jueves, 29 de noviembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie segunda: 7. El terror de 1824, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 213

El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a
Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo xix.

Secuela del contundente fin que impusieron al «trienio liberal» los «Cien mil hijos de San Luis», objeto del episodio anterior, EL TERROR DE 1824 contribuyó a mantener el régimen fernandino, persiguiendo implacablemente los brotes de pensamiento liberal. Pasada la época de las grandes gestas populares, la acción –nuevamente situada en Madrid como escenario– se dispersa en hechos menores, de un heroísmo distinto: la conspiración y la muerte por un ideal.

Esta novela, la séptima de la segunda serie
de los Episodios Nacionales: El reinado de Fernando VII,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1877

Comienza así:

En la tarde del 2 de octubre de 1823 un anciano bajaba con paso tan precipitado como inseguro por las afueras de la puerta de Toledo en dirección al puente del mismo nombre. Llovía menudamente, pero sin cesar, según la usanza del hermoso cielo de Madrid cuando se enturbia, y la ronda podía competir en lodos con su vecino Manzanares, el cual hinchándose como la madera cuando se moja, extendía su saliva fangosa por gran parte del cauce que le permiten los inviernos. El anciano transeúnte marchaba con pie resuelto, sin que le causara estorbo la lluvia, con el pantalón recogido hacia la pantorrilla y chapoteando sin embarazo en el lodo con las desfiguradas botas. Iba estrechamente forrado, como tizona en vaina, en añoso gabán oscuro, cuyo borde y solapa se sujetaban con alfileres allí donde no había botones, y con los agarrotados dedos en la parte del pecho, como la más necesitada de defensa contra la humedad y el frío. Hundía la barba y media cara en el alzacuello, tieso como una pared, cubriéndose con él las orejas y el ala posterior del sombrero, que destilaba agua como cabeza de tritón en fuente de Reales Sitios. No llevaba paraguas ni bastón. Mirando sin cesar al suelo, daba unos suspiros que competían con las ráfagas de aire revuelto. ¡Infelicísimo varón! ¡Cuán claramente pregonaban su desdichada suerte el roto vestido, las horadadas botas, el casquete húmedo, la aterida cabeza y aquel continuo suspirar casi al compás de los pasos! Parecía un desesperado que iba derecho a descargar sobre el río el fardo de una vida harto pesada para llevarla más tiempo. Y sin embargo, pasó por el puente sin mirar al agua y no se detuvo hasta el parador situado en la divisoria de los caminos de Toledo y Andalucía.
LEIDO por.... Andrés:

El protagonismo de anciano Sarmiento, “conste que yo no entré por mi pie, que no pedí...” y en encumbramiento de Sola, con su “belleza moral”, da una nueva vuelta de tuerca a la visión negra de Galdós de este periodo. El ajusticiamiento de Riego debió de impresionar a Galdós. De este suceso dice que “el envilecimiento del personaje más culminante, si no el más valioso de la segunda época constitucional [...] de seguro no ha brillado en toda nuestra historia un día más ignominioso


 El 7 de noviembre de 1823 Rafael de Riego, fue arrastrado en un serón hacia el patíbulo situado en la Plaza de la Cebada en Madrid y ejecutado por ahorcamiento y posteriormente decapitado.

