miércoles, 6 de junio de 2012

LA SEÑORA DALLOWAY de Virginia Woolf



Traducción: Andrés Bosch Vilalta
Edición: 2008
Editorial: RBA Coleccionables
Páginas: 265

Publicada en 1925, La señora Dalloway, la primera de las novelas con que Virginia Woolf revolucionó la narrativa de su tiempo, relata un día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina esa misma noche, cuando empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día suceda un hecho trágico -el suicidio de un joven que volvió de la guerra con la mente perturbada-, lo verdaderamente esencial de la obra estriba en que los hechos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de dibujar los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo. Casi ochenta años después de su aparición, "La señora Dalloway" conserva intactas la oscura belleza y la originalidad que le permitieron ingresar en la restringida familia de los clásicos del siglo XX.

Es una de las novelas más famosas de Virginia Woolf y trata temas importantes en su obra como el rol de la mujer, la sexualidad, la locura y la vida social y política.

LEIDO por.... Andrés:

Un narrador omnisciente nos lleva de paseo por el interior de las mentes de un variado elenco de protagonistas, cambiando de punto de vista continuamente, como si de un traveling cinematográfico se tratara, sobre los pensamientos de los personajes que van apareciendo en escena, se tratase. A lo largo del día paseamos por un Londres apenas presente, por los acaeceres de distintos personajes que parece que no tienen relación entre sí, pero que la vida va enredando.

Sucesos apenas relevantes, la fiesta final parece intrascendente, pero que por la forma en que están narrados nos obligan a continuar, a deslizarnos suavemente por Londres a la vez que acompañamos a los protagonistas, para encontrarnos, al llegar al final, que algo nos ha sido hurtado.

Leyendo “incluso las moscas, a poco que uno pensara en ello, se habían posado en otras narices ” me he acordado del poema Las moscas de Machado y de la canción de Serrat. 

Chile 1969

Puerto Rico, Festival de la Trova Iberoamericana, 1982


Dieciséis años antes de su dramática muerte, Virginia Woolf escribía sobre el suicidio de uno de los protagonistas, Septimus, de nombre muy latino, y nos decía: “luego estaba el terror; la abrumadora incapacidad de vivir hasta el fin esta vida puesta por los padres en nuestras manos, de andarla con serenidad: en las profundidades del corazón había un miedo terrible

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
los ríos serpenteaban hacia no sabían ellos dónde



Palabras recuperadas:
cortaplumas”
caramillo

Palabras o expresiones sorprendentes:
La gran cantidad de repetición, por tres veces, de la misma palabra (reduplicación), asi como las palabras acompañads por triadas de adjetivos, tres oraciones subordinadas, etc. Pareciera como si el número tres tuviera un cierto encanto:
adelante, adelante, adelante
Tenía un aspecto magistral y seco y desolad
sonó frágil y delgada y muy lejana
En modo alguno era viejo, o rígido o seco
para que sus magníficas  manos de mujer derramen comprensión, piedad, absolución
caerse abajo, abajo, abajo
su  vestido (flotante, blanco, carmesí)
todo aquello: la noche, el amor,  Clarissa
Fue un verano extraordinario: todo él cartas, escenas, telegramas
¡No, no, no!
-Allí, allí, allí-
No «aquí, aquí, aquí»
-¡No, no, no! -Dijo Peter
fregar, fregar y fregar


Mi cachico:

Todo lo anterior era como un paisaje de fondo para Sally. Estaba en pie, junto al hogar,  hablando con aquella voz tan hermosa que cuanto decía sonaba como una caricia, y se  dirigía a papá, que había comenzado a sentirse atraído un tanto en contra de su voluntad  (nunca pudo olvidar que, después de prestar uno de sus libros a Sally, lo encontró  empapado en la terraza), cuando de repente Sally dijo: .¡Qué vergüenza estar sentados  dentro!, y todos salieron a la terraza y pasearon arriba y abajo. Peter Walsh y Joseph  Breitkopf siguieron hablando de Wagner. Clarissa y Sally les seguían, un poco rezagadas.  Entonces se produjo el momento más exquisito de la vida de Clarissa, al pasar junto a una  hornacina de piedra con flores. Sally se detuvo; cogió una flor; besó a Clarissa en los  labios. ¡Fue como si el mundo entero se pusiera cabeza abajo! Los otros habían  desaparecido; estaba a solas con Sally. Y tuvo la impresión de que le hubieran hecho un  regalo, envuelto, y que le hubieran dicho que lo guardara sin mirarlo, un diamante, algo  infinitamente precioso, envuelto, que mientras hablaban (arriba y abajo, arriba y abajo)  desenvolvió, o cuyo envoltorio fue traspasado por el esplendor, la revelación, el  sentimiento religioso, hasta que el viejo Joseph y Peter Walsh aparecieron frente a ellas.

-¿Contemplando las estrellas? -dijo Peter.

¡Fue como darse de cara contra una pared de granito en la oscuridad! ¡Fue vergonzoso!  ¡Fue horrible!

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