jueves, 28 de junio de 2012

BROOKLYN FOLLIES de Paul Auster

Traducción: Benito Gómez Ibañez
Edición: 2008
Editorial: Anagrama
Páginas: 310

Esta novela de Paul Auster se publicó en el 2005.

Nathan Glass ha sobrevivido a un cáncer de pulmón y a un divorcio después de treinta y tres años de matrimonio, y ha vuelto a Brooklyn, el lugar donde nació y pasó su infancia. Quiere vivir allí lo que le queda de su 'ridícula vida'. Hasta que enfermó era un próspero vendedor de seguros; ahora que ya no tiene que ganarse la vida, piensa escribir El libro de las locuras de los hombres. Contará todo lo que pasa a su alrededor, todo lo que le ocurre y lo que se le ocurre, y hasta algunas de las historias –caprichosas, disparatadas, verdaderas locuras– de personas que recuerda. Comienza a frecuentar el bar del barrio, el muy austeriano Cosmic Diner, y está casi enamorado de la camarera, la casada e inalcanzable Marina. Y va también a la librería de segunda mano de Harry Brightman, un homosexual culto y contradictorio, que no es ni remotamente quien dice ser.  Y allí se encuentra con Tom, su sobrino, el hijo de su amada hermana muerta. El joven había sido un universitario brillante. Y ahora, solitario, conduce un taxi y ayuda a Brightman a clasificar sus libros… Poco a poco, Nathan irá descubriendo que no ha venido a Brooklyn a morir, sino a vivir.

LEIDO por.... Andrés:

De Auster había leído Leviatán (1992) y  El libro de las ilusiones (2003), en1997 y 2003 respectívamente, pero, como es habitual en mi, no recordaba absolutamente nada de éstos  ni de que me parecieron entonces. Un viaje me colocó en la tesitura de elegir un libro de una librería familiar y elegí éste, dejando pendientes unos más para posteriores estancias, que sin duda se repetirán (un nieto es demasiado atractivo como para no repetir).
Brooklyn

Se trata de un libro de fácil lectura, narrado en primera persona por el mismo Nathan Glass, que nos cuenta su vida en Brooklyn, dirigiéndose a un lector potencial, “al cabo de dos párrafos, el individuo llamado señor Problemas hizo acto de presencia. Ése es el encuentro al que aludía hace quince o veinte páginas”.

Disfruté leyéndolo, pero me defraudó un poco su final, demasiado edulcorado y con un pasaje, el del encuentro entre el sobredotado y rijoso reverento Bob y Aurora, la sobrina de Nathan, que me resultó procaz e innecesario. Quizá quiso que el contraste entre este encuentro y el de Tom y Honey, relatado en Mi cachico, fuera aún mayor.

No creo que sea el mejor libro de Auster.

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
"Librería de lance"
"un presumido con cabeza de cucurbitácea"

Mi cachico:

Media hora después, oigo que alguien sube pesadamente las escaleras. Dos pares de piernas, dos voces susurrantes: Tom y Honey. Vienen por el pasillo en dirección a mi puerta, luego se detienen. Me esfuerzo por percibir unas palabras de su conversación, pero hablan en voz muy queda y no alcanzo a entender nada. Al fin, oigo que Tom dice «buenas noches», y un momento después se abre y se cierra la puerta de la habitación Charlie Chaplin. Al cabo de tres segundos, ocurre lo mismo con la puerta de la habitación Buster Keaton.

La pared de separación entre el cuarto de Tom y el mío es muy fina -un ligerísimo tabique de pladur-, y se oye hasta el más leve ruido. Oigo cómo se quita los zapatos y se desabrocha el cinturón, cómo se lava los dientes en el lavabo, le oigo suspirar, tararear, meterse bajo las mantas de su chirriante cama. Estoy a punto de cerrar el libro y apagar la luz, pero nada más alargar el brazo hacia la lámpara oigo que llaman suavemente a la puerta de Tom. La voz de Honey dice: «¿Estás dormido?» Tom dice que no, y cuando Honey pregunta si puede entrar, nuestro muchacho contesta que sí, y al pronunciar esa sílaba el propósito oculto que nos llevó a salir de la autopista y coger la Route 30 está a punto de cumplirse.

Los ruidos se oyen con tal nitidez, que no tengo dificultad en seguir  todos los detallles de la actividad que se desarrolla al otro lado del tabique.

-No pienses cosas raras -advierte Honey-. Esto no lo hago todos los días.

-Lo sé -contesta Tom.

-Sólo que hace mucho tiempo desde la última vez.

-Lo mismo digo. Pero que mucho.

Oigo cómo ella se mete en la cama a su lado, y no se me escapa nada de lo que sucede a continuación.

