lunes, 16 de enero de 2012

EL NIDO DE LA SERPIENTE de Pedro Juan Gutiérrez

Edición, 2006
Editorial: Anagrama
Páginas: 211

Esta novela de Pedro Juan Gutiérrez se publicó en el 2006.

Pedro Juan aquí tiene entre quince y veintiún años y vive en Matanzas, una ciudad portuaria cerca de La Habana, en los años sesenta. Es un joven impetuoso, insolente y quizás un poco alocado, que atraviesa esta novela a la velocidad de un torpedo. Decenas de personajes aparecen y rebotan contra Pedro Juan, para conformar así una visión vertiginosa de una época especialmente caótica y efervescente. Muchos mitos actuales nacieron en la década de los sesenta. Uno de los supervivientes narra aquí su vida desesperada y reflexiona con una visión abismal sobre los restos del naufragio.


LEIDO por.... Andrés:

Buscaba informarme sobre la literatura cubana contemporánea, cuando encontré en internet un curioso artículo titulado Sátira híbrida y sujeto menipeo: la literatura cubana y latinoamericana actual. Lo leí seducido por lo extraño, para mí, del título y por saber que era el sujeto menipeo. Me enteré entonces de que algunos libros que había leido, como Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, Respiración artificial de Ricardo Piglia y La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo eran ejemplos de la sátira menipea ¡y yo sin enterarme!, y me topé con tres novelas que no había leído,  de  tres autores desconocidos para mi, salvo el último,  que incluí rápidamente en mi lista de libros pendiente: Cocuyo de Severo Sarduy, El rey de la Habana de Pedro Juan GutiérrezEl color del verano de Reinaldo Arenas. Me puse a buscar alguno de los tres libros y el único que encontré fue esta novela del segundo autor.

Aunque empieza diciendo: “Advertencia del autor: Esta novela es una obra de ficción. Todos los sucesos y personajes son imaginarios”, el subtítulo de la novela Memorias del hijo del heladero  y el nombre del protagonista, Pedro Juan, lleva a pensar que tiene mucho de autobiográfico. Aunque si la resistencia sexual del protagonista fuera real, se trataría de una resistencia fuera de lo normal, para acomplejar, vamos.
Vendedor de Helados en La Habana (1900)

Se trata de la juventud y principios de la vida adulta de un cubano y su Panchito, al que no le gustan las normas, partidario de vivir según sus intereses e impulsos y para quien el sexo es algo de importancia capital. Al inicio de la novela es joven: “No entendía nada de amor, ni de boleros, ni de muerte y sensaciones de pérdida. Nada de nada. Y por tanto era cruel, despiadado, ignorante y feliz. El nombre habitual. Es decir, un imbécil perfecto”. Asistimos a su deambular por la vida, sin rumbo, tachonada por multitud de mujeres de todo tipo, edad y condición, que apenas dejan huella en su vida y que van conformando su forma de ser y de entender el futuro.

Una búsqueda de la libertad individual en una Cuba, donde el yoga y la meditación estaban prohibidos ya que “se consideraba una práctica individualista, en contraposición con el colectivismo imperante”, reflejada en la secuencia en que le regalan la chaqueta que ilustra la portada:
“Fue al closet. Cogió una pieza en un perchero y me la dio:
-Este jacket es para ti.
Era un chaqueta de cuero marrón. En la espalda, grabado en relieve, tenía un águila con las alas extendidas y un letrero: BORN TO BE FREE.
Búsqueda que ni al final se interrumpe, “tenía que seguir caminando y atravesar la furia y el horror.

Novela que atrapa y que por su escritura tan compulsiva se devora sin sentir. Hay que advertir, sin embargo, que no es apta para personas de moral estrecha.

