domingo, 15 de julio de 2012

HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE NUEVA ESPAÑA de Bernal Díaz del Castillo

Estudio y notas: Guillermo Serés
Edición: 2011
Editorial: Real Academia Española
Páginas: 1113

Este relato épico de Bernal Díaz del Castillo, escrito con vivacidad y llaneza, lo escribió motivado por las inexactitudes que observó en la Historia de las nuevas Indias Occidentales (1552) de Francisco López de Gomara, que enaltecía la figura de Cortés y dejaba en el olvido a los co-expedicionarios que hicieron posible la empresa. Con más de 70 años, comenzó a escribir su obra que terminó en 1568. Dotado de una memoria prodigiosa, su obra esta constituida por sus experiencias personales, y cuando relata hechos que no presenció especifica las fuentes.

Tendrían que pasar 48 años desde su muerte para que saliese a la luz en Madrid, en 1632, la primera edición de la Historia Verdadera. Y no se editó por los méritos de Bernal, sino porque la hizo imprimir un fraile, compañero de fray Bartolomé de Olmedo, expedicionario con Cortés, que quiso inmortalizarle y, con él, a los escasos mercedarios, en comparación con otras órdenes religiosas, que participaron en la conquista.

Bernal advierte que no sabe latín ni fue a la universidad pero contará los hechos que lo tuvieron como testigo y actor: "... mas lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra...".

Bernal frecuentemente conversaba con sus compañeros de armas, ese continuo evocar de los acontecimientos fue formándole algunas ideas que más tarde dieron lugar a un conjunto de narraciones. "De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco."  “Y estamos muy viejos, y dolientes de enfermedades y muy pobres y cargados de hijos e hijas por casar, y nietos y con poca renta y así pasamos nuestras vidas con trabajos y miserias”.

El historiador Joaquín García Icazbalceta (1825-1894), señala que Bernal tomó la pluma para reivindicar parte de la gloria que les correspondía. En sus páginas se nota una admiración tan sincera y profunda a las grandes prendas de Cortés que cuando “concluimos la lectura de su obra –dice Icazbalceta-, quedamos dispuestos a adjudicar a los capitanes y soldados una buen aparte de la gloria de Cortés, sin que éste pierda nada de la que hasta entonces le habíamos concedido”.

El mérito literario de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España es su narración fluida, fácil, y sencilla, pero a la vez profunda por su aguda observación y sensibilidad. La fidelidad que siempre le tuvo Bernal a Cortés se refleja en su relato en el que trata de limpiar su nombre que muchas veces fue manchado por otros cronistas.

En palabras de Juan Benet, es "un monumento a la memoria y a la contumacia que no tiene par en las letras". O como dice Félix de Azúa, “la historia de Bernal es una de las últimas épicas caballerescas europeas y su único defecto es el de ser verdadera”



Hacía tiempo que no leía un libro que me gustara tanto. Me he sentido atrapado por la narración. Lee un par de capítulos y si eres capaz de terminarlos, el castellano antiguo lo dificulta, eres una víctima más de este agujero negro de la literatura. Serás absorbido por  Bernal Díaz del Castillo y le acompañaras en su viaje al Mexico del siglo XVI que no te dejar indemne. Pero ojo, los libros que se encuentran en internet están incompletos, no son resúmenes, no, se saltan párrafos enteros.

Cuando leí el pasado 22 de abril en un artículo de Félix de Azúa publicado en  El País que esta crónica “es, a juicio de este modesto comentarista, una obra maestra de la literatura española capaz de medirse perfectamente con las de Cervantes, no en la perfección formal sino en su grandeza narrativa. La reciente edición, muy diestramente anotada y comentada por Guillermo Serés en esa cada día más impresionante biblioteca clásica de la Real Academia, es de todo punto imprescindible para cualquier lector educado”, decidí que tenía que leer este libro. Si la figura de Hernán Cortés me ha parecido siempre una de las más grandes de las historia española (he leido, entre otros la novela El dios de la lluvia llora sobre Mexico de Laszlo Passuth, el primero sobre Cortés, y el ensayo Hernán Cortés, de Salvador de Madariaga) no podía dejar pasar esta recomendación.