 El terror del estado, basado en una justicia tremendamente injusta, queda cruelmente relatada:
  • El verdugo mostró un saco negro. Era la hopa que se pone a los condenados para hacer más irrisorio y horriblemente burlesco el crimen de la pena de muerte. Cuando el delito era de alta traición la hopa era amarilla y encarnada. La de Sarmiento era negra. Completaba el ajuar un gorro también negro
  • -Número 244. Causa de Pedro Errazu por expresiones subversivas en estado de embriaguez.                -El estado de embriaguez no vale. ¡Horca! Añada usted que sea descuartizado
  • el venerable fraile rezaba en silencio, no se sabe si por el reo, o por sus jueces. Probablemente sería por estos últimos
  • viéndose precisado a buscar en su bolsa nuevos argumentos contra la famélica justicia de aquel bendito tiempo
  • aquí no hay causas, ni jurisprudencia, ni ley, ni sentencia, ni testimonio, ni pruebas, ni nada más que el capricho de la Comisión Militar y de la Superintendencia
 Galdós sigue  regalándonos brillantes descripciones: “Alta estatura, blancas y apretadas carnes, admirables contornos y blanduras que estirando la tela pugnaban por mostrarse, arrogante cabeza con ojos negros y cejas de terciopelo, manos gruesas, semblante más correcto que agraciado, con cierto ceño no muy simpático y algo de mohín avinagrado, boca demasiado pequeña con blancos dientes, carrillos con demasiada carne, nariz castellana, escasísima agilidad en los movimientos y mucha fuerza en los puños componían la persona de D.ª Robustiana Toros de Guisando de Cordero
 y haciéndonos disfrutar con su humor, siempre ingenioso:
  • una estera de empleita que a carcajadas  se reía por varios puntos
  • parecía la estatua erigida para conmemorar la petrificación del hombre
  • habían cambiado el Gobierno de constitucional dudoso en absoluto verídico y puro” y
  • Revueltos los cabellos con artístico desorden, parecía su cabeza una escoba, en lo cual cumplía a maravilla con los preceptos de la  moda corriente
Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
el mismo que viste y calza
El demonio metido a evangelista no hubiera hecho su papel con más donaire
Hola, señores; salud y pesetas
dándole de comer a qué quieres boca
ser de veinticinco alfileres

Palabras recuperadas:
badila
soponcio
echar los bofes
ser de encargo
tragaldabas
ser necio de capirote

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
sótano humano
sonocusco


Mi cachico:

Unos corrieron a curiosear en los carros que venían detrás y otros se metieron en la venta, donde sonaban seguidillas, castañuelas y desaforados gritos y chillidos. Un cuero de vino, roto por los golpes y patadas que recibiera, dejaba salir el rojo líquido, y el suelo de la venta parecía inundado de sangre. Algunos carreteros sedientos se habían arrojado al suelo y bebían en el arroyo tinto; los que llegaron más tarde apuraban lo que había en los huecos del empedrado, y los chicos lamían las piedras fuera de la venta, a riesgo de ser atropellados por las mulas desenganchadas que iban de la calle a la cuadra, o del tiro al abrevadero. Poco después veíanse hombres que parecían degollados con vida, carniceros o verdugos que se hubieran bañado en la sangre de sus víctimas. El vino mezclado al barro y tiñendo las ropas que ya no tenían color, acababa de dar al cuadro en cada una de sus figuras un tono crudo de matadero, horriblemente repulsivo a la vista. 


Y a la luz de las hachas de viento y de las linternas, las caras aumentaban en ferocidad, dibujándose más claramente en ellas la risa entre carnavalesca y fúnebre que formaba el sentido, digámoslo así, de tan extraño cuadro. Como no había cesado de llover, el piso inundado era como un turbio espejo de lodo y basura, en cuyo cristal se reflejaban los hombres rojos, las rojas teas, los rostros ensangrentados, las bayonetas bruñidas, las ruedas cubiertas de tierra, los carros, las flacas mulas, las haraposas mujeres, el movimiento, el ir y venir, la oscilación de las linternas y hasta el barullo, los relinchos de brutos y hombres, la embriaguez inmunda, y por último, aquella atmósfera encendida, espesa, suciamente brumosa, formada por los alientos de la venganza, de la rusticidad y de la miseria.

viernes, 16 de noviembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie segunda: 6. Los cien mil hijos de san Luis, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 199

Esta novela, la cuarta de la Segunda Serie de los Episodios Nacionales: El reinado de Fernando VII,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1876.Esta novela, la sexta de la Segunda Serie de los Episodios Nacionales: El reinado de Fernando VII,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1877.