Encontramos crítica de la situación política en bastantes pasajes de la novela:
Era mal visto tener brújulas, hablar inglés y escuchar a los Beatles. Desviación ideológica.  Tampoco se podía andar pelú y con los pantalones apretados. Eso era cosa de maricones. Y ser maricón también era desviación ideológica. Había que ser macho. Y demostrarlo"
El majá de Santa María (Epicrates angulifer), de la familia de las boas, 
es el mayor ofidio de Cuba y constituye una variedad endémica de la isla 

Para ver y escuchar el 1er movimiento del Concierto para chelo, de Schumann : 

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
Eres más vago que la quijá de arriba

Palabras o expresiones sorprendentes:
"mujeres de orilla"
"jugar con los cinco latinos" (onanismo)
"¿Qué usted dice?"
"Ponerse sata"  (coquetear)
"Mecanear, chapistear"
"Mujeres encueras"


Mi cachico:

En aquella época no era saludable madurar esas ideas en mi cerebrito. Las puse a un lado. Ideas demasiado diferentes para decirlas en voz alta. Hasta leer a Herman Hesse era un problema. Nietzsche y Sade nunca habían existido. La lista de libros «con problemas ideológicos» aumentaba.

De todos modos esas ideas siguieron ahí. En lo profundo. En la oscuridad,. Anidando. El nido de la serpiente.

La crisis explotó unos años después, cuando ya tenía veinte o veintiún años: depresivo, suicida, furioso, loco, lascivo-sádico, borracho, agresivo. Todo al mismo tiempo. Autodestructivo. Claro. La serpiente venía incubando desde la adolescencia. La relación amor/odio respecto del resto de la manada. Cuando al fin lo entendí, comencé a tomar distancia. ¿Antisocial? No lo creo. Asocial. Me siento mejor cuanto más silencio y soledad hay a mi alrededor.

PEDRO JUAN GUTIÉRREZ

Cuba (Matanzas, 1950)

Estudió en el colegio de la ciudad pero la calle era otro de sus espacio favoritos en búsqueda de experiencias intensas. En 1961 el padre de Pedro Juan Gutiérrez perdió su pequeño negocio de helados a causa de la nacionalización del Gobierno Revolucionario, sin compensaciones. Realizó el Servicio Militar Obligatorio y hasta los veinticinco años, Pedro Juan Gutiérrez trabajó sucesivamente como obrero agrícola y de la construcción, soldado, profesor de dibujo técnico, dirigente sindical, constructor, locutor, periodista y actor de radio, entre otros oficios.

En 1978 obtuvo el título de Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana, mediante un curso especial para trabajadores. Trabajó como periodista en radio, televisión, una agencia de noticias y en la revista semanal Bohemia. Entrevistó en Moscú al cosmonauta ruso Yuri Romanenko, durante la primavera de 1985. En la década de los ochenta realizó investigaciones en varias cárceles. También en favelas de Brasil, en la frontera entre Estados Unidos y México y en el sur de España. Con estos materiales elaboró diversos reportajes que le valieron algunos premios nacionales de periodismo. Durante esos años visitó la Unión Soviética, Alemania Oriental, México, Brasil y otros países.

Comenzó a escribir Melancolía de los leones, libro que le llevó unos trece años de elaboración. Desde 1980, aproximadamente, comenzó a experimentar con la poesía visual, la cual desarrolló intensamente y participó en cientos de exposiciones en más de veinte países con sus obras de pequeño formato aunque actualmente está más volcado en su faceta de pintor abstracto matérico.

En octubre de 1998 se publicó su Trilogía sucia de La Habana. El éxito de crítica y público fue instantáneo. El 11 de enero de 1999, sin explicaciones, la revista Bohemia prescindió de los servicios de Pedro Juan Gutiérrez. De esa forma concluía una larga etapa de veintiséis años. Iniciaba así el Ciclo de Centro Habana, que completó con El Rey de La HabanaAnimal tropical, premio español Alfonso García-Ramos de Novela 2000, El insaciable hombre araña y Carne de perro, premio italiano Narrativa sur del mundo de 2003.  

Posteriormente publicó Nuestro GG en La Habana (2004) y El nido de la serpiente (2006). También ha escrito tres libros de poesía y una novela policial.