Mapas de las tres travesías

Esta narración nace del deseo del autor de oponer su versión a las oficiales que, según él, ensalzaban demasiado a Cortés, olvidándose de la mayoría de los protagonistas, los soldados. Y lo hace a pesar de declarar que “no soy latino” (culto) de una forma que sorprende, pero que el saber que fue aficionado a los libros de caballerías en parte explica. Viendo como utiliza las técnicas narrativas, como es capaz de atraparnos ,a pesar de utilizar un castellano antiguo, a veces difícil, llegamos a pensar que verdaderamente estaba dotado para la escritura. Anotada por Serés, según hemos comentado ya, las notas al pié y complementarias (agrupadas al final) son de gran utilidad, aclarando algunos sucesos que se relatan diferentes según el cronista de que se trate, junto con sus índices, aumentan el valor de esta edición.

Bernal, nos aporta multitud de inapreciables detalles: de los sacerdotes que salen a recibir a los españoles en Taxcala dice que “los cabellos  muy largos y engreñados, que no se pueden desparcir si no se cortan, y llenos de sangre, que les salían de las orejas”, siendo crítico con la conducta de los conquistadores: “Y sin ser sentidos, da una mañana en ellos, en que se hizo mucho daño y  presa, que valiera más que no lo hicieran, sino conforme a justicia, e fue muy mal hecho  e no conforme a lo que mandó Su Majestad ” y especialmente de Cortés en lo referido al reparto del botín, que más adelante detallo.

 Narrando en primera persona, dando mayor verosimilitud al relato, se dirige a un potencial lector con formulas como :
Dejemos de hablar de ello hasta que vuelvan con la respuesta
Dejemos otras muchas pláticas que pasaron
Dejemos de hablar más en contar lástimas
Y aunque querría decir muchas veces en esta relación el gran ….
Tornemos a decir...
Y pasaré adelante
Y quedarse ha aquí, y diré lo que más hicimos
E volvamos a nuestro capitán
Y por no me detener en contar cada cosa en qué tiempo y lugar acontescían
Dirán que siempre salgo de orden al mejor tiempo por contar cosas viejas

Bernal aporta descripciones muy cruentas de lo ocurrido, del enfrentamiento entre dos maneras bárbaras de guerrear, única forma que conocían ambas culturas:
  • Encuentros muy cruentos con los indios: ”que no quedó hombre de cuantos allí nos  hallamos que no tuviesen a dos y a tres y a cuatro heridas, y el capitán con diez; sólo  un soldado quedó sin herir ”.
  • Que obligaba a medidas sanitarias extremas: “apretamos las heridas a los heridos con paños, que otra cosa no  había, y se curaron los caballos con quemalles las heridas con unto de un indio de los  muertos, que abrimos para sacarle el unto
  • Que obligaba a soportar penurias extremas: “y allí los cercaron, y de hambre y sed y de heridas los acabaron

Al salir de Cuba, en febrero de 1519, eran 508 soldados (32 ballesteros, 13 escopeteros, 4 falconetes), 100 maestres, pilotos y marineros, 18 caballos y 11 navíos. En julio de 1519 quedaban 450 soldados. Al final, “de quinientos y cincuenta soldados  que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba, no somos vivos en toda la Nueva España  de todos ellos, hasta este año de mil y quinientos sesenta y ocho, que estoy trasladando  es mi relación, sino cinco , que todos los más murieron en las guerras ya por mí dichas  en poder de indios, y fueron sacrificados a los ídolos, y los demás murieron de sus  muertes. Y los sepulcros que me pregunta dónde los tienen, digo que son los  vientres de los indios, que los comieron las piernas e muslos y brazos y molledos y  pies y manos; y los demás fueron sepultados y sus vientres echaban a los tigres y sierpes e halcones que en aquel tiempo tenían por grandeza en casas fuertes, y aquellos  fueron sus sepulcros y allí estaban sus blasones. Y a lo que a mí se me figura, con  letras de oro habían de estar escritos sus nombres, pues murieron aquella crudelísima  muerte por servir a Dios y a Su Majestad e dar luz a los que estaban en tinieblas, y  también por haber riquezas, que todos los hombres comúnmente venimos a buscar”.


