi vida. Era de alta estatura, con el color blanquísimo pero tostado que abunda en los marinos y viajeros del Norte. El cabello rubio, desordenadamente peinado y suelto según el gusto de la época, le caía en bucles sobre el cuello. Su edad no parecía exceder de treinta o treinta y tres años. Era grave y triste pero sin la pesadez acartonada y tardanza de modales que suelen ser comunes en la gente inglesa. Su rostro estaba bronceado, mejor dicho, dorado por el sol, desde la mitad de la frente hasta el cuello, conservando en la huella del sombrero y en la garganta una blancura como la de la más pura y delicada cera. Esmeradamente limpia de pelo la cara, su barba era como la de una mujer, y sus facciones realzadas por la luz del Mediodía dábanle el aspecto de una hermosa estatua de cincelado oro. Yo he visto en alguna parte un busto del Dios Brahma, que muchos años después me hizo recordar a lord Gray.


 

Aderezado con el humor que caracteriza al autor:
  • -Lo que es por mí... cuando Lombrijón quiera el pasaporte para la secula culorum, se lo daré.
  • parece van pidiendo para la Archicofradía de los Clavos y Sagradas Espinas de Hermanas Siervitas con voto de pobreza
  • Para que nada faltase y fuese Cádiz en tales días compendio de la nacionalidad española, puso allí sus reales hasta la hermandad de pan y piojos, que tanto ha figurado en nuestra historia social, y tanto, tantísimo ha dado que hablar a propios y extranjeros
  • El ayo salió determinando fuertes corrientes atmosféricas con la violencia de sus suspiros.

De todos es conocida la famosa copla:

"Con las bombas que tiran
 los fanfarrones,
hacen las gaditan
tirabuzones"

Galdós pasa a explicárnos su origen:
Ocurrió esto el día de la bomba. ¿Saben ustedes lo que quiero decir? Pues me refiero a un día memorable porque en él cayó sobre Cádiz y junto a la torre de Tavira la primera bomba que arrojaron contra la plaza los franceses. Ha de saberse que aquel proyectil, como los que le siguieron en el mismo mes tuvo la singular gracia de no reventar; así es que lo que venía a producir dolor; llanto y muertes, produjo risas y burlas. Los muchachos sacaron de la bomba el plomo que contenía y se lo repartían llevándolo a todos lados de la ciudad. Entonces usaban las mujeres un peinado en forma de saca-corchos, cuyas ensortijadas guedejas se sostenían con plomo, y de esta moda y de las bombas francesas que proveían a las muchachas de un artículo de tocador, nació el famosísimo cantar
 

Y un poco de historia de la Constitución de Cadiz de 1812:

Juramento de las Cortes de Cádiz en la Iglesia Mayor Parroquial de San Fernando (San Fernando fue denominada hasta el año 1813 como Villa de la Real Isla de León y llamada coloquialmente como La Isla) el 24 de septiembre de 1810.
 
Juramento de las Cortes de Cádiz, de José María Casado del Alisal

A continuación se trasladaron al teatro cómico de la ciudad (más tarde conocido como Real Teatro de Las Cortes) donde se estuvo trabajando sobre la futura constitución hasta el 20 de febrero de 1811, trasladándose posteriormente a Cádiz,

La Constitución española de 1812,1 conocida popularmente como la Pepa, fue promulgada por las Cortes Generales de España, reunidas extraordinariamente en Cádiz, el 19 de marzo de 1812

 
  La promulgación de la Constitución de 1812, de Salvador Viniegra

Palabras recuperadas
chiquilicuatro
de tres al cuarto
aquí paz y después gloria
mercachifle
bolo (Hombre ignorante o de escasa habilidad)
basca

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
preopinante


Mi cachico:

En las mil alternativas y vicisitudes de mi vida, bajé, subí, caí y levanteme; creí tocar con mis manos fatigadas el fondo de aquel mar de la borrascosa desventura, donde transcurrió mi niñez, y fuerzas ignoradas me sacaron de nuevo a la superficie; luché y padecí, deseé la muerte y amé la vida; grandes vaivenes y sacudidas experimenté; pero cuando subía, y bajaba, y luchaba, y vivía, y moría, jamás dejé de percibir aquella luz, encendida ante la desgracia, lejana estrella a quien consideraba como expresión de lo divino y sobrenatural que hay en la existencia. Pero ya la luz se había apagado, y volviendo los ojos en derredor, yo no veía sino espantosas oscuridades. Lo que yo creía perfecto ya no lo era; lo que yo juzgué mío, tampoco era mío, y pensando en esto no cesaba de exclamar:
 
-Mataré a ese condenado lord Gray. Ahora comprendo la satisfacción de matar a un hombre.
 