PAUL AUSTER


EEUU (New Jersey, 1947)

Estudió en Columbia y tras licenciarse en literatura se instaló en París, donde trabajó como traductor hasta su vuelta a Estados Unidos en 1974. Establecido en Brooklyn desde entonces, Auster se dedicó a la literatura tras el éxito conseguido por sus novelas Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada. Estas tres novelas constituyen su famosa Trilogía de Nueva York.

Considerado como uno de los más grandes autores norteamericanos contemporáneos, combina temas cercanos a la filosofía y al existencialismo con tramas en ocasiones cercanas al realismo mágico con resultados que le han llevado a conseguir numerosos éxitos, como El país de las últimas cosas, El palacio de la luna o Leviatán, entre otros. En 2005 publicó Brooklyn Follies.

Además, Auster siempre ha sentido una especial predilección por el mundo del cine, siendo el autor de guiones como La música del azar, Smoke, Blue in the Face, Lulu en el puente o La vida interior de Martin Frost, entre otros, algunos de los cuales ha llegado a dirigir.

A lo largo de su carrera literaria, Paul Auster ha recibido numerosos galardones, entre los que habría que destacar el Premio Médicis, la Orden de las Artes y las Letras de Francia o el Príncipe de Asturias de las Letras en 2006.

(Más información: Wikipedia,Wikipedia (english), Elaleph, AlohaCriticón)

jueves, 7 de junio de 2012

LAS MOSCAS de Antonio Machado



Vosotras, las familiares,
inevitables golosas;
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.

¡Oh viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!

¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!

Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela

—que todo es volar—, sonoras,
rebotando en los cristales
en los días otoñales...
Moscas de todas las horas,

de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada;

de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado

sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.

  Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.


miércoles, 6 de junio de 2012

LA SEÑORA DALLOWAY de Virginia Woolf



Traducción: Andrés Bosch Vilalta
Edición: 2008
Editorial: RBA Coleccionables
Páginas: 265

Publicada en 1925, La señora Dalloway, la primera de las novelas con que Virginia Woolf revolucionó la narrativa de su tiempo, relata un día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina esa misma noche, cuando empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día suceda un hecho trágico -el suicidio de un joven que volvió de la guerra con la mente perturbada-, lo verdaderamente esencial de la obra estriba en que los hechos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de dibujar los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo. Casi ochenta años después de su aparición, "La señora Dalloway" conserva intactas la oscura belleza y la originalidad que le permitieron ingresar en la restringida familia de los clásicos del siglo XX.

Es una de las novelas más famosas de Virginia Woolf y trata temas importantes en su obra como el rol de la mujer, la sexualidad, la locura y la vida social y política.

LEIDO por.... Andrés:

Un narrador omnisciente nos lleva de paseo por el interior de las mentes de un variado elenco de protagonistas, cambiando de punto de vista continuamente, como si de un traveling cinematográfico se tratara, sobre los pensamientos de los personajes que van apareciendo en escena, se tratase. A lo largo del día paseamos por un Londres apenas presente, por los acaeceres de distintos personajes que parece que no tienen relación entre sí, pero que la vida va enredando.

Sucesos apenas relevantes, la fiesta final parece intrascendente, pero que por la forma en que están narrados nos obligan a continuar, a deslizarnos suavemente por Londres a la vez que acompañamos a los protagonistas, para encontrarnos, al llegar al final, que algo nos ha sido hurtado.

Leyendo “incluso las moscas, a poco que uno pensara en ello, se habían posado en otras narices ” me he acordado del poema Las moscas de Machado y de la canción de Serrat. 

Chile 1969

Puerto Rico, Festival de la Trova Iberoamericana, 1982


Dieciséis años antes de su dramática muerte, Virginia Woolf escribía sobre el suicidio de uno de los protagonistas, Septimus, de nombre muy latino, y nos decía: “luego estaba el terror; la abrumadora incapacidad de vivir hasta el fin esta vida puesta por los padres en nuestras manos, de andarla con serenidad: en las profundidades del corazón había un miedo terrible

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
los ríos serpenteaban hacia no sabían ellos dónde



Palabras recuperadas:
cortaplumas”
caramillo

Palabras o expresiones sorprendentes:
La gran cantidad de repetición, por tres veces, de la misma palabra (reduplicación), asi como las palabras acompañads por triadas de adjetivos, tres oraciones subordinadas, etc. Pareciera como si el número tres tuviera un cierto encanto:
adelante, adelante, adelante
Tenía un aspecto magistral y seco y desolad
sonó frágil y delgada y muy lejana
En modo alguno era viejo, o rígido o seco
para que sus magníficas  manos de mujer derramen comprensión, piedad, absolución
caerse abajo, abajo, abajo
su  vestido (flotante, blanco, carmesí)
todo aquello: la noche, el amor,  Clarissa
Fue un verano extraordinario: todo él cartas, escenas, telegramas
¡No, no, no!
-Allí, allí, allí-
No «aquí, aquí, aquí»
-¡No, no, no! -Dijo Peter
fregar, fregar y fregar