(Más información: Wikipedia, Sitio oficial, epdlp)

jueves, 12 de enero de 2012

LOS ENAMORAMIENTOS de Javier Marías


Edición, 2011
Editorial: Círculo de Lectores
Páginas: 395

Esta novela de Javier Marías se publicó en el 2011.
María Dolz, la narradora y protagonista, sólo supo su nombre «cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse en un muerto: lo último de lo que se debió de dar cuenta fue de que lo acuchillaban por confusión y sin causa».
Con una prosa profunda y cautivadora, esta novela reflexiona sobre el estado de enamoramiento, considerado casi universalmente como algo positivo e incluso redentor a veces, tanto que parece justificar casi todas las cosas: las acciones nobles y desinteresadas, pero también los mayores desmanes y ruindades.
Los enamoramientos es también un libro sobre la impunidad y sobre la horrible fuerza de los hechos; sobre la inconveniencia de que los muertos pudieran volver, por mucho que se los haya llorado y que en apariencia nada se deseara tanto como su regreso, o al menos que siguieran vivos; también sobre la imposibilidad de saber nunca la verdad cabalmente, ni siquiera la de nuestro pensamiento, oscilante y variable siempre.

LEIDO por.... Andrés:

Acérrimo lector de Javier Marías, no podía perderme éste. Babelia, el suplemento de El País, lo destacó como el mejor libro de 2011.

Muy en la línea de lo último de este autor, prosa muy elaborada, grandes párrafos y más soliloquios que nunca, lo que hace que requiera una atención activa para seguir su discurso. En el arranque parece de lectura más fácil que otras obras suyas, pero solo es un espejismo.

Narra, en primera persona, todas las elucubraciones de la protagonista, lo que convierte a la novela, más que en el relato de unos hechos, en un viaje a la mente de una mujer que se permite desnudarse ante nuestros ojos, que al hilo de su enamoramiento va mostrándonos todas las motivaciones de su vida, aquellas de las que podría sentirse orgullosa y aquellas otras, no tan honorables, que también anidan en nuestra mente, y que en su caso se generan a resultas de su relación con el entorno del muerto que aparece en las primeras líneas del libro.

El que la protagonista trabaje en una editorial, le permite dar un buen repaso a los escritores, sin duda con conocimiento de causa del autor, en su doble labor de escritor y editor:
  • Son gente rara, la mayoría
  • Todavía hay algún pirado que sigue utilizando esta última” (máquina de escribir, Ironía no le falta, esto es por él mismo)
  • Hay que ser un poco anormal para ponerse a trabajar en algo sin que nadie se lo mande a uno.
  • Al igual que tantos escritores, era gorrón, tacaño y sin orgullo
    Esto le permite, también, algún guiño a su labor editorial: “convencí a Eugeni de que preparásemos a toda prisa una edición de El Coronel Chabert, con traducción nueva y muy buena (la más reciente era en efecto malísima), y le añadimos tres cuentos más de Balzac para conseguir un volumen con lomo, ya que esa novela es bastante breve, lo que en francés llaman nouvelle
    Un buen libro.

    Mi cachico:

    “La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida y jamás había cruzado con él una palabra. Ni siquiera sabía su nombre, lo supe sólo cuando ya era tarde, cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse en un muerto, si es que no lo era ya para su propia conciencia ausente que nunca volvió a presentarse: lo último de lo que se debió de dar cuenta fue de que lo acuchillaban por confusión y sin causa, es decir, imbécilmente, y además una y otra vez, sin salvación, no una sola, con voluntad de suprimirlo del mundo y echarlo sin dilación de la tierra, allí y entonces. Tarde para qué, me pregunto. La verdad es que lo ignoro. Es sólo que cuando alguien muere, pensamos que ya se ha hecho tarde para cualquier cosa, para todo —más aún para esperarlo—, y nos limitamos a darlo de baja. También a nuestros allegados, aunque nos cueste mucho más y los lloremos, y su imagen nos acompañe en la mente cuando caminamos por las calles y en casa, y creamos durante mucho tiempo que no vamos a acostumbrarnos. Pero desde el principio sabemos —desde que se nos mueren— que ya no debemos contar con ellos, ni siquiera para lo más nimio, para una llamada trivial o una pregunta tonta (‘¿Me he dejado ahí las llaves del coche?’, ‘¿A qué hora salían hoy los niños?’), para nada. Nada es nada. En realidad es incomprensible, porque supone tener certidumbres y eso está reñido con nuestra naturaleza: la de que alguien no va a venir más, ni a decir más, ni a dar un paso ya nunca —para acercarse ni para apartarse—, ni a mirarnos, ni a desviar la vista. No sé cómo lo resistimos, ni cómo nos recuperamos. No sé cómo nos olvidamos a ratos, cuando el tiempo ya ha pasado y nos ha alejado de ellos, que se quedaron quietos.

