martes, 26 de febrero de 2013

EPISODIOS NACIONALES, Serie cuarta: 2. Narváez, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 254

El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo XIX.

Conocido también como «el Espadón de Loja», el general NARVÁEZ afrontó desde el poder, a la cabeza de un moderantismo represivo, las turbulencias que sacudieron toda Europa a mediados del siglo XIX. Continuación de la narración a la que en forma de diario Pepe García Fajardo da comienzo en «Las tormentas del 48», el episodio nos introduce en los medios próximos al Gobierno y a la Corte, con sus esperpénticas camarillas.

Esta novela, la novena de la cuarta serie de los Episodios Nacionales: El reinado de Isabel II El reinado de Isabel II,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1902

La tienes en:
Comienza así:

“Atienza, Octubre.— Dirijo hacia ti mi rostro y mi pensamiento, consoladora Posteridad, y te llevo la ofrenda de mi vida presente para que la guardes en el arca de la futura, donde renazca con toda la verdad que pongo en mis Confesiones. No escribo estas para los vivos, sino para los que han de nacer; me despojo de todo artificio, cierro los ojos a toda mentira, a las vanas imágenes del mundo que me rodea, y no veo ante mí más que el luminoso concierto de otras vidas mejores, aleccionadas por nuestra experiencia y sabiamente instruidas en la social doctrina que a nosotros nos falta; veo la regeneración humana levantada sobre las ruinas de nuestros engaños, construida con los dolores que al presente padecemos y con el material de tantos yerros y equivocaciones… ”

Desde Atienza, en casa de su familia, continúan las memorias del protagonista, comenzando por su reciente boda en Madrid.

Primera parte de la novela, un poco tediosa, que se anima con la vuelta del matrimonio a Madrid, la entrada del protagonista en política, diputado por Tolosa, en la que nunca antes había estado, por designación a dedo, y su vida en Madrid. Como el mismo nos dice, “
sin meterme, pues, a discernir si mis amigos de la Posteridad son más tontos que yo, o por el contrario más despiertos, sigo poniendo en el papel el traslado fiel de mis actos y de mis intenciones, historiador y crítico anatómico de mí mismo”.

Si la aproximación a la historia de una manera amena es uno de los encantos de estas novelas, no menos, o quizá más, sea el adentrarnos en la vida de los ciudadanos de a pie y el conocer, como si leyéramos los periódicos de entonces, algunos casos insólitos, como este: “
en un pueblo de Soria se había descubierto el estupendo caso de que todos los mozos útiles y robustos, de ocho años acá, daban en la flor de cortarse la primera falange del dedo índice de la mano derecha con el santo fin de eludir el servicio militar”, o costumbres de aquellos tiempos, ”no debe exponerse mi esposa a los peligros y pejigueras de la lactancia, ni ello estaría, como dice mi suegro, en armonía con su posición…”, que ahora nos pueden extrañar.

La descripción que no podía faltar: “
Es este un caballero tan acompasado en la vida social como en la política, como en la literaria. Sus actitudes son como sus versos; sus actos como sus discursos, y su traje como toda su correcta y atildadísima persona. Su estatura es aventajada, su talle esbelto, su rostro grave, abundante el cabello en cabeza y barba, la dentadura perfecta, todo suyo y de intachable limpieza. En el trato cautiva, en la oratoria instruye más que arrebata, en la conversación corriente se oye y se le oye con agrado.”, ni tampoco el humor: “ hube de mostrarme muy gozoso de que mi hermana volviese a Madrid, de que se juntara prontito con las otras monjas franciscanas y milagreras, no sé si descalzas, calzadas o por calzar.”

Entre los personajes históricos que aparecen en la novela merece la pena señalar a Narváez, Pio IX, Sor Patrocinio,  y la reina Isabel II, de la que podemos disfrutar en
Mi cachico.

El Espadón de Loja, “con su andar de gallo arrogante” y sus expresiones, reeditadas muchos años más tarde: “¡España y los españoles! ¡Vaya una tropa, compadre!
Pío IX, de actualidad estos días por ser el inventor de  la infalibilidad papal para sus pronunciamientos ex cathedra, definida en el Concilio Vaticano I (1869-1870).


Había abolido el antiguo gueto judío de Roma, pero después de las revoluciones de 1848, donde se proclamó la república, el papa tuvo que huir a Gaeta, en el reino de las Dos Sicilias, disfrazado de monje. Desde allí pidió ayuda a las principales potencias católicas: España, Austria, Francia y las Dos Sicilias, que acudieron en su ayuda. Cuando sus territorios le fueron restituidos por los franceses, volvió animado por propósitos menos liberales, ejemplo de ello, la restauración del gueto judío.

