martes, 30 de noviembre de 2010

LA NIETA DEL SEÑOR LINH de Philippe Claudel

Traducción: José Antonio Soriano
1ª Edicion: 2006
Editorial: Salamandra
Páginas: 126

Una fría mañana de noviembre, tras un penoso viaje en barco, un anciano desembarca en un país que podría ser Francia, donde no conoce a nadie y cuya lengua ignora. El señor Linh huye de una guerra que ha acabado con su familia y destrozado su aldea. La guerra le ha robado todo menos a su nieta, un bebé llamado Sang Diu, que en su idioma significa «Mañana dulce», una niña tranquila que duerme siempre que el abuelo tararee su nana, la melodía que han cantado durante generaciones las mujeres de la familia. Instalado en un piso de acogida, el señor Linh sólo se preocupa por su nieta, su única razón de existir hasta que conoce al señor Bark, un hombre robusto y afable cuya mujer ha fallecido recientemente. Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios que hablan distintas lenguas, pero que son capaces de comprenderse en silencio y a través de pequeños gestos. Ambos se encuentran regularmente en un banco del parque hasta que, una mañana, los servicios sociales conducen al señor Linh a un hospicio que no está autorizado a abandonar. El señor Linh consigue, sin embargo, escapar con Sang Diu y adentrarse en la ciudad desconocida, decidido a encontrar a su único amigo. Su coraje y determinación lo conducirán a un inesperado desenlace, profundamente conmovedor.
Tras el enorme éxito de Almas grises, Philippe Claudel ha vuelto a causar un gran impacto con esta exquisita fábula sobre el exilio y la soledad, o lo que es lo mismo, la lucha por preservar la identidad. Su estilo narrativo extremadamente depurado, casi minimalista, marca un punto de inflexión en la trayectoria de Claudel, ganador del Premio Renaudot 2003. La nieta del señor Linh ha sido recibida con entusiasmo en Francia, donde permanece en las listas de los libros más vendidos desde su aparición. Elogiada unánimemente por la crítica y el público, se han vendido más de 200.000 ejemplares y se publicará en once idiomas.

LEIDO por.... Andrés:

Novela con solo dos personajes, el señor Linh y el señor Bark, que nos relata, con una prosa fácil, los días de un anciano emigrante en el caos de una gran ciudad.

La forma en que el narrador nos lleva detrás del señor Linh, “desnuda a la pequeña”, o “el anciano ha salido del comedor y camina con paso vivo”, crea un distanciamiento, o así me lo ha parecido a mi, que nos aleja de sus sufrimientos, enfría la narración emocionalmente y despersonaliza al protagonista. Esta circunstancia hace que durante la lectura de la novela no haya logrado entrar en la historia, a pesar de su, a veces, hermosa prosa, “son frágiles estatuas de rostro triste que tiritan en absoluto silencio”, “sus pupilas son como cuentas de cristal en el centro de charquitos de agua”, y del dramatismo de los hechos narrados. Lástima.

El final, que se supone tiene que ser sorprendente, resulta menos de lo esperado.

Mi cachico:

Un anciano en la popa de un barco. En los brazos sostiene una maleta ligera y a una criatura, todavía más ligera. En anciano se llama Linh. Es el único que lo sabe, porque el resto de las personas que lo sabían están muertas.
De pie en la cubierta, ve alejarse su país, el país de sus antepasados y sus muertos, mientras la criatura duerme en sus brazos. El país se aleja, se hace infinitamente pequeño, y el señor Linh lo ve desaparecer en el horizonte durante horas, pese al viento que sopla y lo zarandea como a una marioneta.”

PHILIPPE CLAUDEL

Francia ( Dombasle-sur-Meurthe, 1962)

Ha sido profesor en varios liceos, y de Antropología Cultural y Literatura en la Universidad de Nancy. Trabaja como guionista y director de cine, llevando a la pantalla algunas de sus obras.

