viernes, 12 de abril de 2013

EPISODIOS NACIONALES, Serie cuarta: 8. La vuelta al mundo en la «Numancia» , de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 226

El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a  Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo XIX.

Completada desde febrero de 1865 a septiembre de 1867, LA VUELTA AL MUNDO EN LA «NUMANCIA» fue un hecho glorioso que renovó en el siglo XIX las viejas proezas de los antiguos navegantes españoles. Considerada en su momento la joya de la Armada, esta fragata blindada fue destinada de inmediato a la «Guerra del Pacífico», en la que participó destacadamente. Dañada y desprovista de carbón, acabó circunnavegando el globo desde allí. Galdós describe en este episodio la vida marinera, así como tipos y costumbres peruanos.

Esta novela, la octava de la cuarta serie de los  Episodios Nacionales: El reinado de Isabel II El reinado de Isabel II,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1906.

La tienes en:
Comienza así:

Divagando por el Mare Internum en el falucho de Ansúrez, con pacotillas comerciales de Vinaroz a Denia, de Torrevieja a Ibiza, o de Mahón a Cartagena, pasaron Donata y Confusio luengos días apacibles, sin inclemencias azarosas del viento y las aguas. En la dulce soledad marítima, aprovechando el ocio de las bonanzas, contó Diego Ansúrez a sus amigos diferentes sucesos festivos y graves de su inquieta vida, desde que abandonó a la familia y al padre para lanzarse a correr ásperas aventuras de mar y tierra; y lo que mayormente sorprendió y cautivó a los amantes fue la forma o modo peregrino con que hubo de encontrar y conocer a la hembra que tenía por esposa, o cosa tal… El singularísimo hallazgo de mujer fue dispuesto por Dios con un golpetazo furibundo que a continuación se refiere.

En esta mágnifica novela, donde recuperamos los tonos épicos de la primera serie, seguimos las aventuras de Diego Ansúrez que, a bordo de la fragata Numancia, le llevarán desde Cartagena, de donde salió el 8 de Enero del 65,  a Cadiz, ”ciudad que sobre las aguas aparecía como ringlera de diamantes montados en plata”, donde arribó el 20 de septiembre de 1867. Duró así el primer viaje de circunnavegación de un buque blindado 2 años, 7 meses y 6 días (contados desde su salida de Cádiz el 4 de febrero de 1865)

Asi vió el protagonista la nave que sería su hogar durante esos largos meses: “La estructura y proporciones del casco, que así expresaba la robustez como la ligereza; el extraño y novísimo corte de la proa, rematada en forma tajante como un terrible ariete para partir en dos a la nave enemiga; la colocación airosa de los tres palos; la altísima guinda de estos; el conjunto, en fin, de armonía, fuerza y hermosura, le dejaron asombrado y suspenso.

Penoso el viaje ya de por si, tuvieron que resolver el conflicto llamado «Guerra del Pacífico», donde destacó, sobre unas tripulaciones siempre esforzadas  y valientes

Y estando en esta faena, entró en el sollado otra bomba que al reventar hirió a mucha gente y pegó fuego a las carboneras… La enfermería, llena de víctimas, se vio asaltada del agua y del fuego… los pobres heridos gritaban con espanto entre los dos horrores: morir ahogados o morir quemados… Por momentos estuvo la fragata a dos dedos de irse a pique… Gracias a la rapidez con que los cañones pasaron de un costado a otro, se salvaron el barco y sus hombres de una muerte segura. Escorada se retiró de la acción, y apagó con el trajín de bombas su propio fuego.

 sus capitales de navío:

De la Almansa se tenían noticias ciertas. En su batería reventó una granada, matando trece hombres. El Guardia marina Rull quedó hecho pedazos, y al instante le sustituyó otro Guardia marina, Hediger, que antes sirvió en la Villa de Madrid y en laNumancia. Al estrago de la explosión siguió el incendio de la pólvora de los guarda-cartuchos; los que conducían las cajas quedaron abrasados; el fuego se extendió rápidamente hasta el antepañol de la Santa Bárbara… El fuego no se apaga sino con agua… Urgía inundar el sollado, abriendo los grifos… Prodújose entonces una terrible situación dramática. ¿Qué era preferible? ¿El peligro evidente de volar, o el desaire de suspender la lucha? Esta duda fatídica inspiró al animoso Barcáiztegui una frase que había de ser célebre:Hoy no mojo la pólvora… Así fue: retirose la fragata; fue extinguido el incendio sin mojar la pólvora, y antes de media hora ya estaba otra vez frente a las baterías del Norte vomitando contra ellas todo su coraje.

Y sobre todo el almirante de la escuadra española, Casto Méndez Núñez, al que se le atribuye, con distintas formulaciones, la famosa frase: «Más vale honra sin barcos que barcos sin honra» 

El Enviado español tomó el camino más corto, que era el de Panamá, y en el Callao apareció el 1.º de Mayo, cuando ya la Escuadra española estaba haciendo puntería, como si dijéramos, contra las defensas de la plaza. Y véase aquí cómo procede un caudillo valiente que tiene en su mano la bandera de su país y el honor de las armas. Méndez Núñez leyó el papel, y devolviéndolo al mensajero le dijo: «Mañana 2 bombardeo al Callao. Usted no ha llegado todavía; llegará pasado mañana, y en cuanto me comunique la orden del Gobierno, me apresuraré a obedecerla». Así se hizo. ¡Honor a los hombres que, en circunstancias tan solemnes y críticas, saben desobedecer obedeciendo!

En el viaje de regreso, después de sufrir los estragos del escorbuto, por su deficiente comida, encontraron compensación cuando arribaron a la isla de Otaiti, no solo por la comida sabrosa y rica en vitaminas, sino por “
la sencillez y gracia de las mujeres vestidas de un simple camisón, y tan amablemente abiertas de voluntad a los obsequios del hombre

Aparecen por primera vez en los Episodios nacionales algunas voces, hoy muy habituales, pero nuevas entonces:
oyó hablar de Socialismo y Comunismo, voces para él de un sentido enigmático que a brujería o arte diabólica le sonaban


 A los portadores recompensó Ansúrez con buenas monedas de plata, que por más señas eran pesetas columnarias” Peseta columnaria: La labrada en América que tiene el escudo de las armas reales entre columnas, y valía cinco reales de vellón


No está de más recordar algunas de las magníficas descripciones de
Galdós
Mara, descontado el barniz leve de cultura que le dieran las monjas (nociones farragosas del arte gramatical y de la ciencia de la cantidad, un poquito de francés mascullado y un imperfectísimo tecleo de piano), salía del convento tan rasa y monda de saber como había entrado, con bastantes malicias y astucias de más, y su cándida ingenuidad de menos.
Su talle sutil, su gracioso andar, sus decires prontos, que tenían por manantial la boca más fresca y bonita que podría imaginarse, su rostro trigueño a lo Virgen de Murillo
compareció en el patinillo una mujer alta, fornida, de solidez estatuaria, ojos negros, gruesa y bien formada boca, pecho sobresaliente.
La Numancia, personalizada en la mente del Oficial de mar, era el conjunto de todas las maravillas de la ciencia y del arte; un ser vivo, poderoso, bisexual, a un tiempo guerrero y coquetón. La bravura y la gracia componían su naturaleza sintética.

y para finalizar, la crónicas de un desamor:
Donata y su caballero se establecen en Cartagena, luego en Murcia. Leves divergencias de carácter y de gustos se manifiestan en ellos; a las discordias menudas suceden reconciliaciones tibias; la inarmonía crece; menguan los halagos; rómpese de súbito un vivo fuego de guerrillas; al desamor sucede la antipatía… y por fin, Donata corre a satisfacer sus ambiciones del alma en la servidumbre y compañía de un opulento canónigo, aristocrático y elegante.