Visita de Pio IX a España
la expedición que hemos mandado a Italia en socorro del Soberano Pontífice continúa moviendo la opinión y dando mucho que hablarYa estoy viendo, hija mía, los beneficios que van a llover sobre nuestra Nación por esta Cruzada.
 “¿qué hacían allí los españoles? Recibir la bendición del Papa, ocupar a Terracina, y gastar su ardimiento en marchas y contramarchas.

De un autor anónimo (se dice que Bretón de los Herreros) es el soneto que figura en el libro y que hacer referencia a Sor Patrocinio y a fray Fulgencio.

Temo que el cetro se convierta en báculo,
y el estado, hoy caótico, muera ético
Si otro escolapio, en ademán ascético,
Logra ser del rey cónyuge el oráculo.

Venero a Dios, venero al tabernáculo;
Más no a hipócrita Sor que con emético
Llagas remedia, a cuyo humor herpético
Fue quizá el torpe vicio receptáculo.

¡Cuestión de religión lo que es de clínica!
y damos leyes desde el torno. ¡Cáscaras!
Esto no se tolera ni en el Bósforo.

Mas si la farsa demasiado cínica
Se repite caerán todas las máscaras,
y arderá España entera como un fósforo.

 
Sor Patrocinio y la reina Isabel II
Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
mejor que ser la liebre guisada, es ser el cocinero que la guisa, ya que no sea uno el rico que se la come
penseque
Fíate de la Virgen y no corras
tintinimarras

Palabras recuperadas o, más bien, anticipadas:

El mismo que viste y calza
tomar el portante
cubierto el riñon
plantar en la calle
aguantar la mecha

Mi cachico:

Arrimose a la sazón la Reina a los que de ello hablábamos, y éramos ya más de dos, por inopinado crecimiento del grupo, y nos dijo: «¿Hablan de escribir la Historia de Isabel II? Sí, Beramendi, sí… Yo subvenciono esa obra.
—Es pronto —afirmó el Rey con gran sentido—: no ha de ir el historiador por delante del Reinado, sino detrás…
—¿Y por qué no han de ir juntos, cogiditos de la mano? —indicó la Reina.
—Porque la Historia verde sabe mal, como la fruta. Hay que dejarla madurar en el árbol.
—¿De modo —dijo Su Majestad haciendo reír a todos con su donosa ocurrencia—, que aún estamos verdes? Más vale así… Pues yo deseo que pronto hablen y escriban de mí, por supuesto que escriban bien, elogiándome mucho y poniéndome en las nubes… Yo aspiro a que de mi Reinado se cuenten maravillas.
—Los pueblos más felices —dijo Montesquieu por boca del Rey—, son aquellos cuya Historia es fastidiosa.
—Pues yo no quiero —afirmó la Reina—, que al leer mi Reinado bostece la gente… ¡Historia fastidiosa! Eso ni deleita ni enseña.
—La de España —indicó María Cristina, melancólica—, es y será siempre un folletín.
—Mamá, eso es tener mala idea de los españoles.
—Tengo la que ellos me han dado —replicó la ex-Gobernadora.
—Los españoles son buenos, valientes, honrados, caballeros —declaró Isabel—; en general, se entiende, porque ¡también hay cada pillo…!».
Encontrándonos de nuevo frente a frente, me dijo: «¿No crees tú que la Crónica mía, la de mi Reinado será bella?
—Bella será… ¿pero quién asegura que no será también triste?
—¿Por qué?… Me asustas… Yo no ceso de pensar en mi Historia, y me la represento como una matrona gallardísima…

jueves, 21 de febrero de 2013

EPISODIOS NACIONALES, Serie cuarta: 1. Las tormentas del 48, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 232

El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo XIX.

Primer episodio de la Cuarta serie, LAS TORMENTAS DEL 48 hace alusión a los numerosos acontecimientos que recorrieron Europa en 1848 sacudiendo tronos y estados. Las secuelas que de tal borrasca llegaron a España se entreveran en él con el comienzo de las peripecias vitales y sentimentales de José García Fajardo en un Madrid donde una vez más el pueblo llano es el principal protagonista.

Esta novela, con la que se inicia la cuarta serie de los Episodios Nacionales: El reinado de Isabel II El reinado de Isabel II,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1902.

La tienes en:

Comienza así:


Vive Dios, que no dejo pasar este día sin poner la primera piedra del grande edificio de mis Memorias… Españoles nacidos y por nacer: sabed que de algún tiempo acá me acosa la idea de conservar empapelados, con los fáciles ingredientes de tinta y pluma, los públicos acaecimientos y los privados casos que me interesen, toda impresión de lo que veo y oigo, y hasta las propias melancolías o las fugaces dulzuras que en la soledad balancean mi alma; sabed asimismo que, a la hora presente, idea tan saludable pasa del pensar al hacer. Antes que mi voluntad desmaye, que harto sé cuán fácilmente baja de la clara firmeza a la vaguedad perezosa, agarro el primer pedazo de papel que a mano encuentro, tiro de pluma y escribo: «Hoy 13 de Octubre de 1847, tomo tierra en esta playa de Vinaroz, orilla del Mediterráneo, después de una angustiosa y larga travesía en la urca Pepeta, ¡mala peste para Neptuno y Eolo!, desde el puerto de Ostia, en los Estados del Papa…».

