lunes, 22 de noviembre de 2010

JARDÍN DE INVIERNO de Monika Zgustova

Traducción: Monika Zgustova
Edicion, 2009
Editorial: Destino
Páginas: 229

Esta novela de Monika Zgustova se publicó en 2009.

Eva ha disfrutado desde muy joven de la atmósfera culta y exquisita de su Praga natal, en la que vive dividida entre el amor de dos hombres antagónicos: Karel, un artista de una exacerbada sensibilidad, y Milan, un militante comunista un tanto zafio. A la incertidumbre amorosa se unen los avatares históricos de la Europa del Este, que cambiarán sus relaciones una y otra vez: el estalinismo, la Primavera de Praga, la disidencia interior y, finalmente, tras la caída del muro de Berlín, la transición hacia la democracia y la economía de mercado.

LEIDO por.... Andrés:

Buscando algo por internet me encontré con una reseña de esta novela que me invitó a buscar algo más. Resultado: he leído la novela pensando en la tertulia. Curiosamente, toda novela que no pase de 250 páginas tiene un atractivo añadido para mí.

Deliciosa novela sobre la vida de Eva, sobre Praga, la bella Praga, y la República Checa; sobre su historia, su cultura y su música (¿no había cine en Praga?), siempre presente.

El cambio abrupto en su librería, después de “doce y ocho años”, sirve de parábola de lo sucedido en el país, en Praga, que “se había transformado, las oscuras calles nostálgicas se habían vestido de danza, las casas barrocas y los palacio góticos ya no saludaban a los transeúntes con melancolía”, y en su vida y la de los praguenses.

Con una prosa que se lee muy fácil, nos permite seguir los acontecimientos de una mujer que no puede hacerse con las riendas de su vida.

Curiosa forma de enlazar las secuencias, si una termina:
¿Por eso mi abuela me advertía: Eva, ten cuidado?

-Eva, ten cuidado -me previno mi abuela otra vez al cabo del tiempo.....” , así empieza la siguiente.

Es conveniente señalar que Zgustova escribe en checo y luego se traduce al español.

Mi cachico:

Antes de cruzar la avenida Národní, los novios miraron a un lado y a otro para cerciorarse de que no venía ningún coche, pero entonces advirtieron, como todos los demás, la presencia de un enorme tanque soviético que venía hacia ellos. Se guiñaron el ojo, traviesos; con un gesto elegante, Halenka recogió la larga falda de su airosos vestido de novia; el novio, de esmoquin, la tomó por el codo y aceleraron el paso, tanto como a la novia se lo permitían sus altísimos tacones de aguja. Más que correr daban pasos diminutos como una pareja de geishas, y no paraban de soltar carcajadas, mientras que a diez metros avanzaba con estruendo metálico, ceremoniosos e imparable, un tanque que parecía a punto de devorar hasta a sus héroes más valientes. Nos detuvimos en la acera y sin aliento esperamos a ver qué ocurría. Dos pasos más y el novio cruzó, arrastrando a la novia con él. El tanque nos obstaculizaba la vista, y nos mantuvimos inmóviles temiendo lo peor. Pero cuando el tanque acabó de pasar, majestuoso como una pesada matrona, vimos que Helenka nos saludaba agitando con la mano su cola de novia ennegrecida y rota. Echó una mirada pícara al novio y subió el velo como una persiana para besarlo en la boca; y nos dimos cuenta de que así ambos celebraban una victoria sobre la historia desafiada, la historia que había hecho lo posible para irrumpir en su vida y dominarla desde ese mismo día

No hay comentarios:

Publicar un comentario