Hasta Tenochtitlan
Como señala  Icazbalceta, la figura de Cortés resulta engrandecida en el relato:
  • Ya desde el comienzo empezó a notarse el mando de Cortés: “Aquí en esta isla [Cozumel] comenzó Cortés a mandar muy de hecho.[...] Cortés en todo ponía gran diligencia
  • Destaca la astucia de Cortés: “y enterramos el muerto en una de aquellas casas que tenían hechas en los soterráneos, porque no viesen los indios que éramos mortales, sino que creyesen que éramos teules [dioses], como ellos decían”. Serés califica su táctica en algunos momentos, cuando van a Tascala por ejemplo, de maquiavélica. Se aprecia, también, en la forma en que venció a Narváez. También cuando utiliza a una yegua en celo para que, con sus olores, haga excitarse a un caballo y así impresionar más a los caciques con los que va a entrevistarse.
  • Más que la confrontación abierta, buscaba el encontrar aliados contra Montezuma, para ello soltaba a los prisioneros y los utilizaba como mensajeros:  “Y se les dijo muchos halagos para traellos a nuestra amistad”. Después de abandonar Mexíco la Noche Triste y reiniciada la conquista del terreno perdido, Cortés devuelve a ocho prisioneros con el mensaje de “que viniese la paz, y que les perdonaría las muertes y daños que en ella nos hicieron y que no se les demandaría cosa ninguna”. Muchas veces la respuesta era ”que vayan cuando quisieren, que bien piensan tener con sus cuerpos y carnes buenas hartazgas, y sus ídolos, sacrificios”.
  • Su habilidad para explotar los enfrentamientos entre los distintos pueblos que ocupan aquellas tierras, “entre los mexicanos y los de Tezcuco tenían  diferencias y bandos”, y su intentos de que todas los pueblos pacificados se llevaran bien entre si, como sus aliados; manipulando, si era necesario, los intereses de las partes.
  • Valiente y ejemplar: “en todas las batallas se hallaba de los primeros
  • No era supersticioso o bien el número 13 no tenía entonces ese significado: Cortés dio la orden de construir 13 bergantines para la reconquista de Tenochtitlan.
  • Impuso una disciplina férrea en sus tropas, que a pesar de su dureza no es cuestionado por Bernal en ningún momento, lo que indica su oportunidad y su uso en esos tiempos: “porque un soldado que se  decía Hernando Alonso de Villanueva no iba en buena ordenanza, le dio un bote de  lanza en un brazo que le mancó
  • Y a la vez bondadoso, poniendo en su boca, al tener que firmar una sentencia de muerte: “«¡Oh, quién no supiera escribir, por no firmar muertes de hombres!»” 
  • Su decisión: Aunque Bernal Díaz del Castillo, respecto al desguace de los barcos, dice que “ esto de dar con los navíos al través fue por consejo e acuerdo de todos nosotros, los que éramos amigos de Cortés”, Guillermo Serés, en nota al pié nos aclara que “Cortés sorprendió a todos, incluso a los capitanes de nueve de los doce barcos anclados en la Villa Rica, diciendo que «vengan a la costa y romperlos», para desguazarlos, arrancar los hierros, clavos, los cordajes, las armas, quitar los altares portátiles y las imágenes de la Virgen y barrenar los cascos”, argumentando el propio Cortés que lo hacía “porque los partidarios de Velázquez se le alzarían y se irían con los barcos”. En ambos casos resulta sorprendente la resolución y el valor al tomar esa decisión de romper la única posibilidad de huida, tratándose del momento y el lugar donde se toma: 450 hombres en un continente desconocido    y rodeados de unos pobladores la mayor de las veces sus enemigos. Cortés, en sus cartas de relación, escribe: "So color que los dichos navíos no estaban para navegar, los eché a la costa por donde todos perdieron la esperanza de salir a la tierra y yo hice mi camino más seguro..."