En esta novela, narrada como si un diario dirigido al “ignoto público de la Posteridad”, nos encontramos a viejos conocidos de la anterior serie e incluso de anteriores y conocemos, como tenía se ser, al protagonista de esta serie, y que presentándose a si mismo, resulta bastante distinto a los anteriores:
  • ¿Qué cualidad preferís en el historiador de sí mismo: la melindrosa reserva o la honrada indiscreción?
  • No había fuerza humana que me hiciera mirar con interés el estudio de la Escolástica y de la Teología, y aunque a veces, cediendo a la obligación, intentaba encasillar estos conocimientos en mi magín, salían ellos bufando, aterrados de lo que encontraban allí
  • Mi turbada naturaleza no supo separar el noble sentimiento del brutal instinto, y llorando me abalancé a la comida que me ofrecieron.
  • Yo, señorito holgazán inútil para todo; yo que no sé trabajar ni aporto la menor cantidad de bienes a la familia humana
  • pobre, de muy dudosa moralidad, paseante en corte, sin carrera ni oficio ni más patrimonio que mi figura, mis modales finos, mi labia, mi saber ameno, hoy más social que científico
  • me había dispensado de ir a la oficina, con excepción de los días de la sacra nómina
  • hallándome, diré que por casualidad, en mi oficina (a la cual yo no voy más que a fumar cigarrillos y a escribir mi correspondencia)
  • Mis conocimientos de las teorías o utopías socialistas reviven en mí, y reconozco y declaro la usurpación que efectúo casándome con Mariquita Ignacia”, de la que dice: “no veo yo que sea la risa el mejor adorno del rostro humano, y antes bien entiendo que la mujer casada no tiene por qué enseñar los dientes
Los nombres de mujeres no tienen desperdicio y dicen mucho de la imaginación, retorcida en este caso, de Galdós: Eufrasia, sor Catalina de los Desposorios, Librada

 
No podíamos pasar sin algunas de las descripciones de Galdós:
  • Por las mañanas, a la hora en que se halla en todo el furor de su loco entretenimiento, las greñas se le salen por debajo de la cofia, las uñas guardan todavía luto y las manos le huelen a tinta de periódico; su gordura fofa se escapa por uno y otro lado, evadiéndose del presidio de un destartalado corsé, cuyas ballenas no son más que un andamiaje en ruinas.
  • el talle reducido al mínimo volumen, el seno al máximo, todo ello sin menoscabo de la buena armonía
Ponciano Ponzano Friso del Congreso de los Diputados (1848)

Como ya hemos apuntado en otros episodios, leyendo esta serie uno pierde, afortunadamente solo a veces, el sentido del tiempo y se piensa que nos relata casos de nuestro tiempo:
Desde la sala próxima, volviéndome para mirarla, vi que en mí clavaba sus negros ojos, y en ellos se me reveló su soberano talento, su apasionado corazón… y su profunda inmoralidad…Eran sus ojos el signo de los tiempos.
«En la política de tu país puedes abrirte camino ancho, que allá tienes dos especies de hombres afortunados: los tontos y los que se pasan de listos. Procura tú ser de los últimos».
«Me parece muy bien —dijo Segismunda—: fomentemos también la religión, de la que nace la conformidad del pobre con la pobreza. ¿Para qué pagamos tanto clérigo, y tanto obispo y tanto capellán, si no es para que enseñen a los míseros la resignación, y les hagan ver que mientras más sufran aquí, más fácilmente ganarán el Cielo?
    —Justo; y entre tanto ganemos nosotros la tierra…
    —Que es lo más próximo… y lo más seguro».
¡Diecisiete casas en Madrid! De éstas, cuatro son de corredor, para gente pobre, y como toda industria que explota la indigencia, producen renta lucida.
¿Qué organismo social es éste, fundado en la desigualdad y en la injusticia, que ciegamente reparte de tan absurdo modo los bienes de la tierra?

