miércoles, 20 de julio de 2011

AMERICA de James Ellroy

Traducción: Hernán Sabaté
Edición, 2010
Editorial: Ediciones B
Páginas: 563


América es el primer libro de la Trilogía Americana, una obra cumbre de la novela negra y política de James Ellroy. La intriga política del convulso período, entre los años cincuenta y sesenta, que culminó con el asesinato del presidente Kennedy, es el argumento central de América. De la mano de un policía corrupto, Pete Bondurant, relacionado con periodistas sensacionalistas, viajamos a Estados Unidos en la época de la crisis con Cuba, los conflictos raciales y el esplendor de Marylin Monroe, y asistimos a los momentos previos al magnicidio de Dallas. Personajes reales y ficticios se entrecruzan para ofrecernos un fresco de una época que ya se ha convertido en un mito.

LEIDO por.... Andrés:

Había leido de Ellroy dos novelas, L.A. Confidencial y La dalia negra y aunque me parecieron de trama un poco confusa, su forma de escribir, directa y sincopada, no dejaba de atraerme. Así que, después de leer una reseña francamente atractiva, incluí esta novela en mi lista de pendientes.

El inicio del libro es toda una amenaza: “Es hora de desmitificar una época y de construir un nuevo mito desde el arroyo hasta las estrellas. Es hora de descubrir a los hombres malvados de entonces y de averiguar el precio que pagaron para definir su época entre bastidores, en secreto

Se está refiriendo a la CIA, el FBI y a la Mafia en los tiempos de los Kennedy, J.E. Hoover y Howard Hughes. Coctel explosivo donde drogas, violencia, racismo, extorsión, sexo y asesinatos, contados a un ritmo trepidante, nos mantiene en vilo durante toda la novela.

El Presidente John F. Kennedy con Robert F. Kennedy y J. Edgar Hoover

Sangrienta y violenta en alto grado. El verbo cortar se conjuga de la siguiente manera:
  • le cortó tres dedos y los dejó en un cenicero
  • le cortó la cabellera
  • le cortó ambas orejas
  • cortó la cabeza con su machete
  • se cortó las venas
  • le cortó los labios
Una novela que me ha gustado y que a los amantes del género cautivará.

Le fallan sus conocimientos de judo, donde nunca se dan golpes: “Kemper le aplicó un golpe de judo. Con una patada lateral, le dobló las rodillas

Mi cachico:

Lockhart se descolgó por la escotilla. Llevaba una túnica manchada de hollín y ceñida con una cartuchera y dos revólveres. Era un pelirrojo pecoso, con los cabellos color fuego, y tenía un acento del Misisipí profundo.

—El dinero me parece bien y no me molesta trasladarme a Florida. Pero la regla de no linchar a nadie tiene que desaparecer.

Pete le soltó un revés. Dougie Frank se mantuvo en pie; se merecía un sobresaliente en equilibrio.

—¡Tío, he matado basura blanca más grande que tú por mucho menos de lo que acabas de hacer!

Chulería sin gracia: un aprobado justillo.


Pete lo golpeó de nuevo. Lockhart sacó el arma de su diestra... pero no apuntó.


Nervios: sobresaliente. Sentido de la cautela: notable bajo. Lockhart se enjugó la sangre de la barbilla.


—Los cubanos me caen bien. No me importaría relajar mi política de exclusión racial y dejar entrar a sus tipos en mi asamblea del Klan.

Sentido del humor: sobresaliente con matrícula.


Lockhart escupió un diente.


—Déme algo. Convénzame de que soy algo más que una especie de saco de gimnasio.


Pete guiñó un ojo.

—El señor Boyd y yo podríamos incluirte en un plan extra. Y la Agencia podría proporcionarte tu propio Ku Klux Klan.

Lockhart hizo un paso de baile a lo Stepin Fetchit.

—¡Gracias, massa! ¡Si usted fuera favorable al Klan, como un verdadero blanco, le besaría el borde de la túnica!

Pete le dio una patada en los huevos.


Lockhart cayó. Pero no gimió ni lloriqueó. Amartilló su arma... pero no disparó.


El tipo sacaba una nota general de aprobado

JAMES ELLROY

EEUU (Los Ángeles, 1948)

Sus padres se divorciaron siendo él muy joven, y su vida estuvo marcada por el asesinato de su madre en 1958, que nunca fue resuelto.

Ellroy vivió una infancia y adolescencia rebelde hasta alistarse en el ejército, carrera que abandonó para cuidar de su padre, que había sufrido un infarto. Tras la muerte de éste se dedicó de lleno a la vida delictiva, dormía en las calles y estuvo en la cárcel; se entregó al alcohol y a las drogas y padeció neumonía en dos ocasiones, hasta que finalmente decidió rehacer su vida, apuntándose a Alcohólicos Anónimos y trabajando como caddie de golf, profesión que le permitía ganarse a la vida mientras escribía.

Sus novelas se caracterizan por un estilo seco, cortante, con frecuentes elipsis y un tono macabro, pesimista y oscuro. Se ha centrado en el género policiaco y ha cosechado gran éxito con libros como La Dalia Negra, basado en un caso real y que fue adaptado al cine por Brian de Palma, o L.A. Confidential, que también fue llevado al cine, protagonizado por Kim Basinger. Destaca también su Trilogía Americana (América, Seis de los Grandes y Sangre vagabunda)

Sus personajes decadentes y carentes de esperanza lo han llevado a ser denominado el “Demon Dog of American Crime Fiction” (el perro demoníaco de la novela negra americana).