    Pero lo había visto muchas mañanas y lo había oído hablar y reírse, casi todas a lo largo de unos años, temprano, no demasiado, de hecho yo solía llegar al trabajo con un poco de retraso para tener la oportunidad de coincidir con aquella pareja un ratito, no con él —no se me malentienda— sino con los dos, eran los dos los que me tranquilizaban y me daban contento, antes de empezar la jornada. Se convirtieron casi en una obligación. No, la palabra no es adecuada para lo que nos proporciona placer y sosiego. Quizá en una superstición, aunque tampoco: no es que yo creyera que me iba a ir mal el día si no compartía con ellos el desayuno, quiero decir a distancia; era sólo que lo iniciaba con el ánimo más bajo o con menos optimismo sin la visión que me ofrecían a diario, y que era la del mundo en orden, o si se prefiere en armonía. Bueno, la de un fragmento diminuto del mundo que contemplábamos muy pocos, como pasa con todo fragmento o vida, hasta la más pública o expuesta. No me gustaba encerrarme durante tantas horas sin haberlos visto y observado, no a hurtadillas pero con discreción, lo último que habría querido era hacerlos sentirse incómodos o molestarlos. Y habría sido imperdonable ahuyentarlos, además de ir en perjuicio mío. Me confortaba respirar el mismo aire, o formar parte de su paisaje por las mañanas —una parte inadvertida—, antes de que se separaran hasta la siguiente comida, probablemente, que tal vez ya era la cena, muchos días. Aquel último en que su mujer y yo lo vimos, no pudieron cenar juntos. Ni tan siquiera almorzaron. Ella lo esperó veinte minutos sentada a una mesa de restaurante, extrañada pero sin temer nada, hasta que sonó el teléfono y se le acabó su mundo, y nunca más volvió a esperarlo.”

    JAVIER MARÍAS

    España (Madrid, 1951)

    Es hijo del filósofo Julián Marías. Estudió en el Colegio Estudio y posteriormente, tras concluir su instrucción secundaria, acudió a la facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Complutense, llegando a ejercer en los años 80 la docencia en el mismo centro y en la Universidad de Oxford.

    Junto a su tarea de escritor, que inició en su adolescencia, María ejerció labores de traductor, llegando a conseguir en 1979 el premio Nacional de Traducción por su traducción de Tristram Shandy de Laurence Sterne. Gracias a Juan Benet vio publicado su primer libro, Los Dominios Del Lobo (1971). Con anterioridad había escrito un texto llamado La Víspera que nunca fue editado.

    Más tarde publicaría Travesía del horizonte, El monarca del tiempo, El siglo, El hombre sentimental (Premio Ennio Flaiano), Todas las almas (Premio Ciudad de Barcelona), Corazón tan blanco (Premio de la Crítica, Prix l´Oeil et la Lettre, IMPAC Dublin Literary Award), Mañana en la batalla piensa en mí (Premio Fastenrath, Premio Rómulo Gallegos, Prix Femina Étranger, Premio Mondello di Palermo), Negra espalda del tiempo, de los tres volúmenes de Tu rostro mañana:1 Fiebre y lanza (Premio Salambó), 2 Baile y sueño, 3 Veneno y sombra y adiós, y de Los enamoramientos; de los relatos Mientras ellas duermen y Cuando fui mortal; de las semblanzas Vidas escritas y Miramientos; de la antología Cuentos únicos; de sendos homenajes a Faulkner y Nabokov y de quince colecciones de artículos y ensayos.

    En 1997 recibió el premio Nelly Sachs, en Dortmund; en 1998, el Premio Comunidad de Madrid; en 2000, los Premios Grinzane Cavour, en Turín, y Alberto Moravia, en Roma; en 2008 los Premios Alessio, en Turín, y José Donoso en Chile; y en 2011, el Premio Nonino, en Udine, y el Premio de Literatura Europea de Austria, todos ellos por el conjunto de su obra.