El pueblo de Madrid es el protagonista histórico casi exclusivo en esta novela.
Mapa de Madrid (1848)

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
plumeando (escribiendo)
amoscarse
sacarle dinero es más difícil que extraer aceite de un ladrillo
Olor de chamusquina
Dar el quién vive
Como un pavo cuando endereza el moco y se hincha rastreando las alas

Palabras recuperadas o, más bien, anticipadas:
Gaznápiro
maritornes
mozalbete
ponerse hecho un basilisco
volverse tarumba
aflojar la mosca
brillar por su ausencia
despotricar
A posta
Importar un bledo

Mi cachico:


Impaciente Doña Visita por lo mucho que su niña se entretenía en los musicales ejercicios, fue en su busca, y a poco la trajo de la mano, diciéndome al presentarla: «Dispénsela usted. Quería mudarse de vestido; pero como usted es de confianza, puede verla en el trajecito de casa». Hago acopio de toda mi sinceridad y rectitud para declarar que la primera impresión que en mí produjo la niña de Emparán fue atrozmente desagradable. ¡Válgame Dios qué niña! Y aunque en el breve espacio de una visita sólo podía yo juzgar el ser físico, éste y el espiritual, representados en un solo ser, pareciéronme de lo más desgraciado que Dios ha puesto en el mundo. Es Mariquita Ignacia lo más contrario al tipo de muchachas que comúnmente vemos en todas las clases sociales, pues no hay ninguna que en la florida sazón de los dieciocho no tenga en su persona, siquier sea la misma fealdad, algún rasgo de gracia y donaire, algún tono de frescura y de seductora juventud. El cuerpo es un mentís de su edad, que en ella parece un fraude. Rara vez se revisten los verdes años de aquella gordura desatentada, contraria a todo sentimiento de proporción, pelmazos de carne distribuidos sin ninguna lógica en las partes de un defectuoso esqueleto. Abulta el seno enormemente, saliéndose del círculo natural de la doncellez, y para acabar de arreglarlo, la cintura y vientre con aquella otra zona quieren confundirse, rompiendo la esclavitud del corsé y arrollando las filas de ballenas que martirizan el pobre cuerpo. Son los brazos chicos, el cuello corto, gordezuelas y bonitas las manos, única nota bella en que puede recrearse la vista. Ella lo sabe y habla más con las manos que con la boca.

martes, 19 de febrero de 2013

ARMAS, GÉRMENES Y ACERO de Jared Diamond

Traducción: Fabián Chueca
Edición: 1998
Editorial: Debate
Páginas: 527

La narración comienza hace 13.000 años, cuando los cazadores recolectores de la Edad de Piedra constituían la totalidad de la población humana. En aquella época comenzaron a tomar rumbos diferentes en los distintos continentes las sendas de la evolución de las sociedades humanas. La pronta domesticación de animales y el cultivo de plantas silvestres en el Creciente Fértil, China, Mesoamérica, el sureste de los actuales Estados Unidos y otras zonas otorgó una ventaja inicial a los habitantes de estas regiones.

Hasta ahora apenas se sabía por qué el trigo y el maíz, la vaca y el cerdo, tan consumidos en el mundo moderno, aparecieron como especies domésticas en esas regiones en particular y no en otras. Los orígenes localizados de la agricultura y la ganadería sólo son una parte de la explicación de los diferentes destinos de los distintos pueblos. La gran desigualdad en el ritmo de difusión de la producción de alimentos desde esos centros iniciales tuvo mucho que ver con otras características climáticas y geográficas.

Las sociedades que fueron más allá de la fase de cazadores-recolectores tenían más probabilidades de desarrollar la escritura, la tecnología, las estructuras políticas, las religiones organizadas, además de gérmenes nocivos y poderosas armas de guerra. Armas, gérmenes y acero supone un avance fundamental en nuestra comprensión de las sociedades humanas. Expone cómo el mundo moderno y sus desigualdades han llegado a ser como son. "Ningún científico aporta más experiencia de laboratorio y de campo, ninguno reflexiona con más profundidad sobre cuestiones sociales, ni las trata con más claridad, que Jared Diamond, como pone de manifiesto Armas, gérmenes y acero. En esta amena obra, Diamond demuestra cómo la historia y la biología pueden enriquecerse mutuamente para mejorar la comprensión de la condición humana."

Este libro, publicado en 1997,  ganó el premio Pulitzer.

Comienza así:

“Todos sabemos que el curso de la historia ha sido muy diferente para los pueblos de las distintas regiones del planeta. En los 13.000 años transcurridos desde el fin del último período glacial, unas partes del mundo han desarrollado sociedades industriales alfabetizadas y poseedoras de útiles de metal, otras sólo han desarrollado sociedades agrícolas no alfabetizadas, y otras han seguido albergando sociedades de cazadores-recolectores equipados con útiles de piedra. Estas desigualdades históricas han proyectado largas sombras sobre el mundo moderno, porque las sociedades alfabetizadas que disponían de útiles de metal han conquistado o exterminado a las otras sociedades. Aunque estas diferencias constituyen el hecho más fundamental de la historia universal, las razones que las explican siguen siendo inciertas y controvertidas. Esta desconcertante cuestión de sus orígenes me fue planteada hace veinticinco años de una forma sencilla y personal.