(Más información: Wikipedia, Ellroy.com, Alohacriticon)

PIEDAD de Miguel Mena

Edición, 2009
Editorial: Xordica
Páginas: 171

Desde la experiencia propia, en notas breves, muy cargadas de piedad hacia mucha gente que sufre y hacia sí mismo, Miguel Mena recoge la extrañeza, el estupor, el límite de lo humano, casos que conoció como periodista.

Este libro según el propio Mena es "de esperanza" y también "de dolor". Por sus páginas pasan historias como la de Garrido, el montañero que, tras varios meses de proeza en solitario, ve cómo los terroristas matan a sus padres y a un hermano; la madre con Alzeimer que aún no olvida cuando murió un hijo suyo hace 60 años suplicándole en vano el agua que le había prohibido el médico; la toma de TV desde el helicóptero del ciclista escapado, al que el pelotón rebasa poco antes de la meta; la muerte de Manolo Fernández, de los Bravos, tras el éxito del grupo; el líder sindical el 1° de mayo comprando en la gran superficie que hace años logró que cerrara; el ascenso y la lesión de César, el canterano...

Piedad es un libro de recuerdos, de paradojas, de estados de ánimo. Un libro de historias mínimas, de fotos al instante, de chispazos.
Piedad habla del dolor, de la esperanza, de la familia, de los amigos, de las ausencias, de la muerte, de la compasión por los demás y por uno mismo.
Piedad es un libro de sueños, de insomnios, de cansancios. Un libro de silencios, de gestos, de gritos.
Piedad habla de admiración, de incomprensión, de luchas, de derrotas, de anhelos, de resistencias.
Piedad es un libro de relatos que no se atrevieron a ser poemas.
Piedad es un desahogo.
Piedad es un libro de memorias.

LEIDO por.... Andrés:

DE RAÍZ
Cuando me dijeron que mi hijo no podría hablar nunca, que tenía un cromosoma atravesado y una nube oscurecía la zona del cerebro donde se amasa el pensamiento y se tejen las palabras, lo primero que recordé fue que había planeado aprender con él los nombres de los árboles

Leí la reseña que Rosa Montero, De entre los vivos se llama ésta, sobre este libro y pensé que no me lo podía perder. Buscando en el ordenador me encontré que ya había leído, y olvidado como casi todos, su libro Bendita calamidad.

Empecé a leerlo después de comer, cuando el sueño interrumpe mis sudokus y mis lecturas, pero esta vez no pudo con mi interés por este libro. Lo leí sin parar, releyendo alguno de los relatos a mi mujer, para que compartiera conmigo los sentimientos que me había inducido su lectura (Ella ya ha leído, también, el libro).

Relatos agridulces, tan cortos, algunos de apenas dos o tres líneas, que caben tres en la reseña de Rosa Montero y que cuando los terminas, te quedas parado, en silencio, dejando que el aturdimiento y las sensaciones se apacigüen. Relatos acompañados por fotografías del autor, siempre sugerentes, que hacen la lectura más intensa.
Fotografía del autor tomada en La Orotava (Tenerife)
Gracias a Rosa Montero, por traer este libro a mi lista, aunque sea dos años después de su publicación. (Tengo un libro suyo pendiente, de titulo con connotaciones futuristas y que pronto encontraré hueco para leer. Su Historia del rey transparente me gustó mucho)

En una escritura ten seria, poco lugar para el humor, que cuando aparece tiene tintes negros: “Es tan bajito que en su cuerpo sólo cabe una enfermedad de seis letras. Cáncer

Mi cachico:

Me ha costado más que otras veces el seleccionar que traer a esta sección. He desechado los tres que aparecen en la reseña, para que se pueda leer otro más. Hay muchos igual de buenos y que preferirán otros lectores:

Aunque la vida le empujó a trabajar desde muy joven, y apenas le quedaba tiempo para nada, mantuvo siempre su afición por la lectura. Poco a poco llenó las estanterías de casa con los libros que compraba. Libros de siempre. Libros baratos. Las colecciones que anunciaban por televisión; los que se vendían acompañando al periódico. Aunque no dispusiera de tiempo para tantos, en sus cálculos entraba disfrutar a fondo de su biblioteca a partir de la jubilación. Cada mirada a la estantería era el anuncio de un futuro con muchas horas de apasionada lectura. Pero el azúcar por aquí y la tensión por allá hicieron mella en sus ojos y, cuando llegó el tiempo de gozar con aquel tesoro, necesitaba una lupa para avanzar por aquellos renglones de letras minúsculas. Sólo quería ser lector, pero tuvo que convertirse en detective para seguir las huellas de unas historias que se desvanecían ante su mirada imprecisa. Y cuando ya ni con los cristales de aumento fue posible, se quedó sentado en su penumbra, frente a decenas de lomos de libros por abrir, como un capitán al que le hubieran robado su barco y lo viera desaparecer entre la neblina

MIGUEL MENA

España (Madrid, 1959)

En 1983 marchó a Zaragoza, en donde reside, y comenzó a trabajar en la radio en programas musicales en Radio Zaragoza, Cadena 40 y Cadena Dial. Más tarde se ha dedicado a programas sobre la actualidad de Aragón en Radio Zaragoza. Es colaborador de la revista La Magia del Viajero y del suplemento de artes y letras de El Heraldo de Aragón.