Cultiva el género de la novela, siendo sus obras de planteamientos poco frecuentes profundizando en los problemas humanos. Sus descripciones son sencillas con tramas minimalistas, teniendo frecuentemente como fondo, el horror de la guerra. Ha obtenido varios premios y ha sido abundantemente traducido. Ha publicado tres novelas, Almas grises (2003), La nieta del señor Linh (2005) y El informe de Brodeck (2007)

(Más información: Wikipedia, Sitio oficial)

lunes, 22 de noviembre de 2010

JARDÍN DE INVIERNO de Monika Zgustova

Traducción: Monika Zgustova
Edicion, 2009
Editorial: Destino
Páginas: 229

Esta novela de Monika Zgustova se publicó en 2009.

Eva ha disfrutado desde muy joven de la atmósfera culta y exquisita de su Praga natal, en la que vive dividida entre el amor de dos hombres antagónicos: Karel, un artista de una exacerbada sensibilidad, y Milan, un militante comunista un tanto zafio. A la incertidumbre amorosa se unen los avatares históricos de la Europa del Este, que cambiarán sus relaciones una y otra vez: el estalinismo, la Primavera de Praga, la disidencia interior y, finalmente, tras la caída del muro de Berlín, la transición hacia la democracia y la economía de mercado.

LEIDO por.... Andrés:

Buscando algo por internet me encontré con una reseña de esta novela que me invitó a buscar algo más. Resultado: he leído la novela pensando en la tertulia. Curiosamente, toda novela que no pase de 250 páginas tiene un atractivo añadido para mí.

Deliciosa novela sobre la vida de Eva, sobre Praga, la bella Praga, y la República Checa; sobre su historia, su cultura y su música (¿no había cine en Praga?), siempre presente.

El cambio abrupto en su librería, después de “doce y ocho años”, sirve de parábola de lo sucedido en el país, en Praga, que “se había transformado, las oscuras calles nostálgicas se habían vestido de danza, las casas barrocas y los palacio góticos ya no saludaban a los transeúntes con melancolía”, y en su vida y la de los praguenses.

Con una prosa que se lee muy fácil, nos permite seguir los acontecimientos de una mujer que no puede hacerse con las riendas de su vida.

Curiosa forma de enlazar las secuencias, si una termina:
¿Por eso mi abuela me advertía: Eva, ten cuidado?

-Eva, ten cuidado -me previno mi abuela otra vez al cabo del tiempo.....” , así empieza la siguiente.

Es conveniente señalar que Zgustova escribe en checo y luego se traduce al español.

Mi cachico:

Antes de cruzar la avenida Národní, los novios miraron a un lado y a otro para cerciorarse de que no venía ningún coche, pero entonces advirtieron, como todos los demás, la presencia de un enorme tanque soviético que venía hacia ellos. Se guiñaron el ojo, traviesos; con un gesto elegante, Halenka recogió la larga falda de su airosos vestido de novia; el novio, de esmoquin, la tomó por el codo y aceleraron el paso, tanto como a la novia se lo permitían sus altísimos tacones de aguja. Más que correr daban pasos diminutos como una pareja de geishas, y no paraban de soltar carcajadas, mientras que a diez metros avanzaba con estruendo metálico, ceremoniosos e imparable, un tanque que parecía a punto de devorar hasta a sus héroes más valientes. Nos detuvimos en la acera y sin aliento esperamos a ver qué ocurría. Dos pasos más y el novio cruzó, arrastrando a la novia con él. El tanque nos obstaculizaba la vista, y nos mantuvimos inmóviles temiendo lo peor. Pero cuando el tanque acabó de pasar, majestuoso como una pesada matrona, vimos que Helenka nos saludaba agitando con la mano su cola de novia ennegrecida y rota. Echó una mirada pícara al novio y subió el velo como una persiana para besarlo en la boca; y nos dimos cuenta de que así ambos celebraban una victoria sobre la historia desafiada, la historia que había hecho lo posible para irrumpir en su vida y dominarla desde ese mismo día