LEÍDO  por.... Andrés:

Tuve noticia de este libro tarde, catorce años después de su publicación en España, por los comentarios de una amigo sobre el tema sobre el que trataba. La búsqueda en internet de información al respecto me hizo conocer la calidad del libro.

Tal como nos cuenta el autor en el prólogo, la idea del libro nace en julio de 1972, después de que Yali, un amigo suyo habitante de Nueva Guinea, le formulara la siguiente pregunta: "«¿Por qué vosotros los blancos desarrollasteis tanto cargamento y lo trajisteis a Nueva Guinea, pero nosotros los negros teníamos tan poco cargamento propio?»" y que la editorial ha traducido al lenguaje coloquial, en la cubierta del libro, como: «¿Por qué los pueblos de Euroasia  conquistaron, desplazaron o diezmaron a las poblaciones autóctonas de América, Australia y África, y no a la inversa?»
Disco Falistos, Grecia
Seguro que a todo se nos ocurre alguna respuesta inmediata, pero Diamond no se contenta con esto. No le sirve la respuesta de que los euroasiáticos tenían caballos, armas, medios de transporte. El nos preguntaría, ¿pero por qué los euroasiáticos tenían caballos y el resto no? ¿por qué tenían armas más letales?. Porque lo que el autor busca son las causas primarias y para ello tiene que remontarse a muchos miles de años, al origen de la gran aventura del homo sapiens.
Mujeres Khoisan, África
Y lo hace de una manera muy clara y amena, desmenuzando todos los detalles y apoyándose en cuanto hecho científico se lo permite. Y en este viaje he de decir que he disfrutado mucho, pues me ha ampliado mi conocimiento sobre un área que siempre me ha interesado mucho.
Tribu Foré, Nueva Guinea
En el libro nos encontraremos con respuestas, no siempre las esperadas, a preguntas que, como españoles, nos atañen directamente. Según el autor “El momento más dramático en las posteriores relaciones entre los europeos y los indígenas americanos fue el primer encuentro entre el emperador inca Atahualpa y el conquistador español Francisco Pizarro en la ciudad de Cajamarca, en el altiplano peruano, el 16 de noviembre de 1532” y se pregunta “¿por qué Pizarro capturó a Atahualpa y mató a tantos de sus seguidores, en vez de que las fuerzas inmensamente más numerosas de Atahualpa capturasen y dieran muerte a Pizarro? Al fin y al cabo, Pizarro sólo disponía de 62 soldados a caballo y 106 soldados de a pie, mientras que Atahualpa mandaba un ejército de unos 80.000 hombres”. También hace referencia al enfrentamiento entre Cortés y Moctezuma. Después de leer este libro, la forma en que nos acercamos a esos dos hechos históricos, apuntados en este blog en los libros Historia verdadera de la conquista de Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, Francisco Pizarro, el Marqués Gobernador de Jose Antonio del Busto Duthurburu y Francisco Pizarro y la conquista del Imperio Inca de Bernard Lavallé, ya no es la misma.
Mujeres Pintupi, Australia
Por poner un pero al libro, decir que al final da la sensación de ser un poco reiterativo. En su afán de asentar su teoría recurre demasiado a los mismos argumentos.

Una buena vacuna contra los etnocentrismos. ¡Magnífico!

Pigmeos, África
Mi cachico:

Yo le diría a Yali: las asombrosas diferencias entre la historia a largo plazo de los pueblos de los distintos continentes no se han debido a diferencias innatas entre los propios pueblos, sino a diferencias en sus respectivos medios. Supongo que si las poblaciones de la Australia aborigen y de Eurasia pudieran haberse intercambiado durante el Pleistoceno tardío, los aborígenes australianos serían quienes hoy ocupasen la mayor parte de América y Australia, además de Eurasia, mientras que serían los eurasiáticos originarios quienes habrían de verse reducidos ahora a fragmentos de población oprimidos en Australia.

JARED DIAMOND

 EEUU (Boston, 1937)

Es profesor de geografía en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). Comenzó su actividad científica en el campo de la medicina, que después amplió a la biología evolutiva y la biogeografía. Ha sido elegido miembro de la Academia de Artes y Ciencias, de la Academia Nacional de Ciencias y de la Sociedad Filosófica de Estados Unidos, y ha recibido una beca de investigación de la fundación MacArthur y los premios Burr de la Sociedad Geográfica Nacional y Pulitzer por Armas, gérmenes y acero (Guns, Germs and Steel. 1997).