Turbado por los celos, mi corazón, que hasta entonces había como florecido, despidiendo un sentimiento apacible y contemplativo cual el de la religión, ardía ahora con apasionado centelleo, y lo que había amado, por extraordinaria contradicción más digno de ser amado le parecía. Sentía ansia de destrucción, y mi amor propio, mi orgullo herido clamaban al cielo, haciendo a toda la creación solidaria de mi agravio. Yo creía que el universo entero estaba ofendido, y que cielo y tierra respiraban anhelo de venganza. Crucé varias calles, repitiendo:
 
-Mataré a ese inglés, le mataré.

domingo, 23 de septiembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie primera: 7. Gerona, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 191

Esta novela, la séptima de la primera serie de los Episodios Nacionales,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1874

En Gerona los protagonistas son los civiles, que intentan continuar sus vidas dentro de una ciudad sitiada cuyo gobernador, el general Mariano Álvarez de Castro, está decidido a no rendir bajo ningún concepto.
 
Pero a la fatiga y el desánimo se suma un enemigo igualmente temible: el hambre. La falta de comida obsesiona a los gerundenses y los convierte en enemigos entre sí. En este viaje hacia la pesadilla y la locura, las nauseabundas ratas, amontonadas entre las ruinas y perseguidas por los hambrientos, se convierten en extraños personajes de novela con nombres de figura histórica. Una enorme rata llamada Napoleón asomará codiciosa entre los desperdicios y nadie sabe lo que pasará entonces...

Comienza así:
 
En el invierno de 1809 a 1810 las cosas de España no podían andar peor. Lo de menos era que nos derrotaran en Ocaña a los cuatro meses de la casi indecisa victoria de Talavera: aún había algo más desastroso y lamentable, y era la tormenta de malas pasiones que bramaba en torno a la Junta central.
 

LEÍDO por.... Andrés:

Hubiera sido demasiado trasiego para nuestro protagonista el haberle llevado hasta Gerona para soportar otro asedio, éste más largo aún, así que Galdós recurrió a un antiguo conocido, Andresillo Marijuán, a quien situa en esa ciudad para que sufra los rigores de un largo sitio.

 El Gran dia de Girona, de Cesar Álvarez Dumont

Y si en Zaragoza, donde combatio Gabriel, Galdós puso énfasis en relatarnos la lucha, en esta ocación se centra en la vida de la población, en las penurias y carencias de ésta. Asistimos, así,  a la dureza de la supervivencia para la población civil:
  • los pobres perros, que bastante inteligentes para comprender su próxima suerte, buscaban refugio en lo más recóndito, y aún se atrevían a traspasar la muralla, corriendo a escape hacia el campo francés, donde eran acogidas con aplauso y algazara tales pruebas de nuestra penuria
  • A poco volvieron con una rata tan grande como de aquí a mañana… ¡Qué patas! ¡Qué rabo!
  • —¿Por qué llevas a cuestas el cuerpecito de tu hermano?  —¡Ay! Andrés, me mandaron que lo echara al hoyo que hay en la plaza del Vino; pero no quiero enterrarlo, y lo llevo conmigo. El pobre ya no llora ni chilla.
  • vi en distintas habitaciones hasta una docena de chicos de ocho a doce años, en quienes reconocí a los amigos que acompañaban a Badoret y Manalet en todas sus correrías; pero el estado de aquellos infelices niños era atrozmente lastimoso y desconsolador. Algunos de ellos yacían muertos sobre el suelo, otros se arrastraban por la biblioteca sin poderse tener, uno estaba comiéndose un libro, y otro saboreaba el esparto de una estera

El Sitio de Gerona, de Ferrer Dalmau

Sin dejar de hacer una nueva radiografía de la esencia española:
  • Sucedía en Sevilla una cosa que no sorprenderá a mis lectores, si, como creo, son españoles, y es que allí todos querían mandar
  • Un arma moral esgrimían entonces unos contra otros los políticos menudos, y era el acusarse mutuamente de malversadores de los caudales públicos 
¡No hemos cambiado demasiado!


