miércoles, 21 de septiembre de 2011

SUITE FRANCESA de Irène Némirovsky

Traducción: José Antonio Soriano Marco
Edición, 2005
Editorial: Salamandra
Páginas: 473

El descubrimiento de un manuscrito perdido de Irène Némirovsky (Kiev, 1903-Auschwitz, 1942) causó una auténtica conmoción en el mundo editorial francés y europeo. Novela excepcional escrita en condiciones excepcionales, Suite francesa retrata una época fundamental de la Europa del siglo XX. En otoño de 2004 le fue concedido el premio Renaudot, otorgado por primera vez a un autor fallecido. Imbuida de un claro componente autobiográfico, "Suite francesa" se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad.

Enseguida, tras las primeras bombas, miles de familias se lanzan a las carreteras en coche, en bicicleta o a pie. Némirovsky dibuja con precisión las escenas, unas conmovedoras y otras grotescas, que se suceden en el camino: ricos burgueses angustiados, amantes abandonadas, ancianos olvidados en el viaje, los bombardeos sobre la población indefensa, las artimañas para conseguir agua, comida y gasolina. A medida que los alemanes van tomando posesión del país, se vislumbra un desmoronamiento del orden social imperante y el nacimiento de una nueva época. La presencia de los invasores despertará odios, pero también historias de amor clandestinas y públicas muestras de colaboracionismo.

Concebida como una composición en cinco partes —de las cuales la autora sólo alcanzó a escribir dos— "Suite francesa" combina un retrato intimista de la burguesía ilustrada con una visión implacable de la sociedad francesa durante la ocupación. Con lucidez, pero también con un desasosiego notablemente exento de sentimentalismo, Némirovsky muestra el fiel reflejo de una sociedad que ha perdido su rumbo. El tono realista y distante de Némirovsky le permite componer una radiografía fiel del país que la ha abandonado a su suerte y la ha arrojado en manos de sus verdugos. Estamos pues ante un testimonio profundo y conmovedor de la condición humana, escrito sin la facilidad de la distancia ni la perspectiva del tiempo, por alguien que no llegó a conocer siquiera el final del cataclismo que le tocó vivir.

LEIDO por.... Andrés:




Una de las obras musicales propuestas por Irène Némirovsky en el apéndice I

Buena novela que se lee muy bien. Esta novela inacabada, escrita casi según iba viviendo los acontecimientos, hasta julio de 1941, un año antes de su muerte, son las dos primeras partes de una proyectada sinfonía en cinco movimientos, según figura en los apéndices:
  • Tenpestad en junio: la invasión
  • Dolce: la ocupación ¿por qué ese título?
  • (La tercera se iba a llamar Cautividad y las otras dos ¿Batallas?, ¿La paz?)
La guerra vista desde el punto de vista de los civiles, de distintas clases sociales, víctimas inocentes de los conflictos. La guerra como protagonista desde la primera página, pero hasta la página 87 no aparecen los primeros muertos. Hasta entonces sólo algunos aviones, que no se sabe muy bien a que ejército pertenecen, surcan la novela. Una guerra que al principio apenas se percibe y que poco a poco va tomando protagonismo.

El éxodo de París

Excelente descripción de las alarmas en París


Me ha gustado la forma de describir la llegada de los alemanes a las poblaciones, que a unos asustan, “Tras las puertas cerradas, por las rendijas de las persianas medio bajadas o los ventanucos de los graneros, todo el pueblo lo vio acercarse”, y a algunos no les preocupa en demasía: “le dio miedo que le quitaran la hamaca y su sitio a la sombra, y se quedó donde estaba” ( Arlette Corail, la bailarina)

Vidas paralelas que se entrecruzan unas veces y otras, cuando más se desea, aunque cerca, no coinciden, como los Michaud y su hijo.

