martes, 27 de diciembre de 2011

LA NOCHE FEROZ de Ricardo Menéndez Salmón


Edición, 2010
Editorial: KRK
Páginas: 84

1936. Sobre el telón de fondo de una guerra fraticida, en un pueblecito rodeado de montañas, el terrible asesinato de una niña desata la brutalidad que subyace en esta remota aldea. Un maestro rural atormentado por el pasado, un cura cruel y un pueblo entumecido por el miedo protagonizan La noche feroz, un thriller metafísico. Un mal profundo, arraigado en el pasado, rige el tiempo y el espacio en una novela con resonancias de la tragedia griega y de Dostoievski. Considerado «uno de los autores más sólidos, profundos e interesantes de nuestros días» (Vicente LuisMora), Ricardo Menéndez Salmón se repliega en una prosa concentrada, para contar, una alegoría del horror en la que todo, incluso las palabras, produce un miedo primigenio.


LEIDO por.... Andrés:

Novela corta de estupenda factura, que he leído rápidamente. Y que nada más terminar he vuelto empezar para deleitarme con una lectura más lenta y detallada. He podido así disfrutar de la prosa concisa y escueta con que está escrito este libro.

 Un pueblo, Promenalia, un maestro extraño en ese mundo, una sociedad desentrañada por la proximidad de la guerra, “en los pueblos pequeños el infierno es siempre grande”, y donde las mayores bajezas son posible, son los aditamentos con que Menéndez Salmón nos retuerce en el asiento, sin darnos siquiera un soplo de aire puro.

Una historia no muy adecuada para las fiestas de estos días.


"… que Homero guarda en los bolsillos junto a la calderilla, 
el Longines de saboneta y la fotografía de cierta mujer a la que un día amó"

Mi cachico:

Lo que más asombra a Homero es su suciedad. Están tan sucios que no parecen venir de la noche y de los caminos, sino del caldero del infierno,. Su piel es casi negra de tanta mugre y tanto polvo como llevan encima. Parece que el mundo les hubiera echado un cubo de desperdicios sobre sus cabezas.

-¿Tenéis hambre?

Los dos hombres se miran. Podrían ser hermanos. Tienen la misma resignación en el rostro, las mismas orejas grandes aunque a la vez descarnadas, el mismo aspecto de sombras  huidizas, idéntico perfil en sus pantalones de faena, sus botas informes, las gorras forradas de piel que dan vueltas entre sus manos. Pero lo que los hermana no es la sangre, sino la miseria.

-Mucha -dice el que habló antes-.No comemos desde ayer por la mañana.

Mientras devoran un pedazo de pan y las naranjas que guardan para el desayuno, Homero los contempla con detenimiento pero sin pasión, sentados en el aula como dos alumnos inesperados, venidos de un país de fábula.

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