Entre otras obras es autor de Paisaje del ciclista (1993), Bendita calamidad (1994), El escondite inglés (1997), Onda Media (1999), Cambio de marcha (2000), Una nube de periodistas (2001), 1863 pasos (2005), Días de tregua (2006), premio Málaga de Novela y Piedad (2008).

(Más información: Wikipedia, página personal, lecturalia)

SUITE FRANCESA de Irène Némirovsky

Traducción: José Antonio Soriano Marco
Edición, 2005
Editorial: Salamandra
Páginas: 473

El descubrimiento de un manuscrito perdido de Irène Némirovsky (Kiev, 1903-Auschwitz, 1942) causó una auténtica conmoción en el mundo editorial francés y europeo. Novela excepcional escrita en condiciones excepcionales, Suite francesa retrata una época fundamental de la Europa del siglo XX. En otoño de 2004 le fue concedido el premio Renaudot, otorgado por primera vez a un autor fallecido. Imbuida de un claro componente autobiográfico, "Suite francesa" se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad.

Enseguida, tras las primeras bombas, miles de familias se lanzan a las carreteras en coche, en bicicleta o a pie. Némirovsky dibuja con precisión las escenas, unas conmovedoras y otras grotescas, que se suceden en el camino: ricos burgueses angustiados, amantes abandonadas, ancianos olvidados en el viaje, los bombardeos sobre la población indefensa, las artimañas para conseguir agua, comida y gasolina. A medida que los alemanes van tomando posesión del país, se vislumbra un desmoronamiento del orden social imperante y el nacimiento de una nueva época. La presencia de los invasores despertará odios, pero también historias de amor clandestinas y públicas muestras de colaboracionismo.

Concebida como una composición en cinco partes —de las cuales la autora sólo alcanzó a escribir dos— "Suite francesa" combina un retrato intimista de la burguesía ilustrada con una visión implacable de la sociedad francesa durante la ocupación. Con lucidez, pero también con un desasosiego notablemente exento de sentimentalismo, Némirovsky muestra el fiel reflejo de una sociedad que ha perdido su rumbo. El tono realista y distante de Némirovsky le permite componer una radiografía fiel del país que la ha abandonado a su suerte y la ha arrojado en manos de sus verdugos. Estamos pues ante un testimonio profundo y conmovedor de la condición humana, escrito sin la facilidad de la distancia ni la perspectiva del tiempo, por alguien que no llegó a conocer siquiera el final del cataclismo que le tocó vivir.

IRÈNE NÉMIROVSKY

Rusia (Kiev, 1903 – Auschwitz, 1942)

Aunque nació en Kiev, la educación impartida por una institutriz francesa hizo que la novelista ucraniana Irène Némirovsky dominara el francés como si fuese su lengua materna.

En 1918, tras escapar junto a su familia de la Revolución Rusa, la joven que también hablaba ruso, inglés, yiddish, polaco, finés y vasco vivió durante un año en Finlandia y luego se instaló en Francia, donde retomó sus estudios y, en 1926, consiguió licenciarse en la Sorbona, donde cursó la carrera de Letras.

Ya casada con el ingeniero y banquero Michel Epstein, el padre de sus dos hijas, Némirovsky publicó en París su primera novela, que recibió el título de El malentendido. Poco después vendría su consagración como escritora, a través de David Golder (obra que, con el tiempo, sería adaptada tanto al cine como al teatro) y de El baile.

En 1938, pese a que ya era una escritora reconocida en lengua francesa, el gobierno de Francia rechazó su pedido de nacionalización. Por ese motivo, el 2 de febrero de 1939, Irène y su familia optaron por convertirse a la fe católica. Sin embargo, los inconvenientes no finalizaron allí: como consecuencia de las leyes antisemitas promulgadas en 1940, la autora se quedó sin la posibilidad de publicar sus trabajos y su marido, de ganarse la vida como banquero.

Ante este panorama, la familia Epstein optó por refugiarse en Issy-l”Évêque, pero allí tampoco la suerte estuvo del lado de ellos. El 13 de julio de 1942 la gendarmería francesa arrestó a Némirovsky, quien fue llevada primero al campo de Pithiviers y más tarde a Auschwitz, donde el 17 de agosto de 1942 falleció víctima de tifus.

Es importante destacar que, tras su muerte, Irène continuó sorprendiendo a través de sus obras gracias a que sus hijas se dedicaron a publicar los manuscritos inéditos de su madre. Así, por ejemplo, aparecieron Suite Francesa (obra distinguida con el Premio Renaudot a título póstumo), La vida de Chejov y El ardor de la sangre, entre otras.