Hasta el gato, le sirve a Nemirosky para presentarnos los trastornos ocasionados por el éxodo: “Instantes después, el polvorín saltó por los aires

Las tropas alemanas desfilan por París

Visión dura de las diferencias de clase y como se ven afectadas por los grandes acontecimientos. (Paralelismo fácil con la situación actual), y dura crítica a las capas altas de la sociedad:
  • ¡No -exclamó alzando los ojos, arrasados en lágrimas, hacia el vizconde (lloraba con facilidad)-, Nuestro Señor no habría muerto por sus almas si en ellas no hubiera algo! ” La vizcondesa refiriéndose a las señoras del pueblo y a las campesinas.
  • Debemos practicar la caridad. Y sin embargo, ¿qué veo? Que nadie la practica. Nadie se sacrifica por los demás. Lo que os pido no es dinero; por desgracia, ahora el dinero ya no sirve para gran cosa -añadió con un suspiro, pensando en los ochocientos cincuenta francos que le habían costado los zapatos que llevaba (afortunadamente, el vizconde era el alcalde del municipio y ella tenía todos los bonos para calzado que quisiera)
  • La vizcondesa la detestaba tanto más cuanto que su conducta era irreprochable, «porque -como le decía al vizconde- si bebiera o tuviera amantes, se podría explicar por su irreligiosidad; pero date cuenta, Amaury, de la confusión que puede causar en el ánimo del pueblo ver gente que no piensa como es debido pero practica la virtud»” De la maestra de la escuela laica
  • Lo que une o separa a los seres humanos no es el idioma, las leyes, las costumbres ni los principios, sino la manera de coger el cuchillo y el tenedor
  • se llevó las manos a los oídos para no oír crujir el pan entre los dientes de los criados
  • No admito que esos tenderos, esas porteras y esos zarrapastrosos envilezcan un ambiente de tragedia con sus lloriqueos, su cháchara y su grosería.
  • ¡Ah, qué fealdad, qué vulgaridad, qué espantosa ordinariez la de esta gentuza!

Hitler en París
Imágenes de la confraternización entre enemigos y su esquizofrenia:
  • -¡Los muy cabrones! -refunfuñaban los franceses, pero sin excesivo rencor, porque toda alegría es contagiosa y desarma los sentimientos de odio-. ¡Encima se beben nuestro champán!
  • Su ingenuo contento [de un soldado alemán] contagió incluso al dueño (que era anglófilo) y a todos los parroquianos, que se levantaron y se acercaron al barómetro
Nos muestra como la guerra presiona a las personas:
La caridad cristiana, la mansedumbre de los siglos de civilización se le caían como vanos ornamentos y dejaban al descubierto su alma, árida y desnuda.
Presas del pánico, algunas mujeres soltaban a sus hijos como si fueran molestos paquetes y salían huyendo. Otras los estrechaban contra su cuerpo con tanta fuerza que parecían querer meterlos de nuevo en su seno, como si ése fuera el único refugio seguro.
La señora Péricand se olvida de su suegro: “Palpó las joyas y el dinero que llevaba cosidos al camisón. Sí, había actuado con firmeza, coraje y sangre fría en unos momentos terribles. ¡No había perdido la cabeza! No había perdido... no había perdido... De pronto ahogó un grito. Se llevó las manos al cuello, echó el cuerpo atrás y su garganta emitió un estertor sordo, como si estuviera ahogándose.
-¡Dios mío, señora! Señora, ¿se encuentra mal?
Por fin, con un hilo de voz, la señora Péricand consiguió gemir:
-Ama, mi pobre ama, nos hemos olvidado...
-Pero ¿de qué? ¿De qué?
-Nos hemos olvidado de mi suegro -murmuró la señora Péricand, y se echó a llorar.
Felices o desgraciados, los acontecimientos extraordinarios no cambian el alma de un hombre, sino que la precisan, como un golpe de viento que se lleva las hojas muertas y deja al desnudo la forma de un árbol; sacan a la luz lo que permanecía en la oscuridad y empujan el espíritu en la dirección en que seguirá creciendo

Me asombra como con una magnífica y poética prosa nos presenta el terror de la guerra, sin héroes ni villanos :
  • En los oídos de los moribundos, los cañonazos parecían débiles y carentes de significado, un ruido más en el siniestro rumor que acoge al agonizante como una ola.
  • Era el atardecer, un crepúsculo espléndido, un aire transparente, una sombra azulada, el último fulgor del sol poniente acariciando las rosas y la campana de la iglesia, que llamaba a los fieles a la oración, cuando en la carretera empezó a oírse un ruido creciente que no se parecía al de los últimos días; sordo, constante, el fragor parecía avanzar sin prisa, pesada e inexorablemente”.
  • en cada porche se veía una hermosa flor totalmente abierta, sonriente, que dejaba a las avispas y los abejorros penetrar en su interior y devorarle el corazón
  • la amargura penetró en él como un cuchillo en el corazón de una fruta

