miércoles, 28 de abril de 2010

LA MUERTE DE IVÁN ILICH de Leon Tolstoi

Esta obra de Tosltoi fue publicada por primera vez en 1886

Daniel Gilles, el biógrafo más prestigioso de Tolstoi, ha escrito que "esta breve novela magistral es la mejor, sin duda, que haya salido de su pluma".

A las puertas de la muerte, el juez ruso Ivan Ilich, reflexiona sobre sí mismo y repasa todas las etapas de su vida. En ese momento se da cuenta de que su vida ha estado vacía de sentido y de sentimientos. Comprende que sus cargos, su infancia, su matrimonio y sus amistades están vacíos de todo sentido. A las puertas de la muerte, todo eso pierde brillo, se ve ínfimo y vulgar.

El novelista pinta el mundo ineficaz y baldío de Iván y hace una dura crítica de la aristocracia, que tan a fondo conocía. No sólo refleja a Tolstoi en esta novela su personal terror a la muerte, sino que revela la profunda compasión que le inspiraban los humildes y oprimidos.

LEIDO por... Andrés:

Tremenda novela corta que se devora casi de una sentada. Hacía tiempo que un libro no me había subyugado tanto. Apasionante aproximación a la muerte de un personaje, vivida desde dentro. Asistimos, con dramático realismo a la evolución de la enfermedad y la incidencia de ésta en el personaje, a su deterioro progresivo, en una soledad cada vez más completa, hasta su muerte, que sucede en las últimas líneas del relato.

Muy bien reflejado lo que pasa por la mente de un enfermo grave. Su deterioro físico y su constancia de ello. Sus dudas, sus miedos, sus deducciones gratuitas, su aislamiento, su sentimiento de incomprensión. Su lucha contra la aceptación de la idea de la muerte.

En el capítulo I empieza mostrando la reacción que provoca la muerte de Ivan Ilitch. El sentimiento de que “No soy yo” define lo que piensan los demás, incluso su amigo íntimo. El centro de la acción son los otros, Piotr Ivanovitch, su amigo íntimo, sobre todo. Tolstoi insiste en el máximo detalle, en aspectos que parecen intrascendentes, como el ruido de los muelles del asiento. Los aspectos crematísticos, precio del terreno, partidas de cartas, ventajas con Hacienda, son el contrapunto a un momento que se nos presenta lejano. Parece como si el narrador lo pusiera al principio para que sirva de contrapunto a la muerte del protagonista que se nos relatará a continuación. Si lo se hubiese puesto al final el relato hubiese perdido parte del impacto que te deja cuando cierras el libro.

El narrador nos presenta a un Ivan Ilitch egoísta, materialista, ambicioso, que guía su vida en su propio provecho, se casa sin estar enamorado, tiene una reacción egoísta al primer embarazo de su mujer y se mueve profesionalmente con fines crematísticos. Experiencia vital que luego, según se acerca a su momento final, denostará. Casi todos los personajes tienen un perfil negativo, salvándose únicamente La figura de Guerassime, joven campesino, como contrapunto de salud, alegría de vivir, entrega, tradición (vestido a la rusa), consuelo, comprensión, sinceridad, pudiéndose pensar que también es un contrapunto a la critica social de la aristocracia rusa de la época.

Aunque en el libro se nos dice que un golpe con una falleba fue el inicio de la enfermedad, según algunos estudiosos se trata de un cáncer abdominal, probablemente del colon o el estómago, pero la causa no sería el golpe. El dolor, que afortunadamente hoy día está completamente mitigado juego un gran papel, pareciendo en algunos momentos que tenga vida propia, es “sordo, obstinado, persistente, misterioso”.