(Más información: Wikipedia, Wikipedia en francés, The Definitive Website, Lecturalia)

EL JINETE POLACO de Antonio Muñoz Molina

Edición, 1991
Editorial: Planeta
Páginas: 577

Esta novela de Antonio Muñoz Molina se publicó en 1991

El protagonista, que es traductor simultáneo, va evocando en un relato, que es como un rompecabezas en el que todas las piezas acaban por encajar, la vida en el pueblo andaluz de Mágina, donde nació. Su bisabuelo Pedro, que era expósito y estuvo en Cuba, el abuelo, guardia de asalto que en 1939 acabó en un campo de concentración, sus padres, campesinos que llevaban una vida resignada y oscura, él mismo en su niñez y adolescencia, testigo de la gran transformación que sufre el lugar con el paso de los años. Van apareciendo también otros muchos habitantes de Mágina, como el jefe de policía, poeta vergonzante, el fotógrafo, un periodista, el comandante Galaz que en 1936 reprimió la sublevación militar, y el anciano médico, extrañamente relacionado con el descubrimiento de la momia de una mujer joven emparedada. En el curso de un largo período de tiempo, entre el asesinato de Prim en 1870 y la guerra del Golfo, estos personajes forman un apasionante mosaico de vidas a través de las cuales se recrea un pasado que ilumina y explica la personalidad del narrador.

Antonio Múñoz Molina
, en una historia admirablemente bien trabada y escrita con una seguridad y brillantez de estilo y de lenguaje excepcionales, nos da en El jinete polaco, Premio Planeta 1991 y Premio Nacional de Narrativa de España en 1992, una obra única en el panorama de la literatura española contemporánea.

LEIDO por.... Andrés:

SIN QUE SE DIERAN CUENTA se les hizo de noche en la habitación de donde no habían salido en muchas horas, donde habían estado abrazándose y conversando en una voz cada vez más baja, ...

Esta novela la tenía pendiente desde hace mucho, aparecía en distintos artículos y siempre bien. Así que tocaba este verano.

¡Pero que bien escribe este chico! Me quedaban cien páginas y me demoraba en leer para que no se acabase pronto. No recuerdo los primeros libros que leí de Muñoz Molina: Sefarad, El invierno en Lisboa, Ardor guerrero y El dueño del secreto, pero desde luego me parece mucho mejor que el último leído, La noche de los tiempos, y este me gustó bastante.

Crónica social de Mágina, nombre novelesco con que designa a su Úbeda natal, de los últimos cien años y, por extensión, de la sociedad donde yo también crecí. De forma que al disfrute puramente literario, se añade el viaje a la nostalgia: la música de mi adolescencia: Credence, Ike y Tina Turner, The Doors, el “Je t'aime, moi non plus”, The Animals, Janis Joplin, Carole King; el profesor de gimnasia y de educación del espíritu nacional, los granos en la cara, los Celtas, la adolescencia, los primeros chicos que se atrevieron con el pelo largo, los primeros turistas, los vaqueros, el abandono del campo, los porros...

Novela plagada de personajes inolvidables (mientras me duren en la memoria, claro, cada vez más volatil), algunos muy reales y otros con un perfil más novelesco. Además de los protagonistas, Manuel, el narrador y Nadia Galaz, destacan:

  • La familia de Manuel, su bisabuelo Pedro Expósito Expósito, sus abuelos maternos Manuel y Leonor, Francisco, su padre y demás.
  • Florencio Pérez Tallante: Subcomisario de policía. Que jamás aclaró ni un solo crimen ni obtuvo una sola confesión ni se atrevió a publicar con su propio nombre los versos que escribía. “No estaba seguro de que la poesía y los calzoncillos largos fueran compatibles con la autoridad
  • Don Mercurio: Médico, cheposo, que guardaba el secreto de la mujer emparedada.
  • Ramiro Retratista: Fotografo y conservador de la historia gráfica de Mágina, invisible en sus fotos.
  • Comandante Galaz Con su copia de El jinete polaco de Rembrandt siempre a cuestas, desde que estuvo por primera vez en Mágina.
  • Domingo González Ciego, por dos disparos de sal en los ojos, “llevaba una pistola del nueve largo en el bolsillo y no dormía nunca porque el hombre que lo dejó ciego le prometió que volvería alguna vez a matarlo
  • Lorencito Quesada: insigne repórter y veterano dependiente de El Sistema Métrico, decano en Mágina de los corresponsales de prensa
  • Tte Chamorro: Diplomado por la Escuela Popular de Guerra de Barcelona, preso durante catorce años por auxilio a la rebelión militar.
Y otro personaje, este figurado, que cabalga a lo largo del libro, con distinta presencia, El Jinete Polaco de Rembrandt (1655), que da título al libro Con sus párrafos interminables a que nos tiene acostumbrados, asistimos, dando saltos en el tiempo, a esta saga familiar, compuesta de una manera muy poco usual, pero tremendamente absorbente.