MONIKA ZGUSTOVA

República Checa (Praga, 1956)

Vive desde los años ochenta en Barcelona. Traductora, escritora y periodista, tiene en su haber más de cincuenta traducciones, del checo y del ruso, de Bohumil Hrabal, Jaroslav Hasek, Václav Havel, Milan Kundera y Fiodor Dostoievski, entre otros, por las que ha recibido el premio Ciudad de Barcelona y el Premio de las Letras Catalanas. Es autora de una biografía novelada de Bohumil Hrabal, Los frutos amargos del jardín de las delicias (Destino, 1997), y de varias novelas, entre las que destaca La mujer silenciosa, aclamada entre las cinco mejores novelas del 2005 tras quedar finalista del Premio Nacional de Narrativa y de la que Zoe Valdes ha dicho que “es una de las mejores novelas que he leído en mi vida”. Su última novela ha sido Jardín de Invierno.

(Más información: Lecturalia, ABC, Centro de Cultura Contemporanea de Barcelona)

sábado, 20 de noviembre de 2010

LA HISTORIA DE EDGAR SAWTELLE de David Wroblewski

Traducción: Claudia Conde
Edicion, 2010
Editorial: Planeta
Páginas: 576

Esta novela de David Wroblewski fue publicada en 2008

Edgar Sawtelle es un niño mudo que desde muy pequeño se comunica solo en lengua de signos. Lleva una vida apacible y feliz junto a sus padres y su perra Almondine, su inseparable amiga y aliada, en su granja en Wisconsin.

Desde generaciones, los Sawtelle han criado y entrenado una raza ficticia de perros, conocidos como perros Sawtelle, con unos valores y características que los hacen unos animales nobles y inteligentes, los mejor amigos que un hombre pueda desear.

Pero el inesperado retorno de Claude, el hermano del padre de Edgar, a la granja después de muchos años, romperá la tranquila y feliz vida de esta familia y cambiará su destino, de forma irreversible, para siempre.

LEIDO por.... Andrés:

En un artículo de Maruja Torres leí que se trataba de “un libro gordo y apasionante” y algo que verdaderamente fue lo que me hizo gracia y me decidió a leer este libro: “En Estados Unidos ha arrasado durante meses, pero ello no debería constituir un inconveniente”.

Al leerlo ni me ha parecido tan gordo, porque se lee muy bien y te mantiene atado a su lectura, ni siempre tan apasionante, porque hay cosas que no he entendido demasiado bien, dejándome la sensación de que no están suficientemente explicadas algunas cosas. ¿Que pinta el perro Hachiko? ¿Cual es el papel de Forte en el libro? ¿Y su foto con Claude? Uno espera que Forte aparezca al final de la historia para dar significado a todas sus apariciones.

A mi modesto entender, podía haber llegado mucho más allá, porque la historia está bien diseñada y porque Wrobleswski escribe bien, cuenta bien las cosas, a veces desde el punto de vista de un perro.

A pesar de las pegas expuestas, es un gran libro, recomendable, como dice Maruja Torres, “sobre todo a quienes aman a los animales, y a quienes intentan o consiguen comunicarse con los perros”. También para los que quieran disfrutar con una historia de niño con perros.

Mi cachico:

En toda su vida ella siempre había encontrado lo que le pedían que buscara, y siempre había sido una sola cosa. Ahora él estaba perdido, desaparecido, transportado quizá a otro mundo, alguna tierra desconocida para ella, de la que no podía regresar. El armario estaba desconcertado como ella, y la cama no respondía a sus preguntas. No descartaba que él hubiera aprendido el secreto del vuelo, y sabía que la ventana no era lo bastante pequeña para contenerlo. Allí, durmiendo por la noche en su cama, sería la primera en verlo cuando regresara. Aunque era vieja, aún tenía preguntas que hacerle y cosas que mostrarle. Se preocupaba por él. Necesitaba encontrarlo, igual o cambiado, pero en cualquier caso lo reconocería y sentiría el sabor de la sal en su cuello.