Mi cachico:

Todo lo anterior era como un paisaje de fondo para Sally. Estaba en pie, junto al hogar,  hablando con aquella voz tan hermosa que cuanto decía sonaba como una caricia, y se  dirigía a papá, que había comenzado a sentirse atraído un tanto en contra de su voluntad  (nunca pudo olvidar que, después de prestar uno de sus libros a Sally, lo encontró  empapado en la terraza), cuando de repente Sally dijo: .¡Qué vergüenza estar sentados  dentro!, y todos salieron a la terraza y pasearon arriba y abajo. Peter Walsh y Joseph  Breitkopf siguieron hablando de Wagner. Clarissa y Sally les seguían, un poco rezagadas.  Entonces se produjo el momento más exquisito de la vida de Clarissa, al pasar junto a una  hornacina de piedra con flores. Sally se detuvo; cogió una flor; besó a Clarissa en los  labios. ¡Fue como si el mundo entero se pusiera cabeza abajo! Los otros habían  desaparecido; estaba a solas con Sally. Y tuvo la impresión de que le hubieran hecho un  regalo, envuelto, y que le hubieran dicho que lo guardara sin mirarlo, un diamante, algo  infinitamente precioso, envuelto, que mientras hablaban (arriba y abajo, arriba y abajo)  desenvolvió, o cuyo envoltorio fue traspasado por el esplendor, la revelación, el  sentimiento religioso, hasta que el viejo Joseph y Peter Walsh aparecieron frente a ellas.

-¿Contemplando las estrellas? -dijo Peter.

¡Fue como darse de cara contra una pared de granito en la oscuridad! ¡Fue vergonzoso!  ¡Fue horrible!

VIRGINIA WOOLF


Inglaterra  (Londres,  1882 - Lewes, 1941)

Novelista y crítica británica cuya técnica del monólogo interior y estilo poético se consideran entre las contribuciones más importantes a la novela moderna. Adeline Virginia Stephen, hija del biógrafo y filósofo Leslie Stephen, nació en Londres y estudió en su casa. Después de la muerte de su padre en 1905, habitó con su hermana Vanessa —pintora que se casaría con el crítico Clive Bell— y sus dos hermanos en una casa del barrio londinense de Bloomsbury que se convirtió en lugar de reunión de librepensadores y antiguos compañeros de universidad de su hermano mayor. En el grupo, conocido como Grupo de Bloomsbury, participó —además de Bell y otros intelectuales londinenses— el escritor Leonard Woolf, con quien se casó Virginia en 1912. En 1917 ambos fundaron la editorial Hogarth.

Sus primeras novelas, Fin de viaje (1915), Noche y día (1919) y El cuarto de Jacob (1922), ponen de manifiesto su determinación por ampliar las perspectivas de la novela más allá del mero acto de la narración. En sus novelas siguientes, La señora Dalloway (1925) y Al faro (1927), el argumento surge de la vida interior de los personajes, y los efectos psicológicos se logran a través de imágenes, símbolos y metáforas. Los personajes se despliegan gracias al flujo y reflujo de sus impresiones personales, sentimientos y pensamientos: un monólogo interior en el que los seres humanos y sus circunstancias normales aparecen como extraordinarios. Influida por el filósofo francés Henri Bergson, Woolf, como el escritor francés Marcel Proust, se adentra en la idea del tiempo.

De sus restantes novelas, Las olas (1931) es la más evasiva y estilizada, y Orlando (1928), más o menos basada en la vida de su amiga Vita Sackville-West, es una fantasía histórica a la vez que un análisis del sexo, la creatividad y la identidad. También escribió biografías y ensayos; en Una habitación propia (1929), defendió los derechos de la mujer. Su correspondencia y sus diarios, publicados póstumamente, son valiosos tanto para los escritores en ciernes como para los lectores de su obra.

El 29 de marzo de 1941 se suicidó ahogándose y escribió la siguiente carta a su marido, Leornad Woolf:

28 de Marzo de 1941

Querido,
estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor. Tu me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todo momento todo lo que uno puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta el momento en que sobrevino esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más tiempo. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte... todo el mundo lo sabe. Si alguien podía salvarme, hubieras sido tu. No queda nada en mí salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.

No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.


(Más información: Wikipedia, Wikipedia en inglés, Virginia Woolf Society, Biografías y Vidas)