El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles ­guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares­ a lo largo del agitado siglo xix.

LOS CIEN MIL HIJOS DE SAN LUIS es la expresión irónica y popular con que fue designado el ejército francés que, a las órdenes del duque de Angulema, invadió España en 1823 para imponer nuevamente, tras el llamado «trienio constitucional», el régimen absolutista. Engarzado con la peripecia novelesca, presenciamos el inexorable avance de esta fuerza que acabó con la Constitución gaditana de 1812 en el mismo lugar donde ésta vio la luz.

Comienza así:

“En Bayona, donde busqué refugio tranquilo al separarme de mi esposo, conocí al general Eguía. Iba a visitarme con frecuencia, y como era tan indiscreto y vanidoso, me revelaba sus planes de conspiración, regocijándose en mi sorpresa y riendo conmigo del gran chubasco que amenazaba a los franc-masones.”

LEIDO por.... Andrés:

Alterna Galdós la narración en primera persona, un supuesto manuscrito de Jenara, convertida en una mujer de armas tomar, con un relato fruto de las ”laboriosas indagaciones para allegar lo que falta” por parte de un narrador omnisciente, y así continúa con las aventuras de Salvador Monsalud, gafe convencido, “lo bueno existe mientras yo lo deseo. Pero lo toco, y adiós”, vistas la mayor parte del tiempo, como queda dicho, desde el punto de vista de Jenara, que lo persigue para reconquistarlo, dispuesta a hacer todo tipo de diabluras para conseguirlo, incluso una “carta homicida”, pero que todo se le vuelve en contra.

 
 Intervención francesa en España en 1823, de Hippolyte Lecomte (1781-1857)

Maduran los personajes y con ellos la trama, que nos muestra a Salvador Monsalud  recorriendo España y a Jenara detrás. Vimos a la Constitución nacer en Cádiz de la mano de Gabriel Araceli y ahora la vemos morir de la mano de Jenara, para deleite de los lectores.

"Cuando salí al patio y en el momento de pasar bajo el cocodrilo que simboliza la prudencia,
la alta campana de la Giralda dio las cuatro"

Seguimos con su intemporal visión de la política:
El orador hablaba de la patria, del inminente peligro de la patria, y de la salvación de la patria y de la gloria de la patria. Es el gran tema de todos los oradores, incluso los buenos. No he conocido a ningún político que no estropeara la palabra patriotismo hasta dejarla inservible

 Espoz y Mina

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
"las lindas andaluzas que alegrarían un cementerio, cuanto más un patio de Sevilla"
"
salía gozoso a saludarme el descendiente de cien Reyes, pegado a su regia nariz" (homenaje a Becquer)
"estar en salvo" (estar a salvo)

El viejocalabaza 18 probándose las botas de Napoleón
preparándose para la campaña de España

Palabras recuperadas:
búcaros
verdulera

Mi cachico:


Desde muy temprano me levanté, pues poco dormí aquella noche. Las noches de Sevilla no parece que son, como las de otras partes, para dormir. Son para soñar en vela… Le aguardaba con tanta impaciencia, que a cada instante salía al balcón, esperando verle entre la multitud que pasaba por la calle de Génova. De repente me anunciaron una visita. Creí verle entrar; salí corriendo; pero mi corazón dio un vuelco quedándose frío y quieto, cual si hubiera tropezado en una pared. Tenía delante al príncipe de Anglona, un señor muy bueno, un caballero muy simpático, muy atento, pero cuya presencia me contrariaba extraordinariamente en aquel instante.
Venía para llevarme al Alcázar.
—Su Majestad —me dijo—, recibe ahora muy temprano. Anoche le manifesté que estaba usted aquí y me rogó que la llevase a su presencia hoy mismo.
Yo quise hacer objeciones, pretextando la inusitada hora, pues no habían dado las once; pero nada me valió. Érame imposible resistir a aquella majadería insoportable que revestía las formas de la más delicada atención. Tampoco podía defenderme con dolor de cabeza, vapores u otros recursos que tenemos para tales trances. Humillé la frente como víctima expiatoria de las conveniencias sociales, y después de arreglarme me dispuse a aceptar un puesto en la carroza del Príncipe, no sin dejar antes a mi criada instrucciones muy prolijas para que detuviera hasta mi vuelta al que forzosamente había de venir. Partí resuelta a hacer a Su Majestad visita de médico. En aquella ocasión deploré por primera vez que existieran Reyes en el mundo.
Poca es la distancia que hay de la calle de Génova al Alcázar. Antes de las doce estaba yo en la Cámara de Su Majestad y salía gozoso a saludarme el descendiente de cien Reyes, pegado a su regia nariz.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie segunda: 5. 7 de julio, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 150

Esta novela, la quinta de la Segunda Serie de los Episodios Nacionales: El reinado de Fernando VII,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1876.

El 7 DE JULIO de 1822, fecha del levantamiento de los generales Riego y Ballesteros, quedó como fecha conmemorativa de un triunfo constitucional y popular que no sería tan duradero como pensaron los milicianos nacionales y los oradores de clubs y sociedades que celebraron su victoria sobre la conspiración urdida desde el propio Palacio. Episodio de fuerte intervención ciudadana localizado totalmente en Madrid, reúne las condiciones idóneas para que
Benito Pérez Galdós dibujara en él una estampa histórica llena de interés y vida que se entrevera con la peripecia novelesca que protagoniza en esta «Segunda serie» Salvador Monsalud.

Comienza así:

Parece que no ha pasado el tiempo. Todo está lo mismo. Ved la calle, la casa, los peces de colores nadando y revolviéndose con incesantes curvas en sus estanques; ved las jaulas de grillos colgadas en racimos a un lado y otro de la puerta; fijad la atención en la ventana de la escuela y oíd el rumor de moscardones que por ella sale. Nada ha cambiado, y D. Patricio Sarmiento, puntual e inmutable en su silla como el sol en el firmamento, esparce la luz de su sabiduría por todo el ámbito del aula

LEIDO por.... Andrés:

En contra de lo que aparece en la reseña de la novela, la misma que está en casi todas las ediciones digitales y que proviene de la edición de Alianza, el 7 de julio no fue la fecha  del levantamiento de los generales Riego y Ballesteros, sino que en esta fecha clave del trienio liberal ocurrió un hecho contrarrevolucionario. Corresponde al día en  que la guardia real se rebela desde el Pardo realizando un asalto contra la corte, siendo rechazada por la milicia nacional.  La acción transcurre, pues, en el Trienio Liberal.



Y de la mano del gran Galdós, con su espléndida prosa, seguimos la aventuras de Salvador Monsalud, de Urbano  Gil de la Cuadra y de su hija Soledad, por esos tiempos tan revueltos, de enfrentamientos fraticidas que durante tantísimos años asolaron España. 
 

 

Refinado cuando quiere, así nos relata un enfrentamiento en ese 7 de julio: “Se crean multitud de cardenales, aparecen rozaduras, magulladuras, protuberancias, y centenares de narices sangran enrojeciendo el suelo”, no olvida regarnos el relato con su fino humor:
  • la señora de Cordero y los borreguitos, que eran tres, si no miente la historia
  • Las patriotas, que eran género abundante en la calle Mayor, salían cargadas de confituras, vino, pasteles y cantidad de regalitos para obsequiar a los héroes
  • la palmeta se cubría de polvo en un rincón de la mesa” Manera sutil de describir los porcedimientos disciplinarios de las escuelas
  • "sabía ser pobre, cualidad rara en todos los tiempos"
  • "se encasquetó el sombrero con la presteza de un estudiante calavera"
  • "Bigote amarillo, como madejilla de hilos de oro pálido ornaba su boca no menos encarnada que una cereza, y sin aquel ligero emblema de su condición masculina, la cara del primo Anatolio habríase confundido con la de una asturianaza guapetona o mofletuda pasiega"

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
andar buscando el pelo al huevo
les ponía cual no digan dueñas
preopinante
¡Desgraciada sociedad la que desconoce el entusiasmo!