 El gran dia de Gerona, de Ramón Martí Alsina

Y regalándonos son inapreciable humor:
hombre nulo en el arte de la guerra, y en cuya cabeza no cabían tres docenas de hombre

Gerona, de Ramón Martí Alsina




Terminando volvemos a encontrarnos en Cadiz, con una bella y vieja conocida nuestra.


Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
bozal muchedumbre (el pueblo)
 
Palabras recuperadas:
pasar la pena negra
barrabasada

Mi cachico:

Nomdedeu se rascó la cabeza, haciendo con boca y narices contracciones bastante feas; y tomando el animal [una gata] por el cuello me dijo:

—Andrés, no me incomodes. Siseta y los bergantes de sus hermanos pueden alimentarse con cualquier piltrafa que busquen en la calle; pero mi enferma necesita ciertos cuidados. Después de hoy viene mañana, y tras mañana pasado. Si ahora te doy media Pichota, ¿qué le daré a mi hija dentro de un par de días? Andrés, tengamos la fiesta en paz. Busca por ahí algo que echar a tus chiquillos, que ellos con roer un hueso quedarán satisfechos; pero haz el favor de no tocarme a Pichota.

De esta manera el corazón de aquel hombre bondadoso y sencillo se llenaba de egoísmo obedeciendo a la ley de las grandes calamidades públicas, en las cuales, como en los naufragios, el amigo no tiene amigo, ni se sabe lo que significan las palabras prójimo y semejante. Oyendo a D. Pablo, despertose en mí igual sentimiento egoísta de la vida, y vi en él un aborrecido partícipe de la tabla de salvación.

—Sr. Nomdedeu —exclamé con súbita cólera— he dicho que Pichota se partirá, y no hay más sino que se partirá.

El médico al oír este resuelto propósito, mirome con profunda aversión por algunos segundos. Sus labios temblaban sin articular palabra alguna: púsose pálido, y luego con un gesto repentino, me empujó hacia atrás fuertemente. Yo sentí que mi sangre abrasada corría hacia el cerebro, un repentino escalofrío que circuló por mi cuerpo me crispaba los nervios. Cerrando los puños, alargué las manos casi hasta tocar con ellas la cara de Nomdedeu, y grité:

—¿Con que no se parte Pichota? Pues mejor. Mejor, porque es toda para mí. ¿Qué tengo yo que ver con la señorita Josefina, ni con sus males ridículos? Dele usted telarañas.

Nomdedeu rechinó los dientes, y sin contestarme se fue derecho hacia el animal que yacía en tierra desangrándose. Hice yo igual movimiento; nuestras manos se chocaron, forcejeamos un breve instante, descargué sobre él mis puños, y Nomdedeu rodó por el suelo largo trecho, dejándome en completa posesión de la presa.

—¡Ladrón! —exclamó—. ¿Así me robas lo que es mío? Aguarda y verás.

Recogiendo la víctima, me dispuse a salir. Pero Nomdedeu corrió, mejor dicho, saltó como un gato hacia donde estaba la escopeta, y tomándola, me apuntó al pecho diciendo con trémula y ronca voz:

—Andrés, canalla: suéltala o te asesino.

EPISODIOS NACIONALES, Serie primera: 6. Zaragoza, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 207

Esta, la sexta de la primera serie de los Episodios Nacionales, novela la publicó Benito Pérez Galdós en 1874.


A pesar del humor que provocan ciertas expresiones de los personajes, Zaragoza es uno de los Episodios Nacionales más descarnados, donde la guerra arrasa con cualquier esperanza.
 

La enorme resistencia de la ciudad aragonesa impresionó a los ejércitos napoleónicos, que se replegaron al conocer la noticia de su derrota en Bailén, pero que después regresarían para un segundo y definitivo ataque.

La batalla dejará una triste realidad: una ciudad totalmente destruida. Zaragoza se convertirá en un lugar fantasmagórico e infecto, donde incluso a los invasores les asusta entrar. A su paso, solamente encuentran ruinas y seres mutilados, que los observan en silencio. Son “padres sin hijos, hermanos sin hermanos, maridos sin mujer”. 