¡Que bien describe la desolación de los personajes!:

  • El personaje tan laboriosamente edificado por mí con el auxilio del alcohol y la música se desvaneció igual que arde un guiñapo de paja: ya era de nuevo yo mismo, nadie
  • No estaba seguro de que la poesía y los calzoncillos largos fueran compatibles con la autoridad”
  • con una expresión de animal abandonado en las pupilas
  • Ahora sé quién soy porque tú me miras y me nombras y me haces aprender cosas de mí que había olvidado
  • el tiempo es como un traje que siempre me cae mal, se me queda corto y ando desesperado, o de pronto me sobra y no sé qué hacer con él
  • «Yo creo que llega a los sitios nada más que para irse cuanto antes de ellos»
  • voy adentrándome en la geografía ilimitada de tu ausencia
Mi cachico:

Era el capitán Monasterio quien mandaba la formación. Ahora sólo se oían sobre la grava los pasos del comandante Galaz. Cientos de caras iluminadas por los reflectores y muy parecidas entre sí lo estaban mirando acercarse. «¡Capitán Monasterio!», dijo en voz alta y clara: nadie lo había oído nunca gritar. El capitán Monasterio se volvió lentamente hacia él, que seguía acercándose, los brazos oscilando junto a las caderas, la mitad de la cara tapada por la sombra de la visera de la gorra, los tacones de sus botas aplastando la grava con un ritmo metódico. «A la orden de usted, mi comandante, sin novedad en el batallón», el capitán Monasterio se cuadró, gordo y sudoroso, con una mirada fija de cobardía y de odio que era idéntica a la de todos los oficiales y suboficiales de la primera fila: el comandante Galaz, solo y firme frente a todos ellos, sin más defensa que su arrogancia y su pistola, recordó la sensación de saltar sobre una trinchera y oír a su alrededor silbidos de disparos. «Capitán Monasterio», dijo, «ordene derecha y descanso y luego rompan filas». El capitán Monasterio había dejado caer la mano y volvió la cara hacia los otros oficiales, como pidiéndoles desesperadamente ayuda. La presencia inmóvil y compacta de las hileras de soldados tenía el espesor de un muro contra el que chocaran las voces. El teniente Mestalla salió de la formación y dio unos pasos hasta llegar a la altura del capitán Monasterio. Era demasiado joven y demasiado soberbio y ya no tendría tiempo de corromperse ni aprender. Su admiración fanática hacia el comandante Galaz se había transmutado en odio con esa rapidez extrema con que cambia el sentido de los afectos en las adolescencias retardadas sin que varíe la locura de su intensidad. «Nadie va a ordenar rompan filas», dijo, y el esfuerzo del desafío y del grito le quebró la voz. «Póngase firme, teniente»: el comandante Galaz habló tan bajo que sólo el teniente Mestalla y el capitán Monasterio oyeron lo que decía. El teniente Mestalla separó un poco más las piernas y se cruzó de brazos. «Yo no obedezco a un traidor.» Mientras desabrochaba la funda de su pistola el comandante Galaz seguía mirándolo a los ojos. Apretaba los dientes y un leve espasmo nervioso le estremecía las mandíbulas. El comandante Galaz sacó la pistola, le quitó el seguro, vio una geometría inmóvil de caras y miradas detenidas en él, volvió a decirle en voz baja al teniente Mestalla que se pusiera firme, pero las piernas siguieron separadas y los brazos cruzados retadoramente sobre el pecho y el teniente no miró ni una vez la pistola que se alzaba en dirección a él. Permaneció erguido unos segundos al recibir el disparo, que provocó en la formación un sobresalto unánime, un movimiento parecido al del agua de un lago donde se arroja una piedra.

EL CORAZÓN ES UN CAZADOR SOLITARIO de Carson McCullers

Traducción: R. M. Bassos
Edición, 2008
Editorial: Seix Barral
Páginas: 380

Escrita con tan sólo veintitrés años, The Heart is a Lonely Hunter (1940) fue la primera novela de Carson McCullers y dio a conocer la magnitud de su talento. Centrada en el ambiente de una pequeña ciudad sureña y en un grupo de personas que —en torno a la figura emblemática del sordomundo John Singer, el personaje más conseguido de esta genial autora— tienen en común la esencial soledad, su marginalidad y el rechazo de una sociedad que les ignora, El corazón es un cazador solitario es ya un clásico de la narrativa contemporánea.

Leyendo El corazón es un cazador solitario el lector no puede evitar implicarse con cada uno de sus personajes y vibra ante la experiencia de seguir a Carson McCullers en su viaje por las profundidades del alma humana. Esta pieza maestra justifica sobradamente las palabras que Graham Greene escribió acerca de su autora: «Carson McCullers y quizá William Faulkner son, tras la muerte de D. H. Lawrence, los únicos escritores con una sensibilidad poética original. Prefiero Carson McCullers a William Faulkner porque escribe de modo más claro; la prefiero a D. H. Lawrence porque no tiene mensaje.» ¿¿??

LEIDO por.... Andrés:

En la ciudad había dos mudos y siempre estaban juntos. Cada mañana a primera hora salían de la casa en la que vivían y, cogidos del brazo, bajaban por la calle en dirección al trabajo. Los dos amigos eran muy diferentes

Había leído mucho y muy bien sobre esta novela, las expectativas eran muy altas y quizá por esto no me ha satisfecho del todo.

Está muy bien narrada, los solitarios personajes de esta novela coral, situada en el más profundo, miserable y racista sur de EEUU, están muy bien definidos, las historias que nos cuenta están muy bien entrelazadas, pero aún así, no ha llegado a emocionarme, salvo al final. Buen libro, a pesar de este pero, y no dudo que a otros lectores pueda llegarles más hondo.

Entre los personajes destacar sobre todo el del magnífico sordomudo Singer, como es sabido porque lo dicen todas las críticas. Resulta especialmente curioso como la autora le dota de una capacidad de relación con la mayoría de los personajes de la novela, quizá, como señala la autora, porque los demás “sentían que el mudo siempre comprendía, fuera lo que fuera lo que quisieran decirle. Y tal vez incluso más ”. Esta capacidad, tan bien descrita, le convierte en el centro y motor de la novela, a pesar del protagonismo de su seguidora Mick.