DAVID WROBLEWSKI

EEUU (1959)

Escritor americano, trabajó varios años como programador informático antes de dedicarse a la escritura.

Su primera novela, La historia de Edgar Sawtelle, se convirtió en superventas en Estados Unidos y en 2010 alcanzó el mercado internacional.

(Más información: Wikipedia (inglés), página personal (inglés))

viernes, 19 de noviembre de 2010

84, CHARING CROSS ROAD de Helene Hanff

Traducción: Javier Calzada
Edición:
Editorial: Anagrama
Páginas: 128

Novela de Helene Hanff publicada en 1970.

En octubre de 1949, Helene Hanff, una joven escritora desconocida, envía una carta desde Nueva York a Marks & Co., la librería situada en el 84 de Charing Cross Road, en Londres. Apasionada, maniática, extravagante y muchas veces sin un duro, la señorita Hanff le reclama al librero Frank Doel volúmenes poco menos que inencontrables que apaciguarán su insaciable sed de descubrimientos. Veinte años más tarde, continúan escribiéndose, y la familiaridad se ha convertido en una intimidad casi amorosa. Esta correspondencia excéntrica y llena de encanto es una pequeña joya que evoca, con infinita delicadeza, el lugar que ocupan en nuestra vida los libros... y las librerías. 84, Charing Cross Road pasó casi inadvertido en el momento de su publicación, pero desde la década de los setenta se ha convertido en un verdadero libro de culto a ambos lados del Atlántico.

LEIDO por Andrés:

Cuando fuimos a comprar el libro la dependiente de la librería nos dijo: “¡Que libro más bonito!, lo he regalado un montón de veces”, sin embargo, la primera lectura me pareció aburrida y repetitiva. No así la segunda, con la que he disfrutado mucho.

Comienza el 5 de octubre de 1949 y termina en octubre de 1969, 20 años, en que asitimos a la evolución en la relación de una escritora americana, de no demasiado éxito, con los dependientes de una librería inglesa.

Ella norteamericana, más distendida y coloquial. Él, el típico inglés, formal y distante. La intrusión de Cecily, otra dependienta, ayuda a romper esta relación tan estirada del principio, que tan mal se le da a ella, “disfruto tratando de poner a prueba con mis pullas esa típica reserva británica...”, “me dan ganas de vomitar”, “Vengo escribiéndoles cartas de lo más descaradas desde la seguridad que me dan los 5.000 kilómetros que hay por medio

Él, tremendamente formal, según se espera de el típico inglés. El 9 de febrero de 1952, después de que ella se despidiera con “miss Hanff para usted (Soy helene, pero sólo para mis AMIGOS)” el empieza con un “Querida Helene:

Ella las empieza de distinta forma, a cual más informal:
  • ¿QUÉ PORQUERÍA DE BIBLIA PROTESTANTE ES ÉSTA?
  • ¡SOCORRO! ¡FPD
  • ¡Vamos, Frank Doel...!
  • dice que tiene una primera edición de La Universidad de Newman por seis pavos... ¡y me pregunta con aire de inocencia si la quiero!
  • ¡ESTAMOS BUENOS!
  • ¿Y A ESTO LO LLAMA USTED UN DIARIO DE PEPYS?
  • Querido Relámpago:
  • INDOLENCIA:
  • ¡Dios bendito!,
  • Frankie....
  • ¡Te vas a MORIR cuando te lo cuente, Frankie!..
  • ¡NO IRAS A DECIRME TAN TRANQUILO QUE DURANTE TODOS ESTOS AÑOS HABEIS ESTADO PUBLICANDO ESTOS MONUMENTALES CATALOCOS Y QUE ES LA PRIMERA VEZ QUE TE MOLESTAS EN ENVIARME UNO? ¡SI SERÁS BELLACO!
  • te escribo desde debajo de la cama, que es adonde me ha llevado ese Catulo.
  • domingo por la noche, ¡qué forma tan fastidiosa de comenzar 1960! no sé, frankie. 98
  • ¿Frank? Sigues todavía ahí?
  • ¿Seguimos todos vivos
El 10 mar 1961 se despide con “Besos”, pero el sigue con su sempiterno “Querida señorita Hanff