Como hemos apuntado otras veces, la vida no ha cambiado en muchos aspectos, pero este si que me ha resultado sorprendente: ”La inspección de obras, que suele ser el mejor esparcimiento de viejos aburridos

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
hablaba no sólo por la boca, sino por los codos
zorrocloco
las naciones, cuanto más viejas, más aferradas viven a la rutina caballeresca del honor.
las guerras y revoluciones no son ni han sido nunca más que movimientos instintivos de los pueblos para ir en busca de nuevo surtido de mujeres, o para cambiar las conocidas por otras de ignorados encantos.
El hervor del patriotismo peruano pasaría pronto, que en aquella tierra, como en España, no había constancia en el odio, lo que es signo de buen natural.
A esta [la fragata Valenzuela Castillo] podía llamársela el buque milagro, pues de milagro se sostenía sobre las aguas y milagrosamente llegó a Caldera

Palabras recuperadas o, más propiamente, anticipadas:
de marca mayor
pulpería
trincar (beber)

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
ponían [...] cual no digan dueñas
imaginación poemática
a Dios le digo que si no me arregla el venir acá, y el encontrarla buena y sana, y el hacer mis paces con ella y con su familia, me volveré ateo… Ateo seré, como hay Dios;

Mi cachico:

Sereno casi siempre, risueño cuando veía el torbellino de humo y de polvo que levantaban los parapetos de la batería llamada de Abtao al recibir los proyectiles de la Resolución, iracundo al sentir que su barco tocaba en el fondo, don Casto no perdía un instante la majestad que sus graves funciones le imponían en medio de sus subordinados y frente al enemigo. Al gritar ¡Cía!, su voz dominaba la voz de los cañones… La fragata salió al fin del mal paso, removiendo con su hélice el fango de la bahía, y continuó la función sin que la maniobra marinera interrumpiese el fuego. Méndez Núñez hablaba con las dos fragatas de su división, como si ellas pudieran entenderle. Era un acto instintivo, de que él mismo no se daba cuenta en momentos tan críticos… y no les hablaba por el nombre de ellas, sino por el de sus Comandantes. «¿Qué haces, Topete? No te acerques tanto… Valcárcel, firme contra esa batería de Abtao, que con Santa Rosa me entenderé yo… Y los tres a una tiremos contra la torre blindada…». Cuando esto decía, un proyectil pasó entre el brazo derecho y el costado del General, rozándole… Los astillazos que el mismo proyectil despidió del pasamanos del puente y de la bitácora, causaron en las piernas de don Casto heridas de menos importancia que la recibida en el brazo.

Que no era nada dijo, y lo mismo creyeron los que estaban a su lado. El fuego arreciaba por una parte y otra; las baterías peruanas redoblaban su furor. Pasaron minutos. Méndez Núñez, por la pérdida de la sangre que del interior de la manga descendía enrojeciendo la mano, sufrió un desvanecimiento; le sostuvieron los más próximos a su persona… Se le bajó al Alcázar… Tomó el mando el Mayor General don Miguel Lobo, sin decir palabra, pues la ocasión no permitía el rigor de los trámites… En el Alcázar acudieron en auxilio del General los médicos Oliva y Gutiérrez, y cuatro marineros que le bajaron a la enfermería. Tendiéronle en la cama… Viendo que corría la sangre por distintas partes de su cuerpo, palpaban los médicos aquí y allí para reconocer los sitios lesionados; y cuando empezaban a desabotonarle levita y chaleco, un marinero atrevido tiró de navaja, y cortando de cuatro tajos la ropa, facilitó la operación de apartar las telas y descubrir el cuerpo herido.
 Mendez Nuñez cae herido en fragata Numancia por Muñoz Degrin

No hay comentarios:

Publicar un comentario