jueves, 10 de noviembre de 2011

ESTUPOR Y TEMBLORES de Amélie Nothomb

Traducción: Sergi Pámies
Edición, 2010
Editorial: Anagrama
Páginas: 143

Novela de Amélie Nothomb publicada en 1999.

Esta novela de inspiración autobiográfica, que ha obtenido un enorme éxito en Francia, cuenta la historia de una joven belga que empieza a trabajar en Tokio en una gran compañía japonesa. Pero en el Japón actual, fuertemente jerarquizado, la joven tiene el lastre de un doble handicap: es occidental y mujer, lo cual la convertirá en blanco de una cascada de humillaciones y de una progresiva degradación laboral que la llevará a pasar de la contabilidad a servir cafés, ocuparse de la fotocopiadora y finalmente encargarse de la limpieza de los lavabos masculinos.

LEIDO por.... Andrés:

Me lo dejó mi cuñada Alicia, recomendándome su lectura (Recordé, más tarde, que El País lo había incluido en un artículo de hacía años. Efectivamente, era de 2007 y se titulaba «Japón en cinco bocados»).


La historia que nos cuenta parece tan exagerada que a uno le cuesta creer que tenga algo de realidad.


Algunas escenas con cierto humor, pero no llego a encontrar el encanto de este libro. Lo olvidaré rápidamente.

Mi cachico:

Creía que había saciado sus expectativas, ya que me hizo la siguiente pregunta, que me pare ció de lo más simple:
-¿Y, a partir de ahora, qué piensa hacer?

No tenía ninguna intención de hablarle de mis manuscritos. Salí del paso con una banalidad:
-Quizás podría enseñar francés.

Mi superiora estalló en una carcajada de desprecio.
-¿Enseñar? ¡Usted! ¿Usted se considera capaz de enseñar?

¡Maldita tempestad de nieve, siempre sobrada de municiones!

Me di cuenta de que no había tenido suficiente. Pero no iba a cometer la estupidez de responderle que tenía un título de profesora.

Bajé la cabeza.

-Tiene usted razón, todavía no soy consciente de mis limitaciones.

-Eso es cierto. Sinceramente, ¿qué oficio podría usted ejercer?

Tenía que darle la oportunidad de acceder al paroxismo del éxtasis.

El antiguo protocolo imperial nipón establece que uno deberá dirigirse al Emperador con «estupor y temblores». Siempre me ha encantado esta fórmula, que se corresponde perfectamente con la interpretación de los actores en las películas de samuráis, cuando se dirigen a su superior con la voz traumatizada por un respeto sobrehumano.

Así pues, adopté la máscara del estupor y comencé a temblar. Sumergí mi mirada llena de espanto en la de la joven mujer y balbuceé:
-¿Cree usted que me admitirían como basurera?

-¡Sí! -dijo con un entusiasmo quizás excesivo.

Suspiró profundamente. Lo había conseguido.

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