El viaje a Inglaterra, que aparece en la carta del 10 de abril de 1950, “me gustaría ir en busca de la Inglaterra de la literatura inglesa”, y que planea a lo largo de todas las cartas. “tal vez sea mejor que nunca haya estado allí. Soñé tanto con ello y durante tantísimos años... Solía ir a ver películas inglesas sólo para familiarizarme con las calles.” (en la última carta, 11 abr 69), solo se cumple en 1971 viaja a Londres, pero la librería había cerrado ya.

Es un canto de Amor a los libros, de papel:
  • jamás supuse que un libro así pudiera proporcionar un placer tan gozoso al sentido del tacto
  • Me encantan esos libros de segunda mano que se abren por aquella página que su anterior propietario leía más a menudo”, “El día en que me llegó el ejemplar de Hazlitt, se abrió por una página en la que leí: «Detesto leer libros nuevos.» Y saludé como a un camarada a quienquiera que lo hubiera poseído antes que yo
  • Lo tengo junto a mí todo el día, en mi mesa de trabajo, y de vez en cuando paro de escribir a máquina y alargo la mano para tocarlo. No porque sea una primera edición, sino porque jamás he visto un libro tan bello
  • Dentro está oscuro: hueles los libros antes de poder verlos; un olor de lo más agradable
  • es, sin lugar a dudas, el libro más hermoso que poseo, incluida mi primera edición de Newman. Parece tan nuevo y tan flamante como si nadie lo hubiera hojeado nunca, pero alguien lo ha leído: se abre espontáneamente por sus pasajes más bellos, y el fantasma de su anterior propietario me señala párrafos que jamás he leído antes
Curiosa la cantidad de religiones en una misma familia: ella judía, una cuñada católica, otra cuñada metodista, toda una legión de primos presbiterianos y una tía que es sanadora de la Iglesia de la Ciencia Cristiana. Pero que “en realidad, no conocen ni la existencia del latín

sería un verdadero milagro que alguna vez llegara a dominar una aritmética bilingüe

Sorprendente la diferente situación de EEUU y de Inglaterra en 1949, “todo lo que había dentro de su paquete son cosas que o no se encuentran aquí o sólo se pueden conseguir en el mercado negro” . El regalo de las medias de nylon, “Las chicas están emocionadísimas”. Desde luego, la inflacción de los libros no fue muy alta. (comparando precios al principio y al final)