    Sus obras se han publicado en cuarenta y un lenguas y en cincuenta y un países, con más de seis millones de ejemplares vendidos. Es el escritor español vivo con mayor proyección internacional en las más altas esferas literarias.

    Es miembro de la Real Academia Española.

    (Más información: Wikipedia, Página personal, Lecturalia)

    viernes, 6 de enero de 2012

    LLAMADAS TELEFÓNICAS de Roberto Bolaño

    9ª Edición, 2010
    Editorial: Anagrama
    Páginas: 204

    Catorce relatos cortos de Roberto Bolaño, publicado en 1997.

    Decía Hemingway que un buen relato debe ser como un iceberg; lo que se ve es siempre menos que lo que queda oculto bajo el agua, y otorga intensidad, misterio, fuerza y significación a lo que flota en la superficie. Los cuentos de este libro cumplen con tal premisa, pero también se sustentan en una afirmación que hace el autor en uno de ellos: la cultura es la realidad. Y así es, al menos en su territorio literario: relatos abiertos, nada previsibles, donde lo que está más allá de la historia que se cuenta -siempre apasionante-, el enigma que hay que desvelar, subyace a lo escrito; donde en cada uno de ellos hay una figura inscrita en la trama del tapiz que hay que descubrir, una figura en la que realidad y ficción se imitan la una a la otra.

    Sensini, un viejo escritor sudamericano exiliado -y aquí aparecen las sombras de Onetti y de Moyano, entre otros-, enseña a otro escritor más joven, también expatriado, la picaresca de los premios literarios de provincias. Joanna Silvestri, antigua diva del cine porno, nos habla de su relación con Jack, uno de sus partenaires, y no podemos sino recordar a un célebre actor de este circuito, que murió hace poco de sida tras una vida bastante enigmática. Henry Simon Leprince, o la peripecia, en tiempos convulsos, de un escritor sin talento pero poseído por la literatura. William Burns, un americano tranquilo de California del sur, se ve envuelto en una historia de relaciones triangulares, asesinatos equivocados. Relatos que remiten a otros relatos, a otros escritores, a otras historias, a películas, la obra de un fabulador que, como afirmó un crítico, "mantiene un constante diálogo con la tradición literaria más inteligente, culta y refinada", pero también utiliza con humor y sabiduría los géneros populares.

    LEIDO por.... Andrés:

    Eligió para regalarme este final de año un libro de Roberto Bolaño, sabía que era un autor que me gustaba mucho, pero no se dio cuenta que los cuentos no me entusiasmaban. Supuso que mi interés por leer su regalo y a Bolaño se impondrían a mis recelos. Y así fue, claro. Afortunadamente, añado, porque me han gustado muchísimo todos los cuentos y no sabría decir cual más.

    Son cuentos tristes, sobre personas solitarias y problemáticas,  sobre seres perdidos, fracasados y desgraciados. Son historias sin final, en las que,  la mayor de las veces, el valor está en el coprotagonista, en el otro. Narradas algunas veces recurriendo al narrador indirecto, con un propósito que no alcanzo a vislumbrar.

    Son 14 cuentos agrupados en tres grupos: Llamadas telefónicas, Detectives y Vida de Anne Moore. El nombre corresponde al último cuento de cada grupo y no entiendo muy bien el motivo para su agrupamiento, ya que el tema no parece que lo sea, ni la razón de ese título. El libro, siguiendo la misma regla, debería haberse llamado Vida de Anne Moore, el último cuento.

    ¡Muy buen libro!


