sábado, 5 de noviembre de 2011

STONER de John Williams

Traducción: Antonio Díez Fernández
Edición, 2010
Editorial: Baile del sol
Páginas: 246

Esta novela de John Williams nos narra la modesta vida de un profesor de literatura en una pequeña universidad norteamericana durante la primera mitad del siglo XX, desde 1910, poco antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, hasta su muerte en 1956. Un profesor entregado a los libros, al saber y a sus clases.

LEIDO por.... Andrés:

Leí un artículo de Enrique Vila-Matas en  El País, donde la calificaba de «obra maestra ignorada». Me enteré también de que Tom Hanks, si, el autor, no solo leía, sino que de este libro había dicho: "Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro. Pero es una de las cosas más fascinantes que jamás he encontrado" (¿Que diría de Ulises?). Fue suficiente, por Vila-Matas, claro, para leer esta novela.

Que bien transmite el proceso de cambio del personaje, cuando se queda en la Universidad negándose a ir a la guerra, cuando descubre que puede ser un buen profesor, cuando su mujer Edith decide someterle a un proceso de separación de su hija, a la que crió si su ayuda, y cuando procede a anularlo, sin que él luche lo necesario.

Va apartándole de su hija, a la que adora hasta el punto de que : “Edith había relajado su persecución y su preocupación obsesiva por Grace, por lo que la niña empezaba a sonreírle de nuevo e incluso a hablarle con cierta soltura. De este modo le resultaba posible vivir, incluso ser feliz, de vez en cuando

La vida de un buen hombre, a veces pusilánime, otras valiente, conformista y rebelde, lleno de contradicciones como todas las personas, que Williams retrata de forma magnífica, consiguiendo que nos metamos completamente en la novela, sufriendo por las reacciones de Stoner y sintiendo ganas de ayudarle para que sea más feliz.

Magnífica novela que se merece mejor portada.

Mi cachico:

Stoner trató de explicar a su padre sus intenciones, intentó trasladarle sus sentimientos y propósitos. Escuchaba sus palabras como si salieran de la boca de otro y observaba el rostro de su padre, que percibía aquellas palabras como si una roca recibiera puñetazos repetidamente. Cuando hubo terminado se sentó con las manos enlazadas entre las rodillas y la cabeza arqueada. Escuchó el silencio de la habitación.

Por fin su padre se removió en la silla. Stoner levantó la vista. Se enfrentaba a los rostros de sus padres; casi se pone a llorar.

«No sé», dijo el padre. Su voz sonaba ronca y cansada. «No me imaginaba que esto iba a tomar este rumbo. Pensaba que hacía lo mejor para ti enviándote aquí. Tu madre y yo hemos hecho siempre lo mejor que hemos podido por ti».

«Lo sé», dijo Stoner. No pudo mirarlos más. «¿Estarás bien? Podría volver un tiempo este verano y ayudar. Podría....»

«Si piensas que debes quedarte aquí y estudiar esos libros, entonces eso es lo que debes hacer. Tu madre y yo podemos apañarnos».

Su madre estaba enfrente de él, pero no le veía. Sus ojos estaban cerrados, apretados; respiraba pesadamente, con la cara vuelta, como dolida, y apretaba los puños cerrados contra sus mejillas. Con asombro Stoner se percató de que estaba sollozando, profundamente y en silencio, con la pena y la extrañeza de alguien que rara vez llora. La observó durante un momento más; luego se puso pesadamente en pie y salió de la habitación. Siguió el camino por las estrechas escaleras que conducían a su ático, permaneció tumbado durante largo tiempo, observando con los ojos abiertos la oscuridad sobre él.

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