miércoles, 18 de mayo de 2011

LOS HIJOS MUERTOS de Ana María Matute

Edición, 2004
Editorial: Destino
Páginas: 500

Esta novela de Ana María Matute fue publicada en 1958, siendo la inmediatamente anterior a Primera memoria (1959).

Galardonada con el Premio de la Crítica 1958 y el Premio Nacional de Literatura 1959, Los hijos muertos constituye uno de los principales hitos en la carrera literaria de Ana María Matute. Esta novela pertenece a la primera época de la escritora, y a través de los personajes se respira una dura crítica del fariseísmo, la defensa de la moral natural y la libertad de sentimientos. Ambientada en la guerra civil española, la autora ha empleado una prosa rica, Ilena de imágenes y metáforas, para mostrarnos un mundo lírico, vago y misterioso en el que transcurren las historias de unos seres que habitan en un bosque, sus relaciones, sus amores y su lucha contra el orden establecido.

Historia de dos hombres condenados a una vida sórdida y sombría por su pertenencia a clases sociales desfavorecidas. Daniel, exiliado en Francia, finalmente vuelve a su país, derrotado y enfermo. Miguel, hijo de un anarquista, también acaba regresando a su ciudad natal, donde no tiene más salida que la delincuencia.

LEIDO por.... Andrés:

Ana María Matute es una escritora que siempre me ha gustado. De ella he leído, que tenga constancia, La torre vigía (1971), Olvidado rey Gudú (1996), Aranmanoth (2000), y Paraíso inhabitado (2008) y recuerdo que me gustaron mucho Olvidado rey Gudú y Paraiso inhabitado. A esta última lista hay que incluir Primera memoria y ésta que hoy nos ocupa.

En la novela hay dos tiempos narrativos, el presente y el pasado, impreso éste último en negrita, para facilitar la lectura. En cada capítulo se van mezclando ambos, de los diferentes personajes, enlazados, a veces, por recuerdos en el presente. La habilidad de la autora para elegir los hechos de cada uno de los tiempos narrativos que va a presentarnos unidos es, para mi, uno de los logros de ésta novela. Al final, cuando los presentes de Daniel y Miguel se encuentran, conocemos el secreto de éste, dejándonos con ganas de saber algo más de esta historia que nos ha tenido atrapados durante 500 excelentes páginas, que nos han sabido a poco.

Con una naturaleza siempre presente, el narrador nos va presentando las vidas de los personajes que habitan en los bosques de Hegroz (según parece se corresponde con el pueblo riojano de Mansilla de la Sierra, donde la autora solía pasar los veranos en su niñez y donde sitúa también su novela Fiesta al Noroeste), cada uno con sus pequeños secretos que se nos irán desvelando, sabiamente espaciados, a lo largo de la novela.

Me ha costado un poco entrar en la novela, pero una vez dentro he disfrutado muchísimo. Una de las novelas que más me ha gustado de la autora.

Novela dura, ya que nos va a hablar de la guerra, el exilio y la posguerra, con su consiguiente carga de sufrimiento y miseria, siendo en algunos momentos incluso brutal, “pudo ver cómo les echaban una cadena al cuello, enlazados uno con otro, y los hundieron en el mar, desde la barcaza. Los mantuvieron sumergidos un rato largo“, y donde planean de manera permanente los muchos hijos muertos, “pesando sobre nosotros”, que no han podido habitar la historia.

Mi cachico:

Se sorprendía, a lo mejor, pensando en las mujeres. Las mujeres incompresibles y extrañas. «Son muy raras las mujeres.» Las mujeres, que pegaban ferozmente a sus hijos, que les gritaban, como lobas enfurecidas. Él había visto más de una vez alguna de aquellas mujeres pegando a un hijo niño. Lo cogían, en el mejor de los casos por un brazo, y con el puño cerrado le golpeaban en la espalda, en la cabeza, donde mejor pudieran. Descargaban los golpes, secos, ciertos, brutales. Los sacudían, como sacude el viento las hojas del bosque. Pegaban con ira: él veía la ira en sus ojos, los labios pálidos y apretados, la voz que profería gritos e insultos. Alguna, aún buscó una correa. A otra le vio sujetar la cabeza del niño entre las piernas, para apalearle. «Y sin embargo, ellas amaban a sus hijos»

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