domingo, 23 de septiembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie primera: 5. Napoleón en Chamartín, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 226

Esta novela, la quinta de la primera serie de los Episodios Nacionales, la publicó Benito Pérez Galdós en 1874

Gabriel de Araceli ha abandonado Andalucía siguiendo a su querida Inés, la muchacha que, criada en la pobreza, fue repentinamente acogida por una familia noble. Pero el acoso francés obliga a todos los madrileños a movilizarse para defender la ciudad y él se apresura también a cumplir su obligación como patriota.

Si esto no fuera suficiente para mantener el interés, aparece además por Madrid el temido Napoleón Bonaparte, quien, tras la derrota francesa en Bailén, ha decidido intervenir personalmente en España. Contemplando en la distancia el desarrollo de la batalla o intrigando de manera incansable en el palacio del duque del Infantado, Napoleón asoma en Chamartín como una sombra difusa, misteriosa, legendaria...

Comienza así:
 
El Sr. D. Diego Hipólito Félix de Cantalicio Afán de Ribera, Alfoz, etc., etc., conde de Rumblar y de Peña-Horadada, hacía en Madrid la siguiente vida:
Levantábase tarde, y después de dar cuerda a sus relojes, se ponía a disposición del peluquero, quien en poco más de hora y media le arreglaba la cabeza por fuera, que por dentro sólo Dios pudiera hacerlo.

LEÍDO por.... Andrés:

En este periplo al que Galdós ha castigado a Gabriel, llega a Madrid, donde el pueblo volverá a tomar protagonismo y donde nosotros seguiremos disfrutando.

 
La bataille de Somosierra, de Baron Lejeune

 Nos volvemos a encontrar con Santiago Fernández, el Gran Capitán, que tendrá mucha relevancia en esta novela:
—¡Pues no hemos de resistir! —exclamó el Gran Capitán—. ¿Hemos de ser menos que los zaragozanos? Además de que yo creo que no viene
Napoleon at the gates of Madrid in 1808, de Vernet

Su humor, siempre presente:
  • casi nunca dejaban de visitar a una altísima dama, la cual lo era sin duda por vivir en un tercer piso de la calle de la Pasión”
  • “iban de noche a una reunión de masonería incipiente del género tonto, que se celebraba en la calle de las Tres Cruces, y a otra del género cómico fúnebre, que tenía su sala...”
  • “vímosla trasegando de un pequeño tonel a media docena de botellas una buena porción de aguardiente, al cual, como católica cristiana, administraba el primer sacramento con el Jordán de un botijo de agua que allí cerca tenía
 Sus descripciones, como ráfagas:
un frailito joven, barbilindo, ancho de cuello, pulcro de rostro, arrebolado de nariz, nimio de cerquillo y con cierto aire galán
 
 Napoleon en la capitulacion de Madrid, de Gros

Plazuela de Avapiés:
En Madrid existe actualmente una plaza que se llama Plaza de Lavapiés. Esta plaza tiene su origen en la judería o barrio judío que existía en tiempos de los Reyes Católicos, siendo su nombre original el mismo que ahora, según parece por que tenía una fuente que se utilizaba para lavarse los pies. Más adelante cambió su nombre a Avapiés, volviendo a recuperar el original que actualmente ostenta.


Palabras recuperadas

cacumen
Tócame Roque
tate
pelagatos
repantigarse
mandria
momio
empapelar
tiempos de Maricastaña
adelante con los faroles

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
Voyme al zumo, que no a las cáscaras
de manos a boca tropezamos con…


Mi cachico:

“Lo que sí excitó mucho mi curiosidad, fue la sombra que ocupaba el centro del triángulo. Era la de un hombre rechoncho y de cabeza redonda, con pelo corto. Notábase el movimiento pausado de sus brazos al hablar, el de su cabeza al atender; notábanse claramente las señales de asentimiento, las negaciones vagas y las fuertes; notábanse la tenacidad, la duda, el ademán de la pregunta, el de la respuesta, y tanta era la verdad con que aquella silueta reproducía a la persona misma, que hasta se creía advertir en ella la sonrisa, el fruncimiento de cejas, el asombro y cuantos modos de lenguaje posee y usa el rostro humano. Unas veces la cabeza puesta de frente, proyectaba en la vidriera una forma redonda, otras volviéndose proyectaba su perfil; luego veíamos que a su altura subía una mano y distinguíamos perfectamente el dedo índice afianzando y dando energía a la palabra; después desaparecían las manos, y los brazos, juntándose a la masa del cuerpo, indicaban que se habían cruzado; luego transcurría mucho tiempo sin que la figura hiciese ademán alguno, señal de que oía o de que meditaba, hasta que de nuevo volvía a ponerse en acción.”

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