sábado, 3 de julio de 2010

PROLETERKA de Fleur Jaeggy

Traducción: Mª Ángeles Cabré

A bordo del Proleterka, un barco de nombre eslavo y con una estrella roja en la chimenea manchada de óxido, un grupo de respetables turistas de habla alemana emprende un crucero hasta Grecia. Entre los pasajeros van un hombre, que cojea levemente, y su hija, que todavía no ha cumplido los dieciséis años. Padre e hija son dos completos extraños. Aprovechando el viaje, la hija querrá saber más cosas de esa persona de la cual todo lo ignora, pero además ansía descubrir algo que también desconoce: la vida en sí misma, y el Proleterka es el lugar destinado para su iniciación. Pasados los años, un día, visto desde el observatorio de los recuerdos, aquel crucero se convertirá en un viaje a la tierra de los muertos, entre aquellos seres que «tardan en salir al encuentro de uno» y «llaman cuando notan que nos hemos convertido en presas y es hora de ir a la caza». Con gran virtuosismo lingüístico, Fleur Jaeggy ha escrito una cruel novela familiar.

LEIDO por.... Andrés:

Otra novela que te sacude, que te zarandea página a página. Si Los hermosos años del castigo (1989) parecía dura, si te dejaba el corazón helado, Fleur Jaeggy se supera en está novela, escrita doce años después.

Escrita doce años después, depura mucho más el lenguaje, resultando aún más escueta, más seca, con frases como disparos. Si en la primera recurre a bellas imágenes literarias, aquí no hay apenas florituras. Es un páramo yermo como el corazón de la protagonista.

El crucero que sirve de título a la novela, planeado como viaje de convivencia entre padre e hija, con una relación inexistente (Ella lo siente tan distante que se refiere a él como Johannes, no como 'mi padre'), resulta un fracaso desde este objetivo. Al final del viaje escribe “Es la última oportunidad para saber algo de mi padre (ahora no le llama Johannes) . Para darme cuenta de quién es. Y lo evito”. Sirve sin embargo para otros fines. Resulta un viaje de iniciación sexual, de adquisición de experiencia, de degradación no sentida. Sirve también este viaje para rememorar acontecimientos familiares que completan la visión de una familia muy especial.

Utiliza una escritura sincopada, abrupta, con frases cortísimas, para narrarnos unas vivencias que parecen no merecer otro tipo de escritura.

Narrando en primera persona sobre todo “Yo escuchaba, no había pedido la homilía: aquel depósito de palabras ”, para pasar a continuación a utilizar la tercera persona, “ A la hija de Johannes se le quedaron grabadas algunas palabras alemanas.”, sin solución de continuidad, con algún objetivo que no he sido capaz de desvelar.

Ya desde el principio de la novela, “Han pasado muchos años y esta mañana siento un deseo repentino: quisiera tener las cenizas de mi padre.” intuimos que no va a ser un viaje de placer.

Mi cachico:

“Debe de tener unos años menos que el. Un poco más lejos, sobre un escritorio, fotografías. De quien han vivido. De quien tiene recuerdos. Aniversarios. Una Navidad sobre otra. Celebraciones. Busco al niño muerto. No está. Falta la única persona a la que quisiera ver. La pareja habla. Rie.”

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