Comienza así:
 

Me parece que fue al anochecer del 18 cuando avistamos a Zaragoza. Entrando por la puerta de Sancho, oímos que daba las diez el reloj de la Torre Nueva. ”
" ¿Ves aquella torre que se inclina de un lado y
parece alongarse hacia acá para ver lo que
aquí pasa u oír lo que estamos diciendo?"

 LEÍDO por.... Andrés:

Por ahora, el mejor de todos. A pesar de que mi juicio esta influenciado por residir en Zaragoza,  creo que no ando muy descaminado.
 
 Los relatos de las acciones de los defensores de Zaragoza son impresionantes, de una crudeza tremenda. La lucha casa a casa, habitación a habitación y la guerra de minado de las casas se nos presenta con una realidad tremenda. Al tratarse del relato desde el punto de vista de los ocupantes de esa ciudad, sitiados por las tropas invasoras napoleónicas, es más un relato antibelicista que lo contrario, aunque la épica de la prosa de Galdós pueda llevar a engaño.
 
Asalto a Santa Engracia, de Baron Lejeune

Las escenas, según va avanzando el sitio, se van volviendo más crudas, y Galdós, con su prosa tan descriptiva, no nos escatima sufrimiento. Descripciones, por otro lado, bastante veraces de lo sucedido, como lo confirman los testimonios de los propios combatientes franceses:
  • « ! Que guerra ! ! Que hombres !. Un sitio en cada calle ; una mina bajo cada casa. ! Verse obligado a matar a tantos hombres, o mejor, a tantos furiosos !. Aquella guerra es horrible: se lo he escrito al emperador; la victoria da pena...» Mariscal Lannes; (Mariscal Frances sobre la ciudad de Zaragoza (España) presente en el segundo asedio)
  • El propio Mariscal Lannes escribía así su informe: «una muralla en cada calle, un parapeto en cada esquina, una mina en cada casa, ¡qué guerra!, inhumana y antirrazonable...» (LANNES, J. "Cartas al Jefe del Estado Mayor, Berthier").
  • El coronel Rogniat, segundo Jefe del Cuerpo de Ingenieros francés, hombre capacitado y serio: «... estas ruinas malditas se convertirán en nuestras tumbas, antes de que hayamos expulsado al último de esos fanáticos de su reducto final» (ROGNIAT, Barón de, "Relato de los sitios de Zaragoza y de Tortosa por los franceses").
  • El coronel Brandt, oficial polaco del Regimiento del Vistula: «... entrábamos en una habitación y se nos disparaba desde el techo o desde la pared inmediata, a quemarropa, a través de improvisadas aspilleras hechas por los defensores desde el cuarto de al lado...» (BRANDT, H. von, "Recuerdos de un militar polaco: escenas de la vida militar en España y en Rusia de 1808 a 1812").
  • El barón Lejeune, «... las andanadas convierten los parapetos en piezas como de encaje, por tantos agujeros... para desalojarlos hundimos el muro que nos separaba de la pieza contigua, aplastando así a los defensores resguardados detrás, y todo para descubrir entre medio del polvo una habitación similar, y así una y otra vez... al acometerlos, volvieron a repasar con gran velocidad el agujero abierto en la pared, y desde su primitivo refugio, nos tirotearon, sin dejarnos tan siquiera asomar ...» (LEJEUNE, BELMAS, BILLON y otros., cit. en RUDORFF, R. Los Sitios de Zaragoza 1808-1809: Guerra a muerte. Ed. Grijalbo, Barcelona,1977, y en GARCIA MERCADAL, J. Palafox, Duque de Zaragoza (1775-1847). Ed. Gran Capitán, Madrid, 1948).
 