Es autor también de Colapso. ¿Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen? (Collapse: How Societies Choose to Fail or Succeed. 2004). En estos dos libros trata la evolución de ciertas sociedades a partir de factores materiales como condiciones ecológicas, disponibilidad de recursos e influencia de la tecnología, lo que le acerca al materialismo cultural, pero no al determinismo, ya que insiste en que el destino de las sociedades depende de las decisiones que éstas toman.

Entre sus obras, además de las mencionadas, destacan El tercer chimpancé (1994) y ¿Por qué es divertido el sexo? (1999), junto con más de doscientos artículos en las revistas Discover, Natural History, Nature y Geo.

(Más información: Wikipedia, Wikipedia en inglés)

domingo, 3 de febrero de 2013

LA CONTABILIDAD PRIVADA DE CHRISTIE MALRY de B. S. Johnson

Traducción: Marcelo Cohen
Edición: 2012
Editorial: Libros del silencio
Páginas: 204

Christie Malry es un joven humilde que ambiciona estar cerca del dinero del que carece. Por ello acepta empezar a trabajar como empleado bancario, pero el ambiente gris y asfixiante pronto le convencerá de que debe buscar nuevos escenarios en los que perseguir sus objetivos. Hacerse contable, su siguiente movimiento, no le acercará más al éxito, pero sí le hará descubrir la herramienta esencial para alumbrar la Gran Idea que dará sentido a su existencia: la contabilidad por partida doble, que Christie adoptará para hacer, literalmente, balance de daños y beneficios en su relación cada vez más turbulenta con un mundo que percibe injusto y despiadado, y contra el que se declara en guerra abierta.  
 
Heredero de la mejor tradición satírica británica y deudor de las innovaciones de Laurence Sterne, B. S. Johnson logra ensamblar perfectamente la narración con su reverso: un cuestionamiento de las instancias narrativas que atraviesa todo el texto a mayor gloria de un humor ingenioso y chispeante que convive con la furia y la amargura más descarnadas. Tan lúdica y liviana como inteligente y provocadora, La contabilidad privada de Christie Malry (1973) representa una inmejorable puerta de entrada a la obra de un autor extremadamente singular y objeto de un culto creciente.
 
Comienza así:
 
“Christie Malry era una persona ingenua.
 
No le había llevado mucho tiempo comprender que el dinero no constaba en su origen; que por lo tanto tendría que procurárselo de la mejor manera posible; pero procurárselo con métodos que la sociedad consideraba delictivos acarreaba sanciones desagradables (y para él inaceptables); que había otros métodos que la sociedad (algo arbitrariamente) no consideraba delictivos; y que probablemente el recurso más práctico para él fuera situarse cerca del dinero, o al menos cerca de quienes lo ganaban. De modo que había resuelto convertirse en empleado  bancario.
 
Ya les he dicho que Christie era una persona ingenua.”

LEÍDO  por.... Andrés:

Leí hace tiempo alguna reseña muy positiva de esta novela, es cuanto recuerdo después de la larga espera hasta que he podido hacerme con ella.

Para entender en toda su profundidad esta novela es conveniente leer el prólogo de
John Lanchester (traducción de Marc García). En éste nos enteramos de las ideas del autor a cerca de como debe ser la novela actual (publicada en 1973). “Pensaba que en lo concerniente a la función de contar historias otros medios habían tomado la delantera a la novela; principalmente el cine y la televisión […] La labor de la novela debía ser la de concentrarse en la descripción de los estados internos, que era lo que mejor hacía que cualquier otro medio” .

De esta forma cobra sentido el que el narrador, en su continuo diálogo con el lejano lector escriba: “Debería hacerse ahora un intento de caracterizar la apariencia de Christie […] ¿Que lector puede competir con la imaginación de los lectores?, para rematar con “Christie, pues, es de silueta, altura, peso, complexión y tez corrientes. Que cada cual haga de él lo que quiera”.

 Y aún nos sorprenderá más por tratarse de una novela donde los personajes hablan de si mismo como personajes de una novela. La madre del protagonista dice: “
hoy hace dieciocho años y cinco meses que a los propósitos de esta novela soy tu madre”, donde el protagonista también es consciente de esto: “No había más tiempo. Estamos en una novela muy corta” . Llegando a hablar entre si el narrador y el protagonista: “-Christie -le previene-. Me parece que esta novela no se puede extender mucho más. Lo siento”.

Se nos dicen «Hoy la novela únicamente debería proponerse ser divertida, brutal y corta» y desde luego lo cumple.

Menos más que los personajes de la vida real no nos dedicamos a aplicar la doble contabilidad de Christie Malry, aunque uno se queda, en estos días tan aciagos, con las ganas de tener la locura de aplicarla.