Me ha sorprendido encontrarme con una pequeña miss Sunshine en unos años tan tempranos, mis novecientos treinta y tantos:
-He ido a la tienda a ondularle el cabello a Baby. Pero se va tan de prisa que he pensado que le hagan la permanente. No quiero hacérse- la yo misma..., así que quizá me la lleve a Atlanta cuando vaya a la convención de cosmetólogos, y que se la hagan allí.
-¡Madre de Dios! No tiene más que cuatro años

La autora no ahorra palabras para describir la miseria de la sociedad, pero sobre todo su racismo:
  • ¿No sabe usted que no puede traer ningún negro a un bar donde hay hombres blancos bebiendo?
  • Mick ya le había oído decir eso a Portia anteriormente, pero pensaba que se trataba de un cuento. ¿Cómo podía ser médico un hombre de color?
  • Aquella Portia era víctima de una locura propia de negros, pero no era mala.
  • La tranquila insolencia de la raza blanca
  • Y entonces Él pondrá su santa mano sobre nuestra cabeza, e inmediatamente todos nos volveremos blancos como el algodón
Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
Él no dejaba de mirarles con furiosa tristeza
Esos feos recuerdos se entretejían en sus pensamientos durante los primeros meses como hebras defectuosas en una alfombra "

Palabras sorprendentes:
repantigarse (repantingarse o repanchigarse)
cohibición

Mi cachico:

Baby empezó a canturrear una canción para sí, y aparentó no escuchar. Pasó sin dejar que Bubber jugara con ella. Lo único que hizo fue agachar la cabeza y sonreírle débilmente.

Bubber aún tenía el fusil apoyado en el hombro. Soltó un estentóreo ¡pum! y fingió que había disparado. Luego volvió a llamar a Baby, con una voz suave, triste, como si llamara a un gatito.

-Por favor, Baby... Ven aquí, Baby...

Todo fue demasiado rápido para que Mick pudiera detenerle. Apenas si había visto la mano del niño en el gatillo cuando sonó el terrible estampido del arma. Baby se derrumbó sobre la acera. Mick sintió como si la hubieran clavado a la escalera y no pudiera moverse, ni gritar. Spareribs se tapaba la cabeza con el brazo.

Bubber era el único que no se había dado cuenta.

-Levántate, Baby –gritó-. No estoy enfadado contigo.

Todo había sucedido en un segundo. Los tres llegaron hasta Baby al mismo tiempo. La niña yacía en la sucia acera. La falda le cubría la cabeza, mostrando sus rosados panties y sus blancas piernecitas. Sus manos estaban abiertas: en una de ellas mostraba el premio del caramelo y en la otra el monederito. Había sangre en la cinta del cabello y en sus amarillos rizos. Había recibido el disparo en la cabeza y tenía ésta vuelta hacia el suelo.

Habían ocurrido tantas cosas en un segundo... Bubber lanzó un grito, soltó el arma y echó a correr. Mick levantó las manos hasta la altura de su cara y también grito. Entonces empezaron a llegar muchas personas. Su padre fue el primero, y cogió a Baby y se la llevó a casa.

-Está muerta –dijo Spareribs-. Le han disparado a los ojos. Le he visto la cara.

Mick caminaba arriba y abajo de la acera, y la lengua se le pegaba al paladar cuando trataba de preguntar si Baby estaba muerta. La señora Wilson llegó corriendo desde el salón de belleza en que trabajaba. Entró en la casa y volvió a salir inmediatamente. Caminaba frenéticamente por la calle, llorando y quitándose y poniéndose el anillo. Entonces vino la ambulancia y el médico entró a ver a Baby. Mick le siguió. Baby yacía en la cama de la habitación anterior. La casa estaba silenciosa como una iglesia

CARSON McCULLERS

EEUU (Columbus, Georgia, 1917 – Nueva York, 1967)

Su nombre real era Lula Carson Smith.

En 1932, esta descendiente de un acomodado joyero y relojero que durante su infancia recibió lecciones de piano pero valoraba más que esa instrucción la máquina de escribir que su padre le regaló en su adolescencia debió permanecer varias semanas en cama debido a una fiebre reumática mal diagnosticada que le ocasionó problemas durante gran parte de su vida.

Aunque poco después tuvo la posibilidad de crecer como pianista en la Juilliard School of Music de Nueva York, ella prefirió dedicar su tiempo a sumar experiencia en el plano laboral y a estudiar Escritura Creativa en la Universidad de Columbia y en el Washington Square College.

En 1937, Carson contrajo matrimonio con Reeves McCullers, un soldado voluntario que optó por abandonar el ejército para formar una familia y cumplir su sueño de ser parte del mundo de las letras. Esta pareja se disolvería algunos años más tarde, aunque a partir de 1945 volvería a unirse. Durante el periodo de alejamiento, según se pudo establecer, la autora volvería a apostar por el amor de la mano de colegas como Annemarie Schwarzenbach y Katherine Anne Porter.