Hernán Cortés ordena dar al través sus navíos (1519). Rafael Monleón y Torres (1853-1900), fechado en 1887,

A parte de la valía de Hernán Cortes y de sus capitanes y soldados, los conquistadores, los olvidados “y no hizo memoria de  nosotros, que lo descubrimos”, que Bernal ensalza por encima de todo, otros factores que contribuyeron a facilitar la tarea de los conquistadores fueron:
  • Las enfermedades traídas desde Europa que enfermaban a los indios: “como aún no estaban muy sanos de las viruelas, que fue  dolencia que en toda la tierra dio y cundió”. También ocurrió en sentido contrario, los españoles enfermaban y morían de enfermedades propias de las tierras mexicanas: “estaba  siempre doliente y con grandes dolores y bubas y muy flaco, y las zancas y piernas muy delgadas y todas llenas de llagas, cuerpo y cabeza abierta
  • Cortés fue asimilado por Montezuma a Quetzalcóatl, en parte debido a la coincidencia de la llegada de los españoles con el año de este dios según la cultura azteca: “les habían dicho sus antepasados que habían de venir gentes de hacia donde sale el sol,  con barbas, que los habían de señorear ” y, según Serés, todos los españoles fueron confundidos con dioses, “teules”, gracias a Marina que actuaba de intérprete. Resulta curioso como en la conquista del Perú ocurrió un fenómeno parecido.

La épica de la conquista resulta escalofriante y asombrosa. El mismo Bernal, cuando está contando la entrada a México se pregunta  “¿qué hombres habido en el mundo que osasen entrar, cuatrocientos soldados, y aun no llegábamos a ellos, en una fuerte ciudad como es México, que es mayor que Venecia, estando apartados de nuestra Castilla sobre más de mil quinientas leguas, prender a un tan gran señor y hacer justicia de sus capitanes delante dél?

Encontramos multitud de testimonios, a lo largo del libro, sobre los sacrificios humanos, primero con indios como víctimas y, más tarde, los propios españoles :  “Y allí hallamos sacrificados, de aquella noche, cinco indios, y estaban abiertos  por los pechos y cortados los brazos y los muslos, y las paredes de las casas llenas de  sangre”, “cuando sacrificaban algún triste indio, que le aserraban con unos navajones de pedernal por los pechos, y bulliendo le sacaban el corazón y sangre y lo presentaban a sus ídolos, en cuyo nombre hacían aquel sacrificio, y luego les cortaban los muslos y brazos y cabeza, y aquello comían en fiestas y banquetes, y la cabeza colgaban de unas vigas, y el cuerpo del sacrificado no llegaban a él para comerle, sino dábanlo a aquellos bravos animales” y  “nos querían matar e comer nuestras carnes, que ya tenían  aparejadas las ollas, con sal e ají e tomates


Cortés y Montezuma (Retrato póstumo realizado por Antonio Rodríguez (c. 1680-1697)).

