domingo, 2 de mayo de 2010

LOS BUDDENBROOK de Thomas Mann

Traducción: Isabel García Adánez.

Es la primera novela del escritor alemán Thomas Mann, publicada en 1901, cuando su autor tenía solo veinticinco años. La novela tuvo un éxito rotundo, y en 1929 ya se habían vendido más de 185.000 ejemplares solo en ediciones en lengua alemana. El Premio Nobel a Mann en dicho año le fue concedido, en palabras del jurado, "principalmente por su gran novela, Los Buddenbrook".

Fue escrita tras su período de formación en Italia. En ella narra magistralmente la historia de las sucesivas generaciones de una familia de la alta burguesía de Lübeck, su ciudad natal, hasta la muerte del último heredero en 1876; desde el más brillante esplendor hasta la más desgarradora decadencia.

LEIDO por.... Andrés

De Thomas Mann había leído con anterioridad Muerte en Venecia, hace bastantes años y mis recuerdos ya no se si provienen del libro o de la magnífica película de Visconti, y La Montaña mágica, más recientemente. Ambos libros me parecieron magníficos y la lectura del que hoy nos ocupa la tenía como una tarea pendiente.

A lo largo de sus 800 páginas asistimos a los avatares de la familia Buddenbrook, seguimos el lento “proceso de desintegración, de descomposición” de esta familia de comerciantes de Alemania y aunque su forma de vida nos pueda resultar hoy distante, no deja de interesarnos, debido sobre todo a la forma de contar de Mann.

Mientras leía este libro se publicó el artículo de Rosa Montero "Las páginas tediosas de 'La Montaña Mágica'", al que hacía mención en otra entrada y justo es decir que Los Buddenbrook no necesita del mismo consejo. Libro menos profundo el que ahora nos ocupa y de más fácil lectura, escrito para que lo disfrutemos en largas y tranquilas sentadas, sin recurrir a sucesos escabrosos o violentos a que nos tienen acostumbrados actualmente. Historias en una sociedad donde el éxito social, asociado al éxito comercial, es casi lo único importante y donde uno de los personajes más importantes piensa que “el hombre que no se educa en el dolor nunca deja de ser niño”, no dejando apenas cabida al espíritu artístico.

Especialmente bueno el capítulo sobre las visicitudes escolares del pequeño Hanno, el último Buddenbrook, ligado a una tímida aparición de algo que en Muerte en Venecia será central, la homosexualidad.
La casa de los Buddenbrook en Lübeck
Mi cachico:
Un asombroso relato de un orgasmo...

“¡Una dicha sin fin, una satisfacción de una dulzura desbordante!¡La paz!¡La serenidad!¡El reino de los Cielos!.... Aún no...,¡aún no!Un instante más de dilación, de espera, de tensión, pues ha de hacerse del todo insoportable para que la liberación resulte tanto más deliciosa....Un último, ultísimo momento de ese imperioso y angustioso anhelo, de esa ansia de todo el cuerpo, de ese deseo refrenado hasta la crispación más extrema; deseo que, a pesar de todo, aún se niega a cumplirse y a traer la liberación, porque sabe algo fundamental: la felicidad sólo dura un instante....El cuerpo de Hanno se elevó lentamente, sus ojos se tornaron gigantescos, sus labios apretados comenzaron a temblar, como también las tiernas aletas de su nariz al tomar aire entrecortadamente...., y luego ya no hubo forma de contener el estallido de placer. Llegó, se apoderó de él y él ya no opuso resistencia alguna. Sus músculos se relajaron y, exhausto, su cabeza cayó sobre un hombro, sus ojos se cerraron y una sonrisa de infinita beatitud, lánguida hasta lo doliente, se dibujó en sus labios, mientras el violín seguía …...”

musical de un niño de ocho años tocando el piano junto a su madre, al violín, delante de toda su familia.

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