Palabras recuperadas:
cachivache

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
militar de club


Mi cachico:

 
El comandante de la Milicia que mandaba en aquel punto a los cazadores sintió en su interior un estremecimiento terrible, una rápida sensación de frío, a que siguió súbito calor. Ideas ardorosas cruzaron por su mente; su corazón palpitaba con violencia; su pequeña nariz perdió el color; resbaláronsele por la nariz abajo los espejuelos de oro; apretó el sable en el puño; apretó los dientes, y alzándose sobre las puntas de los piececillos, hizo movimientos convulsivos, semejantes a los de un pollo que va a cantar; tendiéronsele las cuerdas del pescuezo; púsose como un pimiento, y gritó: 

-¡Viva la Constitución!... ¡Cazadores de la Milicia... a cargar! 

Era el nuevo Leónidas, D. Benigno Cordero. Impetuoso y ardiente se lanzó el primero, y tras él los cazadores atacaron a la bayoneta

Antes de dar este paso heroico, verdaderamente heroico, ¡qué horrible crisis conmovió el alma del pacífico comerciante! D. Benigno no había matado nunca un mosquito; don Benigno no era intrépido, ni siquiera valiente, en la acepción que se da vulgarmente a estas palabras. Mas era un hombre de honradez pura, esclavo de su dignidad, ferviente devoto del deber hasta el martirio callado y frío; poseía convicciones profundas; creía en la libertad y en su triunfo y excelencias, como en Dios y en sus atributos; era de los que creen en la absoluta necesidad de los grandes sacrificios personales para que triunfen las grandes ideas, y viendo llegado el momento de ofrecer víctimas, era también capaz de ofrecer su vida miserable. Era un alma fervorosa dentro de un cuerpo cobarde, pero obediente

jueves, 1 de noviembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie segunda: 4. El Grande de Oriente, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 195

Esta novela, la cuarta de la Segunda Serie de los
Episodios Nacionales: El reinado de Fernando VII,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1876.  

El Grande Oriente recoge, en su título, el nombre de una activa sociedad secreta que intervino poderosamente en los acontecimientos que agitaron la vida política española en el trienio constitucional que fue de 1820 a 1823. En este período, dominado por una agitación política y social en la que siguieron encontrando caldo de cultivo los vicios ancestrales de la sociedad española, Salvador Monsalud continúa desgranando su azarosa trayectoria civil y sentimental.

Comienza así:

Sí; era en la calle de Coloreros, en esa oscura vía que abre paso desde la calle Mayor hasta la plazuela y arco de San Ginés. Allí era, sin duda alguna, y hasta se puede asegurar que en la misma casa donde hoy admira el atónito público fabulosa cantidad de pececillos de colores dentro de estanques de madera y muestras preciosas de una importantísima industria: las jaulas de grillo. Allí era, sí, y no es fácil que ningún contemporáneo lo niegue, como han negado que Francisco I estuviese en la torre de los Lujanes y que Sertorio fundara la Universidad de Huesca (que es achaque de los modernos meterse a desmentir la tradición). Allí era, sí, en la calle de Coloreros y en la casa de los rojos peces y de las jaulas de grillos, donde vivía el gran D. Patricio Sarmiento.