Los momentos  históricamente más polémicos son:
  • Levantamiento de Cortés en contra de Diego Velazques. Para ello recurrió a una especie de populismo, al hacerse nombrar capitán general y justicia mayor por sus tropas, hecho que marcó de manera decisiva el desarrollo posterior de los acontecimientos.
  • Matanza de Cholula: “E luego mandó soltar una escopeta, que era la señal que teníamos apercebida para aquel efeto, y se les dio una mano que se les acordará para siempre, porque matamos muchos dellos
  • Matanza de Alvarado en México: “Pedro de Alvarado salió de su aposento con todos los soldados que le dejó Cortés y sin causa ninguna dio en sus principales y caciques que estaban bailando y haciendo fiesta a sus ídolos Huichilobos y Tezcatepuca, con licencia que para ello les dio el Alvarado, e que mató e herió muchos dellos
  • Captura de esclavos y su herraje después de la Noche Triste: “Y allí se hizo el hierro con que se habían de herrar los que se tomaban por esclavos, que era una G, que quiere decir guerra ”, conducta aprobada por la Corona, como el mismo Bernal nos dice: “Hanme rogado ciertos religiosos que les dijese y declarase por qué causa se herraron  muchos indios e indias por esclavos en toda la Nueva España, si los herramos sin hacer  dello relación a Su Majestad. A esto les dije, y aun digo agora, que Su Maiestad lo envió  a mandar dos veces ”.
  • El tormento a  Cuauhtémoc: “acordaron los oficiales de la Real Hacienda de dar tormento a Guatémuz y al señor de Tacuba
 Leandro Izaguirre, El suplicio de Cuauhtémoc (1893).
  • El reparto de los tesoros capturados, cuando se acusó a Cortés de ambicioso: En el reparto que entre sus hombres hizó en México, hubo muchas quejas sobre su justicia e incluso hubo quien dijo que no todas las piezas de oro se incluyeron en el reparto. Dice Bernal al respecto algo que hoy día es de total aplicación: “como el oro comúnmente todos los hombres lo deseamos, y mientras unos más tienen, más quieren” . Así mismo las hubo en el reparto de esclavos en Segura de la Frontera (Tepeaca) y, más tarde, nuevamente en Mexico. Una vez nombrado Cortés gobernador de Nueva España, Bernal esperaba que se acordara de aquellos “quién fueron los que se hallaron siempre a su lado en todas las guerras, [...] cuando tenían puestas las ollas con ají para nos comer cocidos ”, pero no fue así.
  • Enfrentamiento entre Cortés y Diego Velázquez, con el obispo de Burgos como valedor de éste y Pánfilo de Narvaez (informó a Montezuma, enemigo de la Corona, en contra de Cortés), entre otros, empuñando sus armas.
  • La traición de Cristobal de Olí, que pactó con Diego Velázquez derrocar a Cortés. Según Serés  (pag. 764, nota 6), este alzamiento es uno de los episodios más relevantes después de la conquista de Mexico y llevó a que Hernán Cortés actuara movido por una pasión que le cegó.

Diversos mapas explicativos
Mención especial requiere el relato impresionante de la batalla de Tenochtitlan, la Noche Triste y la huida a Tlaxcala, donde se aprecian los valores literarios de la narración, 
Lienzo de Tlaxcala: Technotitlan, 10 de julio de 1520 (según el autor), la Noche Triste

o el asedio a Teochnotitlan, tremenda y prolija narración de la batalla, con descripción de luchas “pie con pie” (cuerpo a cuerpo) verdaderamente dramáticas, y donde destaca las grandes dotes militares de Hernán Cortes para preparar y ejecutar un operación combinada, anfibia y terrestre, sin precedentes y muy compleja, cuando las comunicaciones no eran como las de ahora. Este asedio duró entre setenta y cinco, según Cortés, y noventa y tres días, según Bernal.
Lienzo de Tlaxcala: Technotitlan, asedio, mayo-junio de 1521
Fueron días de cruentas luchas, donde los mexicas destacaron por su astucia en crear celadas a los atacantes o utilización de ardices, “traía consigo grandes pintores ” para hacer un reportaje gráfico de los españoles; por su bravura, “peleaban muy como varones”; su guerra psicológica, que provocó la huida masiva de casi todos lo aliados indios,de 24,000 solo quedaron 200; y su crueldad:
Y mirábamos al alto cu en donde tañían; vimos que llevaban por fuerza las gradas arriba a nuestros compañeros que habían tomado en la derrota que dieron a Cortés, que los llevaban a sacrificar. Y desque ya los tuvieron arriba en una placeta que se hacía en el adoratorio donde estaban sus malditos ídolos, vimos que a muchos dellos les ponían plumajes en las cabezas y con unos como aventadores les hacían bailar delante del Huichilobos; y desque habían bailado, luego les ponían para sacrificar y con unos navajones de pedernal los aserraban por los pechos y les sacaban los corazones bullendo y se los ofrescían a los ídolos que allí presentes tenían, y los cuerpos dábanles con los pies por las gradas abajo. Y estaban aguardando abajo otros indios carniceros, que les cortaban brazos y pies y las caras desollaban, y las adobaron después como cuero de guantes, y con sus barbas las guardaban para hacer fiestas con ellas cuando hacían borracheras, y se comían las carnes con chilmole.
Códice Magliabechiano