 Defensa de la torre de San Agustin, de  Álvarez Dumont

Y aquí, unas "tapas" para anticipar la lectura:
  • el gran consumo de víveres traería pronto el hambre, ese terrible general que es siempre el vencedor de las plazas bloqueadas. Por esta misma causa del exceso de gente eran oportunas las salidas"
  • Sus carnes sólo se vestían de gloria"
  • les disputaban ferozmente un palmo de infierno"
  • Junto al Coso encontré un niño de ocho o diez años, que marchaba solo y llorando con el mayor desconsuelo. Le detuve, le pregunté por sus padres, y señaló un punto cercano, donde había gran número de muertos y heridos. Más tarde encontré al mismo niño en diversos puntos, siempre solo, siempre llorando, y nadie se cuidaba de él"
  • Entonces, aquel, creyendo que era extravío entrar en la casa y subir por la escalera, trepó por el montón de cuerpos y llegó al piso principal, una de cuyas ventanas le sirvió de puerta"

Defensa del pulpito de S. Agustin, de Álvarez Dumont

Defesores de Zaragoza, de Maurice Orange
Mi cachico:

Los franceses, desalojados del piso principal de la casa, habíanse retirado al de la contigua, donde continuaban defendiéndose. Cuando yo bajé, todo el interés de la batalla estaba en la cocina, disputada con mucho encarnizamiento; pero lo demás de la casa nos pertenecía. Muchos cadáveres de una y otra nación cubrían el ensangrentado suelo; algunos patriotas y soldados, rabiosos por no poder conquistar aquella cocina funesta, desde donde se les hacía tanto fuego, lanzáronse dentro de ella a la bayoneta, y aunque perecieron bastantes, este acto de arrojo decidió la cuestión, porque tras ellos fueron otros, y por fin todos los que cabían. Aterrados los imperiales con tan ruda embestida, buscaron salida precipitadamente por el laberinto que de pieza en pieza habían abierto. Persiguiéndolos por pasillos y aposentos, cuya serie inextricable volvería loco al mejor topógrafo, les rematábamos donde podíamos alcanzarles, y algunos de ellos se arrojaban desesperadamente a los patios. De este modo, después de reconquistada aquella casa, reconquistamos la vecina, obligándolos a contenerse en sus antiguas posiciones, que eran por aquella parte las dos casas primeras de la calle de Pabostre

EPISODIOS NACIONALES, Serie primera: 5. Napoleón en Chamartín, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 226

Esta novela, la quinta de la primera serie de los Episodios Nacionales, la publicó Benito Pérez Galdós en 1874

Gabriel de Araceli ha abandonado Andalucía siguiendo a su querida Inés, la muchacha que, criada en la pobreza, fue repentinamente acogida por una familia noble. Pero el acoso francés obliga a todos los madrileños a movilizarse para defender la ciudad y él se apresura también a cumplir su obligación como patriota.

Si esto no fuera suficiente para mantener el interés, aparece además por Madrid el temido Napoleón Bonaparte, quien, tras la derrota francesa en Bailén, ha decidido intervenir personalmente en España. Contemplando en la distancia el desarrollo de la batalla o intrigando de manera incansable en el palacio del duque del Infantado, Napoleón asoma en Chamartín como una sombra difusa, misteriosa, legendaria...

Comienza así:
 
El Sr. D. Diego Hipólito Félix de Cantalicio Afán de Ribera, Alfoz, etc., etc., conde de Rumblar y de Peña-Horadada, hacía en Madrid la siguiente vida:
Levantábase tarde, y después de dar cuerda a sus relojes, se ponía a disposición del peluquero, quien en poco más de hora y media le arreglaba la cabeza por fuera, que por dentro sólo Dios pudiera hacerlo.

LEÍDO por.... Andrés:

En este periplo al que Galdós ha castigado a Gabriel, llega a Madrid, donde el pueblo volverá a tomar protagonismo y donde nosotros seguiremos disfrutando.

 
La bataille de Somosierra, de Baron Lejeune

 Nos volvemos a encontrar con Santiago Fernández, el Gran Capitán, que tendrá mucha relevancia en esta novela:
—¡Pues no hemos de resistir! —exclamó el Gran Capitán—. ¿Hemos de ser menos que los zaragozanos? Además de que yo creo que no viene
Napoleon at the gates of Madrid in 1808, de Vernet

Su humor, siempre presente:
  • casi nunca dejaban de visitar a una altísima dama, la cual lo era sin duda por vivir en un tercer piso de la calle de la Pasión”
  • “iban de noche a una reunión de masonería incipiente del género tonto, que se celebraba en la calle de las Tres Cruces, y a otra del género cómico fúnebre, que tenía su sala...”
  • “vímosla trasegando de un pequeño tonel a media docena de botellas una buena porción de aguardiente, al cual, como católica cristiana, administraba el primer sacramento con el Jordán de un botijo de agua que allí cerca tenía
 Sus descripciones, como ráfagas:
un frailito joven, barbilindo, ancho de cuello, pulcro de rostro, arrebolado de nariz, nimio de cerquillo y con cierto aire galán
 