Mi cachico:

»Todo esto podría expresarlo en términos contables por partida doble, deudor, acreedor, segunda regla de oro, crédito de Christie Malry por el daño recibido, cargo del bloque de despachos por el daño causado.                                   ¿Cómo hacer el balance?

»Tengo derecho, claro a un retribución exacta. Todo activo ha de tener su pasivo, la primera regla de oro es esa. Pero ¿cuál es la forma de pago?»

Christie dio media vuelta y deshizo el camino, contra la marea de la multitud, hasta pasar de nuevo frente al edificio en construcción. Se detuvo, sacó una moneda del bolsillo y, acercándose[...]

«¡Cargádselo a ellos! ¡Acreditádmelo a mí!                ¡Cuenta saldada!»

Christie siguió andando como si no hubiera pasado nada, como si nadie lo hubiera notado.    ¡Y no lo había notado nadie!

«¡Eureka! ¡Es una idea genial! ¡Mi contabilidad privada!»

B. S. JOHNSON

Inglaterrra  (Londres, 1933-1973)

Fue narrador, poeta, dramaturgo, crítico literario, realizador cinematográfico y productor televisivo. Después de abandonar el instituto a los dieciséis años trabajó como auxiliar contable y oficinista (una experiencia que le serviría para su novela La contabilidad privada de Christie Malry). Tras realizar un curso de preparación para la universidad logró aprobar el examen de acceso para el King’s College de Londres, donde se licenciaría en Filología Inglesa y trabajaría como profesor sustituto, actividad que compaginó con la de cronista deportivo para The Observer.

A partir de 1963 Johnson dio a luz una serie de novelas comprometidas con la exploración formal, en muchas ocasiones centrada en aspectos propiamente físicos y tipográficos, y con la honestidad narrativa: no en vano consideraba sus obras «verdades en forma de novela». Editor de poesía en Transatlantic Review y responsable de antologías y volúmenes colectivos, B. S. Johnson se suicidó a los cuarenta años agobiado por problemas familiares y deprimido por la falta de aceptación de sus propuestas.

 La contabilidad privada de Christie Malry, la más accesible, exuberante y desesperada de sus obras, fue la última novela que se publico en vida del autor.

Sumido en el olvido durante años, su obra empezó a rescatarse con el cambio de siglo, principalmente gracias a la ferviente labor de su biógrafo Jonathan Coe


viernes, 1 de febrero de 2013

EPISODIOS NACIONALES, Serie tercera: 10. Bodas reales, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 238

El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a
Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX.

Tras la caída de Espartero como Regente, y para evitar un nueva Regencia, La Reina Isabel fue declarada mayor de edad a los 13 años y casada a los 16 con su primo hermano Francisco de Asís de Borbón.

Esta novela, la décima y última de la Tercera Serie de los
Episodios Nacionales: Cristinos y carlistas,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1900

Comienza así:

“Si la Historia, menos desmemoriada que el Tiempo, no se cuidase de retener y fijar toda humana ocurrencia, ya sea de las públicas y resonantes, ya de las domésticas y silenciosas, hoy no sabría nadie que los Carrascos, en su tercer cambio de domicilio, fueron a parar a un holgado principal de la Cava Baja de San Francisco, donde disfrutaban del discorde bullicio de las galeras y carromatos, y del grande acopio de vituallas, huevos, caza, reses menores, garbanzos, chorizos, etc., que aquellos descargaban en los paradores. ”

La que menos me ha gustado de todas las leídas hasta ahora. La primera mitad muy interesante por los hechos que relata, pero la segunda, las intrigas para casar a la reina,  es totalmente prescindible. Se hace demasiado larga, ya que como dice
Galdós, “no se casa una Reina en lo que se persigna un cura loco”.
 
Boda de Isabel II
Relata la caida de Espartero y  los problemas surgidos por la inteción del gobierno de casar a la reina: “Si algunos de los pueblos pronunciados no pedían la caída del Regente, sino la vuelta del florido López, otros proclamaban la inmediata mayoría de la Reina, resultando un barullo tal, que no lo harían semejante todos los locos del mundo metidos en una sola jaula”. Una época que Galdós nos presenta como una de las más tristes y bochornosas, suponiendo que sea fácil hacer esta distinción en siglo tan negro:
  • No sería justo acusar a los que tales desatinos e insulsas candideces escribían, y esta es otra de las gravísimas corrupciones de la política, que hace a los hombres desvariar ridículamente y decir mil necedades sin creer en ellas.
  • El angustioso lamentar de los cesantes que iban cayendo, y el bramido triunfal de los nuevos funcionarios que al comedero subían, formaban el coro en las vanas tertulias de los cafés.
  • Camino largo y espinoso suele ser en España el que conduce del principio legal a la realización del derecho, y muchas esperanzas cortesanas se pierden en este camino
  • Con dichas leyes fusilaban hoy los fusilables de ayer, y mataban los moralmente muertos. La fortuna y el éxito eran la razón única de que entre tantos criminales, unos fueran asesinos justicieros y otros víctimas culpables.