Y las contradicciones de las guerras : “los días de mercado, los campesinos llevaban los pollos cabeza abajo, agarrados por las patas. «Por motivos humanitarios», tal comportamiento quedó terminantemente prohibido

Cuando un escenario como el de una guerra, permitiría el mostrar la muerte en toda su crudeza, Nemirosky apenas nos la presenta y las muertes más dramáticamente descritas no son, curiosamente, debido a la guerra:
  • Empezaron a apedrearlo. Al principio consiguió aguantar agarrado a la rama, que oscilaba, crujía, amenazaba con partirse. Trató de alcanzar la otra orilla, pero la lluvia de piedras arreció. Al fin, se tapó la cara con los brazos, y los chicos lo vieron hundirse a plomo en su negra sotana. Atrapado en el cieno, no se ahogó. Y así fue como murió, con el agua hasta la cintura, la cabeza echada atrás y un ojo reventado de una pedrada
  • Como un pájaro que, asustado por un disparo, se aleja de su nido y desaparece, aquel último pensamiento consciente cruzó la mente de Charlie y la abandonó al mismo tiempo que la vida. El alerón del coche le dio de lleno en la cabeza y le destrozó el cráneo. La sangre y la masa encefálica brotaron con tal fuerza que salpicaron a la conductora
En esta vorágine, nos muestra una buena filosofía para la vida:
-Qué extraño eres, Maurice... Te han pasado cosas como para estar amargado y desencantado, y sin embargo no eres infeliz, quiero decir, interiormente. ¿Me equivoco?
-No.
-Pero entonces, ¿qué te consuela?
-La certeza de mi libertad interior -respondió Maurice tras un instante de reflexión-, que es un bien precioso e inalterable, y de que conservarlo o perderlo sólo depende de mí. De que las pasiones llevadas hasta el extremo, como ahora, acaban por apagarse. De que lo que ha tenido un comienzo tendrá un final. En una palabra, de que las catástrofes pasan y hay que procurar no pasar antes que ellas, eso es todo. Así que lo primero es vivir: Primum vivere. Día a día. Vivir, esperar, confiar.

Siendo judia, la amplia presencia de temas de la religión católica a lo largo de todo el libro, ¿no se debería a la necesidad de demostrar que su conversión a esa religión era verdadera? (En 1938, pese a que ya era una escritora reconocida en lengua francesa, el gobierno de Francia rechazó su pedido de nacionalización. Por ese motivo, el 2 de febrero de 1939, Irène y su familia optaron por convertirse a la fe católica. )

Los franceses no los deja demasiado bien, ¿será por la mala acogida que tuvo su familia?

en su honrada y modesta cara de francés medio se leía la vergüenza de tener que ofrecer por primera vez en su vida un soborno, y también el dolor de tener que separarse de su dinero

Acertada visión del ejército: “Señora, yo soy un soldado. Los soldados no piensan. Me dicen que vaya a un sitio, y allí voy. Que luche, y lucho. Que me juegue la vida, y me la juego. Ejercitar el pensamiento haría las batallas más difíciles y la muerte, más terrible

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
En la habitación, todo dormía
el espíritu de la colmena” (¿Por la película de Víctor Erice?)

Palabras recuperadas:
perillán (granuja, tuno, bribón, astuto, pícaro)
dar cuartel ("los pasillos del metro eran el único sitio donde daba un poco de cuartel")

Palabras sorprendentes:
garrapatearr: Hacer garrapatos, Rasgo o letra irregular o ilegible (garabatos)
parpar: Gritar el pato

MUSICA (A petición de MAC):
  • Adagio de la Sonata para piano nº 29,del opus 106, de Ludwig van Beethoven (Ver vídeo aquí)
  • La 20ª variación sobre el tema de Diabelli, de Ludwig van Beethoven. (A comienzos del 1800, un editor musical llamado Anton Diabelli escribió un vals e invitó a los mejores compositores de Viena para que crearan una variación de éste para su posterior publicación. Según dice la leyenda, todos aceptaron la propuesta a excepción de Beethoven, quien inicialmente consideraba la composición de Diabelli vulgar e insignificante. Pero eventualmente se obsesionó con ésta y compuso 33 variaciones, trabajo que le tomó aproximadamente tres años en finalizarlo). (Ver vídeo aquí)
  • Benedictus de la Missa solemnis, Op.123, de Ludwig van Beethoven (¡Ésta la acerté!).
  • Parsifal de Richard Wagner

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