 Napoleon en la capitulacion de Madrid, de Gros

Plazuela de Avapiés:
En Madrid existe actualmente una plaza que se llama Plaza de Lavapiés. Esta plaza tiene su origen en la judería o barrio judío que existía en tiempos de los Reyes Católicos, siendo su nombre original el mismo que ahora, según parece por que tenía una fuente que se utilizaba para lavarse los pies. Más adelante cambió su nombre a Avapiés, volviendo a recuperar el original que actualmente ostenta.


Palabras recuperadas

cacumen
Tócame Roque
tate
pelagatos
repantigarse
mandria
momio
empapelar
tiempos de Maricastaña
adelante con los faroles

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
Voyme al zumo, que no a las cáscaras
de manos a boca tropezamos con…


Mi cachico:

“Lo que sí excitó mucho mi curiosidad, fue la sombra que ocupaba el centro del triángulo. Era la de un hombre rechoncho y de cabeza redonda, con pelo corto. Notábase el movimiento pausado de sus brazos al hablar, el de su cabeza al atender; notábanse claramente las señales de asentimiento, las negaciones vagas y las fuertes; notábanse la tenacidad, la duda, el ademán de la pregunta, el de la respuesta, y tanta era la verdad con que aquella silueta reproducía a la persona misma, que hasta se creía advertir en ella la sonrisa, el fruncimiento de cejas, el asombro y cuantos modos de lenguaje posee y usa el rostro humano. Unas veces la cabeza puesta de frente, proyectaba en la vidriera una forma redonda, otras volviéndose proyectaba su perfil; luego veíamos que a su altura subía una mano y distinguíamos perfectamente el dedo índice afianzando y dando energía a la palabra; después desaparecían las manos, y los brazos, juntándose a la masa del cuerpo, indicaban que se habían cruzado; luego transcurría mucho tiempo sin que la figura hiciese ademán alguno, señal de que oía o de que meditaba, hasta que de nuevo volvía a ponerse en acción.”

EPISODIOS NACIONALES, Serie primera: 4. Bailén, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 164

Esta novela, la cuarta de la primera serie de los Episodios Nacionales, la publicó Benito Pérez Galdós en 1873

En esta ocasión Galdós describe la contienda que tuvo lugar el 19 de julio de 1808 y que supuso la primera gran derrota de los ejércitos napoleónicos en España. La importancia de esta batalla radica en la valentía y entusiasmo que demostraron los combatientes españoles, que no eran en su mayoría soldados experimentados, sino campesinos mal armados que espontáneamente se incorporaron a la lucha.

Pone en boca de sus personajes ideas ilustradas y anticlericales como la necesidad de abolir los mayorazgos, la capacidad del pueblo español de autodeterminarse sin la necesidad de un rey y, sobre todo, el esfuerzo que debe hacerse por proporcionar una educación a todos los ciudadanos.

Comienza así:
—Me hacen ustedes reír con su sencilla ignorancia respecto al hombre más grande y más poderoso que ha existido en el mundo.

LEÍDO por.... Andrés:
 

Disfrutando, una vez más, de la prosa de Galdós. ¡Un lujo! Otra vez en un ambiente bélico, donde tan bien se mueve. Si se quiere conocer algo más de esta batalla, aquí puede hacerse.



Traigo algunos de los cuadros de Augusto Ferrer-Dalmau, mágnífico pintor  y máximo exponente de la pintura ecuestre militar actual y que, sin duda, volveremos a ver a lo largo de estos episodios:


más obras pueden verse aquí y aquí.
 