Narvaez, “el guapo de Loja”, fieramente vapuleado en la novela:
  • El cascarrabias que necesitaba el país en momentos de turbación era Narváez, porque no había quien le igualase en las condiciones para cabo de vara o capataz de presidio.
  • No había otro que le igualara en aptitudes para establecer un predominio efectivo, por la sola razón de ser más audaz, más tozudo y más insolente que los demás.
  • en ocasiones críticas del desbarajuste hispano, fuera Narváez un brazo eficaz, que supo dar a la sociedad desmandada lo que necesitaba y merecía, por lo cual le corresponde un primer puesto en el panteón de ilustraciones chicas, o de eminencias enanas, como quien dice.
  • fusilando españoles, tarea fácil y eficaz a que se consagró desde el primer día de mando.
  • Lo primero es el orden, lo primero es hacer país…
  • su demencia del orden a estados imaginativos muy parecidos al éxtasis
  • Su falta de cultura, su desconocimiento de la Historia, su ignorancia infantil de las artes de gobierno lleváronle a tan descomunal sinrazón.
  • seguía fusilando, deseoso de obtener un orden perfecto; pero a medida que disminuía en España el número de los vivos, el orden se alejaba más, cubriéndose el rostro con un velo muy lúgubre

Respecto a Isabel II, nos dice: “Si algo bueno tuvo no se lo debió a nadie: lo malo no es tan suyo como parece, porque poca defensa contra el mal tiene una pobre niña, gobernante de pueblos, criatura mimada y sin estudios, a quien le ponen de maestros los siete pecados capitales… y no le pusieron más de siete porque no los había.” y “desde su tierna edad le enseñaron el código de las equivocaciones.

Volvemos a encontrarnos a nuestra vieja amiga Jenara de Baraona, viuda de Navarro, relacionándose con los protagonistas de esta novela.

Y para endulzar un poco tan pesimista panorama, un toque de humor, tan galdosiano:  “
rezó un rato junto al féretro, de rodillas, ajándose el vestido y descomponiéndose el escote, del cual se escapaban los mal aprisionados pellejos que un día fueron lucidas carnes

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:

idas y venidas de mosca prisionera que busca la luz y el aire
por su mal le nacieron alas a la hormiga
al que no está hecho a bragas, las costuras le hacen llagas
si susceptible de enmienda es un error, no lo es la necedad
 sin quererlo, por grados inapreciables, se iba haciendo marisco y pegándose por secreciones calcáreas a la roca oceánica de Madrid.
 de ahí le venía la tos al gato

Palabras recuperadas o, más bien, recuperadas:

gutapercha
payo

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
dandil
dobladillando
menjurje (mejunje)


Mi cachico:

Todo ello parece cosa imaginada en juegos de chicos. La imparcialidad ordena decir que los argumentos del Regente, en la proclama que enderezó a los pueblos poco antes de empollar la suya elMinistro universal, adolecen también de inconsistencia y puerilidad; pero el defecto no salta tan vivamente a la vista como en las torpes letras de Serrano y González Bravo. Se ve que estos soldados de fortuna a quienes la guerra llevó rápidamente a las cabeceras de la jerarquía militar, y estos políticos criados en los clubs, recriados con presuroso ejercicio literario en las tareas del periodismo; lanzados unos y otros a la lucha política en los torneos parlamentarios y en el trajín de las revoluciones, sin preparación, sin estudio, sin tiempo para nutrir sus inteligencias con buenos hartazgos de Historia, sin más auxilio que la chispa natural y la media docena de ideas cogidas al vuelo en las disputas; se ve, digo, que al llegar a los puestos culminantes y a las situaciones de prueba, no saben salir de los razonamientos huecos, ni adoptar resoluciones que no parezcan obra del amor propio y de la presunción. Por esto da pena leer las reseñas históricas del sin fin de revoluciones, motines, alzamientos que componen los fastos españoles del presente siglo: ellas son como un tejido de vanidades ordinarias que carecerían de todo interés si en ciertos instantes no surgiese la situación patética, o sea el relato de las crueldades, martirios y represalias con que vencedores y vencidos se baten en el páramo de los hechos, después de haber jugado tontamente como chicos en el jardín de las ideas. Causarían risa y desdén estos anales si no se oyera en medio de sus páginas el triste gotear de sangre y lágrimas. Pero existe además en la historia deslavazada de nuestras discordias un interés que iguala, si no supera, al interés patético, y es el de las causas, el estudio de la psicología social que ha sido móvil determinante de la continua brega de tantas nulidades, o lo más medianías, en las justas de la política y de la guerra.