    Mi cachico:

    A su manera, fue pródigo en detalles. Dijo que el pueblo no tenía más de sesenta casas, dos cantinas,una tienda de comestibles. Dijo que las casas eran de adobe y que algunos patios estaban encementados. Dijo que de los patios escapaba un mal olor que a veces resultaba insoportable. Dijo que resultaba insoportable para el alma, incluso para la carencia de alma, incluso para la carencia de sentidos. Dijo que por eso algunos patios estaban encementados. Dijo que el pueblo tenía entre dos mil y tres mil años y que sus naturales trabajaban de asesinos y de vigilantes. Dijo que un asesino no perseguía a un asesino, que cómo iba a perseguirlo, que eso era como si una serpiente se mordiera la cola. Dijo que existían serpientes que se mordían la cola. Dijo que incluso había serpientes que se tragaban enteras y que si uno veía a una serpiente en el acto de autotragarse más valía salir corriendo pues al final siempre ocurría algo malo, como una explosión de la realidad. Dijo que cerca del pueblo pasaba un río llamado Río Negro por el color de sus aguas y que éstas al bordear el cementerio formaban un delta que la tierra seca acababa por chuparse. Dijo que la gente a veces se quedaba largo rato contemplando el horizonte,el sol que desaparecía detrás del cerro El Lagarto, y que el horizonte era de color carne, como la espalda de un moribundo. ¿Y qué esperan que aparezca por allí?, le pregunté. Mi propia voz me espantó. No losé, dijo. Luego dijo: una verga. Y luego: el viento y el polvo, tal vez. Después pareció tranquilizarse y al cabo de un rato creí que estaba dormido. Volveré mañana, murmuré, tómate las medicinas y no te levantes.

    lunes, 2 de enero de 2012

    SIGNATURA 400 de Sophie Divry

    Traducción: María Enguix Tercero
    Edición, 2011
    Editorial: Blackie Books
    Páginas: 106

    Ni siquiera tiene nombre. Y es que nadie habla con ella, como no sea para pedir libros en préstamo. Su consuelo: las buenas lecturas (siempre de autores muertos) y estar rodeada de seres incluso más tristes que ella.

    Se pasa los días ordenando, clasificando, poniendo signaturas. No pensaba ser bibliotecaria, pero abandonó las oposiciones por un hombre. Ahora el amor le parece una pérdida de tiempo, un trastorno infantil. Claro que el deseo es muy traicionero, y ella guarda unos pendientes en el cajón.

    Preferiría la sección de historia a la de geografía, allí en el sótano de una biblioteca de provincias, donde lleva la mitad de la vida, donde ya empieza a ser vieja, pero el anonimato al menos le concede pequeñas venganzas. De las que quizás solo ella se percata. Porque, además, en el orden de la biblioteca se cifran las jerarquías de la vida: la de los ricos y los pobres, los privilegiados y los subalternos, los que tienen un amor y los que no.

    Pero cuando no hay nadie, cuando la biblioteca está cerrada, incluso puede  y sabe- darle voz a su neurosis, a sus angustias, al vértigo del saber libresco. Y entonces descubrimos que los neuróticos pueden ser buenos narradores, cosa no tan evidente. Cosa que tal vez logran, sobre todo, los buenos fingidores, los escritores que dan vida a los buenos personajes.

    Sólo le queda, pues, la literatura. Para elevarse, dice ella. Los libros, los buenos libros. Y quizá, también, los buenos lectores, que van a la biblioteca en busca de algo más que calefacción o aire acondicionado, y que dan vida a las grandes historias, como el breve monólogo de esta mujer insignificante, que relata su desencanto con acritud y humor. ¿O es un diálogo? ¿O acaso la pregunta tiene sentido?

    Un texto precioso que, desde luego, reclama todas las lecturas del mundo. La primera novela publicada de Sophie Divry, que tiene treinta años, vive en Lyon y ojalá escriba y publique mucho más.

    LEIDO por.... Andrés:

    Me lo recomendó Ángela, antigua contertulia.

    Lo primero que tengo que indicar es que es un libro bonito, sobre todo por su espléndida carátula.

    El título hace mención al sistema de clasificación de libros conocido como CDU (Clasificación Decimal Universal). Cada clase se conoce como signatura, y la signatura 400 permanece usualmente vacía.

    Me ha parecido un libro insustancial, que se lee fácil, porque es corto (es corto porque el tema tal como está tratado no daba para más) y sin complicaciones, pero una vez más, con estos libros que parecen preparados para su consumo masivo, cuando lo acabas no te deja nada.

    Ya lo he olvidado.