Los aztecas tenían un calendario bastante preciso, como atestigua esta cita de Bernal: ”entonces se cumplía un año puntualmente que habíamos entrado en México, cuando el socorro de Pedro de Alvarado e nos desbarataron, segund dicho tengo en el capítulo que dello habla (parece ser tenían cuenta de ello)

La Piedra del Sol es un disco monolítico de basalto con inscripciones alusivas a la cosmogonía mexica y los cultos solares. Es común e incorrectamente llamada Calendario Azteca

A Cortés los mexicanos le llamaban Malinche, capitan de Marina, pues siempre estaba con ella por ser su intérprete cuando hablaba con ellos. La importancia de esta mujer, india entregada a Cortés, “gran cacica e hija de grandes  caciques y señora de vasallos ”, es señalada por Bernal y corroborada en las notas de Serés.

Los caciques entregaban mujeres, normalmente de alta alcurnia, a los españoles. Cuando entraron en Tascala, “dijo el viejo Xicontenga [cacique principal de la ciudad]: «Malinche, porque más claramente conozcáis el bien que os queremos, y deseamos en todo contentaros, nosotros os queremos dar nuestras hijas para que sean vuestras mujeres y hagáis generación, porque queremos teneros por hermanos, pues sois tan buenos y esforzados. Yo tengo una hija muy hermosa e no ha sido casada, y quiérola para vos»”, iniciando el mestizaje que caracterizó la conquista y colonización.

Bernal nos da noticias de un afrodisiaco: “De cuando en cuando, traían en unas a como a manera de copas de oro fino con cierta bebida hecha del mismo cacao; decían que era para tener aceso con mujeres"

Mapa con las últimas expediciones

En el libro Francisco Pizarro, El Marques Gobernador de Jose Antonio Del Busto Duthurburu, leemos:
Sin embargo, don Francisco tuvo un vicio mayor que el juego: la guerra. Escribe Zárate: «muy pocos negocios le hacían dejar el juego, especialmente cuando perdía, si no eran nuevos alzamientos de indios, que en esto era tan presto, que a la hora se echaba las corazas y con su lanza y adarga salía corriendo por la ciudad y se iba hacia donde había la alteración, sin esperar su gente, que después le alcanzaban, corriendo a toda furia.» Con todo, por animoso que parta y por hazañoso que sea, el Marqués lo hace con la pesadez del cincuentón. Este es el motivo por el que Hernán Cortés aparece más simpático y destaca como el personaje único y central de una conquista espectacular y exótica. Cortés es el héroe que llora en la oscuridad sangrante de la Noche Triste y que vuelve a Tenochtitlán por la victoria, llevando el dorado encanto de un semidiós mancebo vencedor en la contienda luminosa. Pizarro, en cambio, es viejo, taciturno y a veces malgeniado. Es decidido -las crónicas lo llaman «animoso»-, pero su energía la gasta en el descubrimiento de la aburrida tierra del manglares donde no impera sino el hambre y la verruga. Pizarro se desplaza seguro, pero con lentitud; Cortés es fogoso y se mueve en un fondo novelesco. A más de todo esto, el trujillano no es el jefe único, pues admite parangón con Almagro; la familiar presencia de tres hermanos en la dirección de la conquista también resta unidad a la acción del presunto porquerizo. Por último, aparece Cajamarca, acontecimiento después del cual la conquista parece terminar por no haber una Noche Triste inmediata; y así el interés por la jornadas diluye entre capitanes más o menos secundarios que se llaman Soto, Belalcázar, Orellana el Tuerto o Peranzúrez de Camporredondo... Impresionados gratamente por el actuar del hombre joven, la mayoría se olvida del héroe atardecido, ése que tenía cincuenta y cuatro años de edad en al prisión del Inca, cincuenta y ocho en el cerco de Lima y sesenta y tres al momento de morir...