Además de un conocimiento de la historia de España,
Galdós
nos permite conocer aspectos sociológicos de entonces:
  •  Asunción, no tenía necesidad de aprender nada, porque era destinada al matrimonio
  • Los únicos rechazados de las filas, sin tener aquellos reparos, eran los negros, mulatos, carniceros, verdugos y pregoneros
  • los casaban fresquitos y antes que tuvieran tiempo de asomar las narices por las rendijas de la puerta del mundo
  • la Mancha, triste y solitario país, donde el sol está en su reino y el hombre parece obra exclusiva del sol y del polvo
y, con su humor tan especial, nos muestra lo que es el miedo mientras se espera a iniciar el combate lo trata con humor y mimo:
El único rumor que turbaba el profundo silencio de nuestro regimiento, donde hasta los caballos parecían contener el aliento y explorar el campo con atónitos ojos, era un ligero y casi imperceptible son metálico producido por las estrellas de las espuelas. Aquel temblor de piernas es un accidente que la caballería observa siempre en el comienzo de toda batalla

Galdós es un maestro de las descripciones, fluyen como si fuera lo más natural, como si no le hubiera costado nada el escribirlas para nuestro disfrute. No en vano se tiene que notar la influencia de Cervantes y Dickens (tradujo al castellano su novela Los papeles póstumos del Club Pickwick). Como en Mi Cachico quería poner uno de ámbito guerrero, no puedo resistir la tentación de traer este otro con una descripción muy bella de Córdoba:
 “Córdoba, la ciudad de Abdherranmán; la Meca de Occidente, la que fue maestra del género humano, la vieja andaluza, que aún se engalana con algunos restos de su antigua grandeza; todavía hermosa, a pesar de los siglos guerreros que han pasado por ella; ya sin Zahara, sin academias, sin pensiles, sin aquellas doscientas mil casas de que hablan los cronistas árabes; sin califa, sin sabios, pero orgullosa aún de su mezquita-catedral, la de las ochocientas columnas; triste y religiosa, habiendo substituido el bullicio de sus bazares con el culto de sus sesenta iglesias y sus cuarenta conventos; siempre poética y no menos rica en la decadencia cristiana que en el apogeo musulmán; ciudad que hasta en los más pequeños accidentes lleva el sello de los siglos; tortuosa, arrugada, defendiéndose de la luz como si quisiera ocultar su vejez; escondida en sus interiores, donde guarda innumerables maravillas, y siempre asustada al paso del transeúnte; protectora de los enamorados, para quienes ha hecho sus mil rejas y ha obscurecido sus calles; devota y coqueta a la vez, porque cubre con sus joyas las imágenes sagradas, y se engalana y perfuma aún con los jazmines de sus patios... 
 La rendición de Bailén, de Casado del Alisal
Palabras recuperadas:
pachorra
mieditis
Zipizape


Palabras o expresiones que me han sorprendido:
descoserse de risa
amoscarse
la sin hueso (la lengua)
irse a extranjis
 
Mi cachico:

“Cuando las bayonetas se cruzaban, el campo ocupado por nuestra infantería se clareó a trozos; sentimos el crujido de poderosas cureñas, rebotando en el suelo de hoyo en hoyo al arrastre de las mulas, castigadas sin piedad, los cañones de a 12 enfilaron el eje de sus ánimas hacia las líneas enemigas; los botes de metralla penetraron en el bronce; se atacaron con prontitud febril, y un diluvio de puntas de hierro, hendiendo horizontalmente el aire, contuvo la marcha del frente francés. A un disparo sucedía otro; la infantería, rehecha, flanqueaba los cañones, y para completar el acto de desesperación, un grito resonó en nuestro regimiento. Todos los caballos patalearon, expresando en su ignoto lenguaje que comprendían la sublimidad del momento; apretamos con fuerte puño los sables, y medimos la tierra que se extendía delante de nosotros. La caballería iba a cargar.”

sábado, 22 de septiembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie primera: 3. El 19 de marzo y el 2 de mayo, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 207

Esta novela, la tercera de la primera serie de los Episodios Nacionales, la publicó Benito Pérez Galdós en 1873

En las dos novelas anteriores Galdós había concentrado su atención en un único acontecimiento histórico, y sorprende que en ésta se recojan conjuntamente dos sucesos tan relevantes como el motín de Aranjuez (19 de marzo de 1808) y el levantamiento de Madrid contra los invasores franceses (2 de mayo de 1808).

El narrador, Gabriel de Araceli, continuará viviendo sorprendentes aventuras en Aranjuez y Madrid. A veces testigo, a veces participante en primera línea, este personaje sigue buscando su lugar en la inquieta e inestable sociedad de su tiempo. Dispuesto a acompañar a su novia Inés por todas partes, el joven protagonista se alarma mucho ante la aparición de los deshonestos hermanos Requejo.