En 1941, un ataque cerebral la dejaría hemipléjica, aunque ese inconveniente no le impidió a Carson McCullers continuar con sus actividades intelectuales. “El corazón es un cazador solitario”, “Reflejos en un ojo dorado”, “Frankie y la boda”, “La balada del café triste” y “El aliento del cielo” son algunos de los títulos que, hasta el día de hoy, brindan la posibilidad de apreciar las aptitudes narrativas de esta mujer que falleció tras sufrir varios problemas cardíacos y padecer cáncer de mama.

(Más información: Wikipedia, Wikipedia en inglés, Carson McCuller Project, epdlp)

CRIMEN Y CASTIGO de Fiodor Dostoyevsky

Traducción: Isabel Vicente
10ª Edición, 2009
Editorial: Catedra
Páginas: 700

Crimen y castigo es una novela de carácter psicológico escrita por el autor ruso Fiódor Dostoievski. Fue publicada por primera vez en un diario llamado El mensajero ruso, en 1866, en doce partes, y publicada después como novela. Junto con Guerra y paz de León Tolstoy, se considera que la novela es una de las más influyentes e internacionales de la literatura rusa. Asimismo, los dialogos mantenidos entre el protagonista, Raskólnikov, y el inspector de policía [debe referirse al juez Porfiri], son considerados por algunos autores; como el prestigioso literato Stefan Zweig, una de las cimas de la literatura universal.

Esta novela contiene dos de los temas característicos de Dostoyevski: la relación entre la culpa y el castigo y la idea de la fuerza redentora del sufrimiento humano, planteando con todo vigor el conflicto entre el Bien y el Mal, ese dualismo ético que es una constante en la obra del autor. Bajo el armazón naturalista de una novela de tesis, subyace una alegoría metafísica y moral. Observa Dostoyevski que el castigo no intimida al criminal, 'pues éste de por sí pide ya moralmente un castigo'.

Crimen y castigo gira en torno a Raskolnikov. El protagonista es un estudiante que apenas tiene para sobrevivir, ni siquiera a través de los esfuerzos de su madre y su hermana Dunia. Raskolnikov se indigna con Dunia porque quiere casarse con un comerciante, y él sabe que el matrimonio es por interés, para ayudar a Raskolnikov. Así que tiene la idea de matar y robar a una vieja usurera despiadada que guarda mucho dinero en su casa.

LEIDO por.... Andrés:

Este libro es de los imprescindibles, había que leerlo sin falta. Y desde luego no me ha defraudado. Es una maravilla.

La novela es de las que se lee con fruición, con ganas, vamos. Valga como síntoma el que durante su lectura apenas he tomado notas, como es mi constumbre, no por falta de motivo, sino por estar inmerso en la trama y no querer interrumpir la lectura. Nos presenta un Raskólnikov con una gran variedad de estados anímicos, alegre, depresivo, frío y calculador, confuso, enamorado, arrepentido, dubitativo, etc., configurando un personaje contundente, complejo y sugerente como pocos en la literatura, que nos obliga a considerarlo de diferente manera según los momentos.

Dos personajes me han parecido particulamente interesantes, Porfiri Petróvich, el juez, y Svidrigáilov. Sus diálogos con Raskólnikov me han parecido memorables. Ambos irónicos y cínicos, conversan con él demostrando una inteligencia elevada. El primero para conseguir avanzar en sus intentos de detener al culpable y el segundo, malvado y contradictorio, para burlarse primero y aprovecharse con Dunia, su hermana, después.

El capítulo en que Raskólnikov confiesa a Sonia su crimen me ha resultado absorbente, magnífico. El desenlace, así mismo, es esplendido, aunque, eso si, algo melodramático. Libraco para devorar.

La pobreza de San Petersburgo es para deprimir a cualquiera. Si se quiere seguir la novela sobre el plano de la ciudad se puede hacer en esta página o en esta otra, más completa.
La casa de Raskólnikov
A lo largo del libro Dostoyesvsky nos siembra su visión del ser humano, a veces con conceptos tan poco halagüeños como éste: “con ese extraño sentimiento de íntima satisfacción que ni siquiera el hombre más compasivo puede menos de experimentar ante la desgracia ajena, incluso cuando la víctima es un amigo estimado, o La razón es esclava de la pasión .

A lo largo del libro reluce el machismo imperante en la época:
  • Y no voy a meterme en que hay casos en que a las mujeres les encanta que las maltraten a despecho de toda su aparente indignación. A todas les ocurre alguna vez. Y es que al ser humano, en general, le encanta ser maltratado, ¿no se ha dado usted cuenta? Pero sobre todo a las mujeres. Hasta podría decirse que es su única diversión
  • Sin hablar de esos casos especiales en que las mujeres experimentan un gran placer en que las ofendan, a pesar de la indignación que simulan (casos que se presentan a veces), al hombre, en general, le gusta que lo humillen. ¿No lo ha observado usted? Pero esta particularidad es especialmente frecuente en las mujeres. Incluso se puede afirmar que es algo esencial en su vida

Raskólnikov y Marmeládov

Sorprende que en los años de la novela se pudiese decir: “usted se encuentra en un lugar oficial y, además de gritar, está fumando, con lo cual falta al respeto a todos los presentes

Los prejuicios nacionalistas de siempre, en este caso sobre los alemanes: “peinado y rizado por el peluquero, le daba ese aspecto ridículo o estúpido que suele prestar a quien lo usa, haciéndole asemejarse a un alemán el día de su boda