LEIDO por.... Andrés:

Salvador Monsalud vuelve a la palestra, de la mano del  Galdós más irónico y socarrón. Un protagonista un poco pesimista “Si es verdad que los hombres nacen con buena o mala estrella, la que andaba por los cielos el día en que yo vine al mundo era la más mala, la más perra de todas” y que, en comparación de Gabriel de Araceli, al que dejamos al finalizar la primera serie, resulta más lleno de contradicciones y por lo tanto más real, más creíble. Y de la mano de este personaje el autor nos hace una descripción feroz de la masonería y otras sociedades de entonces.

 
Píramo y Tisbe [representados en un fresco de Pompeya] no 
tuvieron que horadar paredes para hablarse

Vuelve
Galdós a demostrarnos que la casta nos viene a los galgos de largo:
  • Era, en fin, la corrupción de la masonería extranjera, que al entrar en España había de parecerse necesariamente a los españoles
  • es el primer caso que veo de un hombre a quien le dan esta bendición de Dios que yo tengo en la mano y se queda sereno y frío como tú estás ahora. Tú no eres hombre, tú no eres español. [al darle una canonjía admirable en la secretaría del Consejo de Indias]
  • en todos los incidentes de la sesión salía a la superficie un espumarajo de gárrula patriotería
  • El partido es el partido, y el que no crea que el partido es como debe ser, espere a ver en qué para el partido y se convencerá”, pero ¿en que año se dijo esto?¿no parece de ahora mismo?. Lo dice el mismo Galdós: “orador que, como se ha visto, no ha dejado de tener herederos en la política española.
Si para algo sirve la lectura de estos libros es para darse cuenta de que las situación actual no ha surgido de la nada.


Socarrón
Galdós, y un poco cruel a veces: 
-Pues mi opinión es que elijamos un tonto. Es fácil de encontrar.
-Ya tengo mi hombre -dijo vivamente y con alegría Monsalud.
-¿Has hallado el tonto?
-Un maestro de escuela.
-Viene a ser lo mismo.
 y ambiguo otras:la pobre Andrea, avisada del peligro por una intuición potente, hizo esfuerzos instintivos para sostenerse erguida y pomposa, vuelta hacia el sol la virginal corola; pero el viento soplaba con demasiada fuerza y se dobló

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
empingorotar
pamema
Madre e hijo son tan amables que, la verdad, cuando uno entra en esta casa, no encuentra la puerta para salir.
Dicen que habrá tocata de trágalas y sinfonía de mueras y vivas

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
¡Guay de nosotros si no les ayudamos!


Mi cachico:

Poco después del medio día una horda de caníbales se reunía en la Puerta del Sol, mejor dicho, se diseminaba, marchándose cada animal por su lado, después de acordar juntarse por la tarde en el mismo sitio. Así lo hicieron, y las autoridades miraban aquello como se mira una fiesta. Después de las cuatro los grupos volvieron a invadir la Puerta del Sol. Había en ellos una frialdad solemne y lúgubre, como de quien no fía nada al acaso ni a la pasión, sino al cálculo y a la consigna. La autoridad seguía no viendo nada, o negligente o cómplice o imbécil que las tres cosas pueden ser. Los grupos susurraban, y por un momento vacilaron; pero al cabo de cierto tiempo dirigiéronse por la calle de Carretas y las de Barrionuevo y la Merced, a la cárcel de la Corona. Llenose la calle de la Cabeza en su mayor parte. Destacábase al frente de uno de los grupos el ciudadano Pelumbres, arengando como una bestia que hubiese aprendido durante corto tiempo y por arte milagroso, el lenguaje de los hombres. Casi todos llevaban armas menos él. 

Considerando que su persona no estaba completa, pidió una navaja; mas como nadie se hallase dispuesto a tal generosidad, dirigió su mirada de buitre a todas partes. Hacia la calle de San Pedro Mártir estaban construyendo una casa. Pelumbres se acercó a la empalizada; vio algunas piedras de granito a medio labrar y encima de ellas un gran martillo. 

-Para el sastre la aguja -dijo-, la lezna para el zapatero; el cuerno, para el toro, y para el herrero el martillo