Comienza así:
En marzo de 1808, y cuando habían transcurrido cuatro meses desde que empecé a trabajar en el oficio de cajista, ya componía con mediana destreza, y ganaba tres reales por ciento de líneas en la imprenta del Diario de Madrid.

LEIDO por.... Andrés:

Vuelve la acción y la guerra en esta novela, para despertarnos de la somnolencia de la anterior. Y una vez más, sobre todo en la segunda parte, participamos de la lucha heroica de los madrileños. 
Godoy, por Goya
El motín de Aranjuez. Caída y prisión de Godoy
Grabado del Patrimonio Nacional

Nuestras preferencias por ser funcionarios nos viene de lejos: “vino a mi mente una idea salvadora, la que desde aquellos tiempos principiaba a ser norte de la mitad, de la mayor parte de los españoles, es decir, de todos aquellos que no eran mayorazgos ni se sentían inclinados al claustro; la idea de adquirir una plaza en la administración
El dos de mayo o La carga de los mamelucos, de Goya

También se adelanta a los escaladores: alpargata, ese pie de gato

El humor, una vez más, merece ser reseñado:
  • la amenazadora lectura del poema, y firme en su propósito, desenvainó el manuscrito homicida
  • tenía en su cráneo entre un lobanillo y un chichón, la protuberancia (¿cómo lo diré…?) la protuberancia de la tenientividadentre uno y otro nos descerrajaron la cabeza con media docena de sonetos y otros proyectiles fundidos en sus cerebros
  • se subía al entresuelo por una escalera que presumo fue construida por algún sapientísimo maestro de gimnasia, pues no pueden ustedes figurarse las contorsiones, los dobleces, las planchas, las mil torturas a que tenía que someterse para subirla el frágil barro de nuestro cuerpo

Defensa del Parque de Artillería de Monteleón, de Sorolla

Las descripciones de Galdós, son asombrosas. De manera concisa, con humor, nos radiografía a los personajes:
  • Los dos lados de aquel hombre eran dos lados izquierdos, es decir, que todo él era torpe, inepto, vacilante, inhábil, pesado, brusco, embarazoso. No sé si me explico. Parecía que le estorbaban sus propias manos: al verle mirar de un lado para otro, creeríase que buscaba un rincón donde arrojar aquellos miembros inútiles, cubiertos con guantes sin medida, que quitaban la sensibilidad a los oprimidos dedos, hasta el punto de que su dueño no los conocía por suyos
  • Alta y flaca, con esa tez impasible y uniforme que parece un forro, de manos largas y feas, a quien el continuo escurrirse por entre telas había dado cierta flexibilidad; de pelo escaso, y tan lustrosamente aplastado sobre el casco, que más parecía pintura que cabello; con su nariz encarnadita y algo granulenta
  • hombre pequeño de cuerpo, si bien de alma grande

Los fusilamientos del tres de mayo, de Goya

Palabras recuperadas:
mentecato
ganso
pitiminí

Mi cachico:

Y al ver esto sentí un estruendo horroroso, después un zumbido dentro de la cabeza y un hervidero en todo el cuerpo; después un calor intenso, seguido de penetrante frío; después una sensación inexplicable, como si algo rozara por toda mi epidermis; después un vapor dentro del pecho, que subía invadiendo mi cabeza; después una debilidad incomprensible que me hacía el efecto de quedarme sin piernas; después una palpitación vivísima en el corazón; después un súbito detenimiento en el latido de esta víscera; después la pérdida de toda sensación en el cuerpo, y en el busto, y en el cuello, y en la boca; después la inconsciencia de tener cabeza, la absoluta reconcentración de todo yo en mi pensamiento; después unas como ondulaciones concéntricas en mi cerebro, parecidas a las que forma una piedra cayendo al mar; después un chisporroteo colosal que difundía por espacios mayores que cielo y tierra juntos la imagen de Inés en doscientos mil millones de luces; después oscuridad profunda, misteriosamente asociada a un agudísimo dolor en las sienes; después un vago reposo, una extinción rápida, un olvido creciente e invasor, y por último nada, absolutamente nada.