Me ha gustado mucho el fino humor de la autora:
¡SOCORRO! ¡FPD!” (el pone en la siguiente su nombre: Frank Doel)
La carta del 25 mar 1950, está especialmente sembrada: ¡Vamos, Frank Doel...! ¿Se puede saber qué HACE usted ahí? No veo que haga NADA, salvo pasarse todo el día SENTADO
Pero mucho me temo que, cuando llegue ahí, se encuentre con que usted se ha muerto de inercia
Envíeme poetas que sepan hablar del amor sin gimotear...
¡Ande, no se quede ahí sentado! Vaya a buscarlo. La verdad es que no sé cómo puede seguir funcionando esa tienda
mi aspecto es casi tan elegante como el de una mendiga de Broadway
vivimos en una época depravada, destructora y degenerada, en la que una librería —¡una LIBRERÍA! — no tiene el más mínimo reparo en destrozar hermosos libros antiguos para emplear sus páginas como papel de embalaje
Y una sugerencia: ¿por qué no me lo envuelve en las páginas LCXII y LCXIII de ese otro libro roto para que, por lo menos, pueda enterarme de quién ganó la batalla y de en qué guerra se libró?” (había enviado un libro envuelto con las páginas de otro)
Querido Relámpago: Me aturde usted enviándome a semejante velocidad vertiginosa el Leigh Hunt y la Vulgata. Probablemente no se da usted cuenta de que apenas hace poco más de dos años que se los pedí. Si sigue manteniendo este ritmo, va a sufrir un ataque cardiaco...
mi querido dentista, me ha concedido también un mes de descanso (se fue de viaje de luna de miel..., una luna de miel que yo he financiado en gran parte). ¿Te conté que la primavera pasada me dijo que tenía que ponerme fundas en todos mis dientes o arrancármelos? Yo me decidí por las fundas..., porque me he acostumbrado a tener dientes. Pero el importe del arreglo es astronómico. Así que Isabel va a tener que subir al trono sin mí: la única coronación a la que voy a poder asistir en los dos próximos años, me temo que será la de mis dientes
Yo estoy con su madre. Quiero decir que me parece muy bien ver la espalda del Señor Dios o el rostro de la Virgen María..., de acuerdo. ¿Pero por qué demonios querría alguien ver al profeta Ezequiel?
Y claro, acaba pegándoselo a Frank:
Esperamos que pases unas felices navidades y un buen Año Nuevo a pesar de la Biblioteca Gigante Moderna.” (después de que ella le contará su odisea con los Salmos de Donne).
las esperanzas de Nora de convertirse en una abuela de muy buen ver están alejándose rápidamente
Su mujer dice al final, ya fallecido: “Frank disfrutaba leyendo tus cartas y todas ellas, o muchas, revelaban un sentido del humor muy parecido al suyo Aunque cuesta creerlo.

Señalar una conducta que sorprende a la autora y que a mi también me sorprende: “Cada primavera hago una limpieza general de mis libros y me deshago de los que ya no volveré a leer, de la misma manera que me desprendo de las ropas que no pienso ponerme ya más. A todo el mundo le extraña esta forma de proceder” Aunque si tiene sentido lo que dice a continuación “ Mis amigos son muy peculiares en cuestión de libros. Leen todos los best sellers que caen en sus manos, devorándolos lo más rápidamente posible..., y saltándose montones de párrafos según creo. Pero luego JAMAS releen nada, con lo que al cabo de un año no recuerdan ni una palabra de lo que leyeron. Sin embargo, se escandalizan de que yo arroje un libro a la basura o lo regale. Según entienden ellos la cosa, compras un libro, lo lees, lo colocas en la estantería y jamás vuelves a abrirlo en toda tu vida, ¡PERO NUNCA LO TIRAS! ¡JAMÁS DE LOS JAMASES SI ESTÁ ENCUADERNADO EN TAPA DURA! Pero... ¿por qué no? Personalmente creo que no hay nada menos sacrosanto que un mal libro e incluso un libro mediocre

Pero ésta no: “¿Por qué será que personas a las que jamás se les pasaría por la imaginación robar nada encuentran perfectamente lícito robar libros?

Se hace mención a multitud de libros, pero me resultaron, la mayoría, muy raros, en parte debido a tratarse de una escritora norteamericana y sin duda erudita

¿Como se pudo hacer una obra de teatro y una película de este libro? (pregunta retórica)

HELENE HANFF

EEUU (Filadelfia, 1918-Nueva York, 1997)

De formación autodidacta, inició su carrera literaria escribiendo obras de teatro y, más adelante, guiones para la televisión, libros infantiles, ensayos históricos y políticos y colaboraciones en el New Yorker y Harper's. La fama le llegó después de publicar 84, Charing Cross Road, que inspiró una película protagonizada por Anne Bancroft y Anthony Hopkins

(Más información: Wikipedia, Wikipedia en inglés, página personal)

lunes, 8 de noviembre de 2010

SANTA EVITA de Tomás Eloy Martínez

Edicion, 1995
Editorial: Círculo de lectores
Páginas: 359

Esta novela de Tomás Eloy Martínez se publicó en 1995.