El Lienzo de Tlaxcala es un códice colonial tlaxcalteca, producido en la segunda mitad del siglo XVI, a petición del cabildo de la ciudad de Tlaxcala. De acuerdo con la información que se conoce acerca del documento, fueron producidas tres copias, una de las cuales sería enviada a España como presente para el rey Carlos I; la segunda copia habría sido llevada a la Ciudad de México para entregarla al virrey y la última sería resguardada por el arca del cabildo tlaxcalteca. Por desgracia, estas tres copias están perdidas y el Lienzo se conoce únicamente a través de una reproducción realizada en 1773 por Manuel de Yáñez sobre el original que poseía todavía en el siglo XVIII el cabildo de Tlaxcala. Las imágenes a sido descargadas de aquí

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido(Muchas palabras o expresiones lo son por su antigüedad, casi todas perdidas):
No hallar rastro ni hueso ni pelo
Salir a cencerro tapado (sin hacer ruido)
Habíamos de estar la barba sobre el hombro (precavidos)
se acongojó mucho más, y como de antes era muy gordo, se paró flaco en aquellos días
Venían las galgas despeñándose y dando saltos (piedras que bajan rodando por la montaña, por correr como las galgas)
Dar la vuelta a la hoja
No tocaré más en esa tecla
Le untaron las manos (en este caso por su pervivencia)
Venir en conserva (en formación)
Carta de marear (de navegación)
el primer toque (por las campanas)
trastornar el seso
desbaratar
Tomar las calzas de Villadiego (huir precipitadamente)
Dar una buena mano (derrotar con solvencia)
ciénagas tembladoras (arenas movedizas)
a matacaballo
paniaguados

Después de leer este libro tuve la fortuna de leer Armas, gérmenes y acero de Jared Diamond, magnífico libro que añade una visión nueva a estos acontecimiento y que busca respuesta a la pregunta ¿por qué Hernan Cortés capturó a Moctezuma y no al revés?. De imprescindible lectura.

Mi cachico:

Y desde que amaneció, después de encomendarnos a Dios, salimos de nuestros aposentos con nuestras torres, que me parece a mí que en otras partes donde me he hallado en guerra, en cosas que bien han sido menester, les llaman buros y mantas. Y con los tiros y escopetas y ballestas delante, y los de caballo haciendo algunas arremetidas, e, como he dicho, aunque les matábamos muchos de ellos, no aprovechaba cosa para les hacer volver las espaldas, sino que, si muy bravamente habían peleado los dos días pasados, muy más fuertes e con mayores fuerzas y escuadrones estaban este día. Y todavía determinamos que, aunque a todos costase la vida, de ir con nuestras torres e ingenios hasta el gran cu [templo] del Huichilobos. No digo por extenso los grandes combates que en una casa fuerte nos dieron, ni diré cómo los caballos los herían, ni nos aprovechábamos de ellos, porque, aunque arremetían a los escuadrones para rompellos, tirábanles tanta flecha y vara y piedra, que no se podían valer, por bien armados que estaban. Y si los iban alcanzando, luego se dejaban caer los mexicanos a su salvo en las acequias y laguna, donde tenían hechos otros mamparos para los de caballo, y estaban otros muchos indios con lanzas muy largas para acabar de matarlos; ansí que no aprovechaba cosa ninguna.