Siempre han sido las cosas igual: “¿qué contestó ese profesor de Moscú cuando le preguntaron por qué falsificaba bonos? Pues contestó: «Todo el mundo se hace rico de una manera o de otra. Y también yo he querido enriquecerme cuanto antes.» No recuerdo si fueron estas las palabras exactas, pero el sentido es ése: ganar dinero de inmediato y sin esfuerzo

No he podido sustraerme a la comparación con Ana Karenina, de Tostoi, publicada en 1875, mientras esta novela lo fue en 1866, por lo que puede considerarse que nos están presentado una visión de la Rusia de entonces, solo que de distinto estrato social. Si tuviera que elegir, me quedaría con Crimen y castigo, con toda su depravación, miseria y paupérrima sociedad. Desde luego me ha atrapado más. La mente de un asesino es diseccionada con tremendo realismo.

Los nombres varían según la traducción:
Arcadio Ivanovitch Svidrigailof. Libro digital de internet
Arcadio Ivanovich Svidrigailov, en wikipedia
Arkadi Ivánovich Svidrigáilov, edición de Cátedra

Antes de comprar el libro estuve ojeando las dos ediciones que tenían en la librería, la de Alianza y ésta. Me decidí por la de Isabel Vicente por parecerme mejor (había leído algunos comentarios en internet en contra de esta traducción, pero aún así me dejé guiar por mi intuición) y la verdad que el libro no me ha defraudado. No obstante, al ir a copiar Mi cachico, me encontré con unas reiteraciones que, aunque no me pasaron desapercibidas cuando las leí, no me han gustado en esta relectura. Lástima porque me había causado muy buena impresión según iba leyendo la novela. Trascribo debajo las versión de Isabel Vicente y la encontrada en internet, de la que desconozco el autor de la traducción.

Mi cachico:

-Puesto que lo sé, será que soy un gran amigo suyo -continuó Raskólnikov, que seguía mirándola fijamente a la cara como si no pudiera apartar los ojos de ella-. Él... no quería matar a... Lizaveta... A ella, la mató por azar... A quien quería matar... era a la vieja... cuando estuviera sola... y fue allí...En esto entró Lizaveta... Entonces... también la mató a ella.

Transcurrió otro minuto horroroso. Los dos se miraban fijamente.

-¿Es que no puedes adivinarlo? -preguntó al cabo Raskólnikov con la misma sensación que había experimentado ya antes: miraba a Sonia y, súbitamente, le pareció ver en su rostro el rostro de Lizaveta. Se le había quedado grabada en la mente la expresión de Lizaveta cuando avanzaba sobre ella empuñando el hacha y ella retrocedía hacia la pared, adelantando una mano y con un terror enteramente infantil pintado en la cara, igualito que los niños pequeños, cuando algo los asusta de pronto, contemplan el objeto que los asusta con mirada desvalida y alarmada, retroceden y, a punto de llorar, adelantan una manita para protegerse. Casi lo mismo le sucedía ahora a Sonia: estuvo mirándole algún tiempo con idéntico desvalimiento y con idéntica alarma, hasta que adelantó de pronto la mano izquierda, le apoyó levemente los dedos en el pecho y se levantó poco a poco de la cama apartándose más y más de Raskólnikov a la vez que su mirada se clavaba en él con mayor fijeza. Su espanto se lo transmitió a él de repente; en su rostro se pintó un susto análogo, se puso a mirarla a ella de un modo análogo y hasta casi con análoga sonrisa infantil.
-¿Has adivinado? -murmuró al fin

En internet aparece de la siguiente forma:

-Para saber lo que sé -dijo Raskolnikof, cuya mirada seguía fija en la de ella, como si no tuviera fuerzas para apartarla-, es necesario que esté «ligado» a «él»... Él no tenía intención de matar a Lisbeth... La asesinó sin premeditación... Sólo quería matar a la vieja... y encontrarla sola... Fue a la casa... De pronto llegó Lisbeth..., y la mató a ella también.

Un lúgubre silencio siguió a estas palabras. Los dos jóvenes se miraban fijamente.

-Así, ¿no lo adivinas? -preguntó de pronto.

Tenía la impresión de que se arrojaba desde lo alto de una torre.

-No -murmuró Sonia con voz apenas audible.

-Piensa.

En el momento de pronunciar esta palabra, una sensación ya conocida por él le heló el corazón. Miraba a Sonia y creía estar viendo a Lisbeth. Conservaba un recuerdo imborrable de la expresión que había aparecido en el rostro de la pobre mujer cuando él iba hacia ella con el hacha en alto y ella retrocedía hacia la pared, como un niño cuando se asusta y, a punto de echarse a llorar, fija con terror la mirada en el objeto que provoca su espanto. Así estaba Sonia en aquel momento. Su mirada expresaba el mismo terror impotente. De súbito extendió el brazo izquierdo, apoyó la mano en el pecho de Raskolnikof, lo rechazó ligeramente, se puso en pie con un movimiento repentino y empezó a apartarse de él poco a poco, sin dejar de mirarle. Su espanto se comunicó al joven, que miraba a Sonia con el mismo gesto despavorido, mientras en sus labios se esbozaba la misma triste sonrisa infantil.
-¿Has comprendido ya? -murmuró.