Diosa, reina, señora, madre, benefactora, árbitro de la moda y modelo nacional de comportamiento. Santa Evita para unos y para otros una analfabeta resentida, trepadora, loca y ordinaria, presidenta de una dictadura de mendigos.

El protagonista de esta novela es el cuerpo de Eva Duarte de Perón, una belleza en vida y una hermosura etérea de 1,25 m después del trabajo del embalsamador español Pedro Ara. Un cuerpo del que se hicieron varias copias y que, en su enloquecedor viaje por el mundo durante veintiséis años, trastorna a cuantos se le acercan y se confunde con un pueblo a la deriva que no ha perdido la esperanza de su regreso.

Carlos Fuentes ha dicho: “Alucinante novela gótica, perversa historia de amor, impresionante cuento de terror, alucinante, perversa, impresionante historia nacional à rebours Santa Evita es todo eso y algo más” (artículo completo aquí), y Gabriel García Márquez: “Aquí está, por fin, la novela que siempre quise leer

LEIDO por.... Andrés:

Está novela la había visto recomendada como una de las mejores publicadas en español en los últimos 25 años, y como había leído El vuelo de la reina, del mismo autor, y me había gustado, me pareció que no me la podía perder, y acerté plenamente.

Cada capítulo lo inicia con una cita de un discurso de Eva Perón, y el cuarto lo inicia con una cita de Oscar Wilde “El único deber que tenemos con la historia, es reescribirla”, que es una declaración de intenciones del autor.

Con una prosa llena de bellas imágenes, fácil de leer, nos relata, entrelazadas, tres historias:
  • Las vicisitudes del cadáver de Eva Perón, de sus copias y de cuantos se cruzan en su camino, incluido el autor.
  • La vida de Eva Perón y
  • Las gestiones del propio autor, en la búsqueda de información para escribir las anteriores historias.
Se trata de una novela soberbia, sin duda. En una sucesión de secuencias entrelazadas, con continuos saltos en el tiempo, que el autor resuelve magistralmente, seguimos las tres historias mencionadas, atrapados en esta alucinante novela. Una maravilla, de las novelas que no hay que perderse.

Como nos cuenta el autor, afectado por la maldición del cadáver, : “Hubo un momento en que me dije: Si no la escribo, voy a asfixiarme. Si no trato de conocerla escribiéndola, jamás voy a conocerme yo. En la soledad de Highland Park, me senté y anoté estas palabras: «Al despertar de un desmayo que duró más de tres días, Evita tuvo al fin la certeza de que iba a morir» [frase con que inicia la novela]. Era una tarde impasible de otoño, el buen tiempo cantaba desafinando, la vida no se detenía a mirarme.

Mi cachico:

–Entiendo –dije, aunque no me importaba entender. Implacable, insistí: Cuando usted volvió, la caja ya no estaba.
–Se la habían llevado. No sabe cómo me puse cuando me enteré. Nunca le perdoné a papi que no me hubiera llamado para despedirme de mi Pupé. Caí otra vez enferma, creo que hasta se me pasó por la cabeza el deseo de que papi se muriera, pobre, y yo me quedara sola en el mundo inspirando lástima.
–Era el fin –dije. No se lo dije a Ella sino a mí mismo. Deseaba que las últimas escorias del pasado se borraran y aquello fuera en verdad el fin.
–El fin –aceptó Yolanda–. Yo quise a esa muñeca como sólo se puede querer a una persona.
–Era una persona –le dije.
–¿Quién? –preguntó ella, distraída, con el cigarrillo en los labios.
–Su Pupé. No era una muñeca. Era una mujer embalsamada.
Se echó a reír. Aún le quedaba un rescoldo de lágrimas: lo apagó con el agua de una risa franca, desafiante.
–Qué sabe usted –dijo–. No la vio nunca. Vino acá perdido esta mañana, a ver qué averiguaba.
–Sabía que el cadáver había estado en el Rialto dije–. No sabía por cuánto tiempo. Tampoco se me pasó por la cabeza que usted lo había visto.
–Un cadáver –dijo ella. Repitió: –Un cadáver. Lo único que faltaba. Váyase. Le abrí la puerta por curiosidad. Ahora déjeme en paz.
–Piense –le dije–. Usted ha visto las fotografías. Haga memoria. Piense.
No sé por qué insistí. Quizá lo hice por el impuro, malsano deseo de aniquilar a Yolanda. Ella era un personaje que ya había dado todo lo que podía dar a esta historia.
–¿Qué fotos? –dijo–. Váyase.
–Las del cuerpo de Evita. Salieron en todos los diarios, acuérdese. Salieron cuando el cuerpo le fue devuelto a Perón en 1971. Haga memoria. El cuerpo estaba embalsamado.
–No sé de qué me habla –dijo ella. Me pareció que lo sabía pero que se negaba a que la verdad entrara en su conciencia y la hiciera pedazos.
–Su Pupé era Evita –le dije, con saña–. Eva Perón. Usted misma se dio cuenta del parecido.
En noviembre de 1955 secuestraron el cuerpo de la CGT y lo escondieron en el Rialto.
Se adelantó hacia mí con las manos extendidas, apartándome. La voz con la que habló era estridente y aguda como la de un pájaro:
–Ya me ha oído. Váyase. ¿Qué le hice yo para que me diga lo que me dice? ¿Cómo se le ocurre que mi muñeca era una muerta? ¡Papi! –llamó–. ¡Vení en seguida, papi!
Antes había creído estar en ningún lugar. Ahora me sentía fuera del tiempo. Vi aparecer al marido en el filo de la puerta que daba al otro cuarto. Era un hombre macizo, de pelo duro y enhiesto.
–¿Qué le hizo? –me dijo, mientras abrazaba a Yolanda. No había rencor en su voz: sólo sorpresa.
–Nada –contesté, como un idiota–. No le hice nada. Sólo le vine a hablar de su Pupé.
Yolanda rompió a llorar otra vez. Esta vez el llanto desbordaba su cuerpo y henchía el aire, denso, salado, como el vapor del mar.
–Decíle que se vaya, papi. No me hizo nada. Me asustó. Está mal de la cabeza.
El marido me clavó los mansos ojos oscuros. Abrí la puerta y salí al enorme sol del mediodía, sin arrepentimiento ni lástima.

TOMÁS ELOY MARTÍNEZ

Argentina (San Miguel de Tucumán, 1934 – Buenos Aires, 2010)

Escritor y periodista argentino nacido en San Miguel de Tucumán el 16 de julio de 1934. Licenciado en Literatura Española y Latinoamericana por la Universidad Nacional de Tucumán, cursó estudios de posgrado de Literatura en Francia, en la Universidad París VII.

Hasta 1975, año en que marchó al exilio a Caracas, Venezuela, por motivos políticos, trabajó como periodista en el diario La Nación, semanario Primera Plana, editorial Abril, semanario Panorama y diario La Opinión. Ya en Caracas fue editor de un suplemento de literatura del diario El Nacional, fundando después el Diario de Caracas en 1979, del que fue redactor jefe. Tras el fin de la dictadura pudo volver finalmente a Argentina, país en el que, durante la ocupación del poder por los militares, se llegó a quemar la tercera edición de su libro La pasión según Trelew al ser acusado de autor “subversivo” y contrario al gobierno de la nación. No olvidaría esa década el autor, y en 1996 publicó Las memorias del general, un relato muy personal sobre los turbulentos años 70 en Argentina.

Tomás Eloy Martínez fue uno de los periodistas y escritores argentinos más relevantes de finales del siglo XX y principios del XXI. Aparte de su carrera periodística, ejerció como docente en universidades estadounidenses, y obtuvo dos doctorados honoris causa en su país, habiendo colaborado con numerosas instituciones de todo el continente.

El autor de la famosa novela Santa Evita. Gano el Premio Alfaguara de Novela 2002 con El vuelo de la reina.

(Más información: Wikipedia, literatura.org, sololiteratura.com)