Pues apartarnos a quemar ni deshacer ninguna casa era por demás, porque, como he dicho, están todas en el agua, y de casa en casa una puente levadiza; pasalla a nado era cosa muy peligrosa, porque desde las azoteas tenían tanta piedra e cantos y mamparos, que era cosa perdida ponernos en ello. Y demás de esto, en algunas casas que les poníamos fuego, tardaba una casa en se quemar un día entero, y no se podía pegar fuego de una casa a otra; lo uno,  estar apartadas una de otra e el agua en medio, y lo otro, ser de azoteas. Ansí que eran por demás nuestros trabajos en aventurar nuestras personas en aquello. Por manera que fuimos hasta el gran cu de sus ídolos, y luego, de repente, suben en él más de cuatro mil mexicanos, sin otras capitanías que en ellos estaban, con grandes lanzas e piedra e vara, y se ponen en defensa. Y nos resistieron la subida un buen rato, que no bastaban las torres ni los tiros ni ballestas ni escopetas ni los de caballo, porque, aunque querían arremeter los caballos, había unas losas muy grandes empedrando todo el patio, que se iban a los caballos pies y manos, y eran tan lisas, que caían. E como desde las gradas del alto cu nos defendían el paso, e a un lado y a otro teníamos tantos contrarios, y aunque nuestros tiros llevaban diez o quince de ellos e a estocadas e arremetidas matábamos otros muchos, cargaba tanta gente, que no les podíamos subir al alto cu. Y con gran concierto tornamos a porfiar sin llevar las torres, porque ya estaban desbaratadas, y les subimos arriba.
Lienzo de Tlaxcala: Technotitlan, ataque al cu de Huichilobos y Tezcateptica

Aquí se mostró Cortés muy varón como siempre lo fue. ¡Oh, qué pelear y fuerte batalla que aquí tuvimos! Era cosa de notar vernos a todos corriendo sangre y llenos de heridas, y otros muertos; y quiso Nuestro Señor que llegamos adonde solíamos tener la imagen de Nuestra Señora, y no la hallamos, que paresció, según supimos, que el gran Montezuma tenía devoción en ella y la mandó guardar, y pusimos fuego a sus ídolos, y se quemó un buen pedazo de la sala con los ídolos Huichilobos y Tezcateptica. Entonces, ya hecho esto, estando que estábamos unos peleando y otros poniendo el fuego, como dicho tengo, ver los papas [sacerdotes] que estaban en este gran cu, y sobre tres o cuatro mil indios, todos principales, ya que nos bajábamos, cuál nos hacían venir rodando seis gradas y aun diez abajo. E hay tanto que decir de otros escuadrones que estaban en los petriles y concavidades del gran cu, tirándonos tanta vara y flecha, que ansí a unos escuadrones como a los otros no podíamos hacer cara; acordamos con mucho trabajo y riesgo de nuestras personas de nos volver a nuestros aposentos, los castillos deshechos, y todos heridos, y diez e seis muertos. Y los indios siempre aprestándonos y otros escuadrones por las espaldas, que quien no nos vió, aunque aquí más claro lo diga, yo no lo sé senificar

BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO


España  (Medina del Campo, 1496 – Guatemala, 1584)

Participó en la primera expedición que partió hacia Santa María la Antigua del Dairén en Urabá. Después formó parte del viaje hacia Yucatán junto a Hernández de Córdoba, embarcándose junto a  Hernán Cortés en la expedición a México. Tras la conquista del Imperio Mexica participó en la lucha contra los Zapotecas, obteniendo encomiendas en Chiapas y Tabasco. En 1540 regresaba a España y fue obsequiado con una nueva encomienda en Guatemala.

Como reacción a la publicación por parte de López de Gómara de la Historia de las Indias y Conquista de México, que enaltecía la figura de Cortés y dejaba en el olvido a los co-expedicionarios que hicieron posible la empresa, Díaz del Castillo escribió la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España donde narra los hechos que él pudo contemplar, explicando cuáles serían las razones que les motivaron a conquistar el Imperio de Moctezuma.


(Más información: Wikipedia, Biografías y vidas)