La narración, tremendamente realista, es dura a veces, “Nadie sabría decir, porque aquello ocurrió poco a poco, cómo se llegó a eso en el curso del tercer mes de la enfermedad de Iván Ilitch, pero sucedió, sin que nadie reparase en ello, que su mujer, su hija, su hijo, los criados , los amigos, los médicos y muy particularmente Iván Ilictch mismo comprendieron que todo el interés que sentían los demás por su situación se reducía a saber cuándo se moriría por fin, cuándo desembarazaría a los vivos de la molestia que ocasionaba su presencia y se libraría él mismo de sus sufrimientos.”. Como cuando hace un repaso negativo a su vida: "¿Es que tal vez no he vivido como debí vivir? -pensaba-. Eso no puede ser, puesto siempre he hecho lo que era debido.”.

Puede apreciarse también, que Tolstoi tenía un gran conocimiento de la evolución de la enfermedad, lo que lleva a pensar que debió conocer algún caso real que le sirvió de guía. Si se buscan las cinco fases, que según los psicólogos actuales, de la aceptación de la muerte, se observa una gran precisión:

1.- Fase de negación
El paciente no admite la idea de la muerte, llegando a negar incluso la enfermedad diagnosticada por el médico.
No aceptación del silogismo de Cayo o su refugio en el trabajo ” Trataba de recurrir a aquel estado de espíritu que en otros tiempos tapaba a sus ojos el pensamiento de la muerte”.

2.- Fase de ira
El paciente admite la enfermedad, se da cuenta de que ésta avanza y no se cura. Es una fase de protesta y de resentimiento, el sujeto se pregunta ¿por qué ha tenido que tocarme a mi?. Se denomina fase de ira porque el paciente proyecta toda su ira en su entorno inmediato.
La proyecta con odio hacia su mujer “En aquel momento la odiaba con todas las fuerzas de su alma,

3.- Fase de negociación
El paciente ya ha aceptado la idea de la muerte y está dispuesto a cualquier cosa con tal de que su médico le ayude y le salve.
Quizá la menos precisa, pero también está presente.

4.- Fase de depresión
Aparece cuando el paciente se da cuenta de que realmente se encuentra en la etapa final de su vida.
Querría llorar, querría que lo acariciasen y que llorasen por su suerte postrado con Guerassime. “Lloraba por su situación desesperada, por su espantosa soledad, por la crueldad de Dios que lo había abandonado”. “No había vivido como habría debido vivir

5.- Fase de aceptación
Suele aparecer al final de la vida, el paciente ya ha dejado de luchar, y aunque normalmente le acompaña un sentimiento de tristeza, también siente un inmenso deseo de paz y tranquilidad.
¿De que se trata, pues? ¿Es verdaderamente la muerte? Y la voz interior respondía: Si, es la muerte


Tolstoi, además de una fuerte crítica a la aristocracia, ya comentado, critica a Administración Pública: “miembro inútil de diversas administraciones inútiles”, y al poder judicial: “ comprendía que todos, todos sin excepción alguna, los personajes más importante, los más orgullosos, estaban entre sus manos, y que a él le bastaba escribir algunas palabras sobre un papel con membrete para que tal o cual personaje importante y orgulloso fuera conducido a su despacho en calidad de acusado o testigo y obligado a mantenerse en pie si él, Ivan Ilitch, no lo invitaba a sentarse y a responder a sus preguntas.”, resultándonos extrañamente próximo hoy día.

Resulta sorprendente el calificativo que el narrador utiliza para describir al hijo de Iván: “Tenía los ojos enrojecidos a fuerza de haber llorado, ojos que tenían aquella expresión que se ve frecuentemente en los de los muchachitos viciosos de trece o catorce años.”. ¿Que significa “muchachitos viciosos” ?


Buscando en internet este libro en su versión digital, con objeto de ahorrarme trabajo a la hora de teclear las citas, me encontré que el texto de los libros que encontré, pues fueron varios, no se correspondía con el de mi edición. El comparar estos me dio de bruces con el problema del traductor.

La traducción de Mariano Orta Manzano (Editorial Juventud) del final del libro es:
"Todo aquello para él se produjo en un instante, y el significado de aquel instante no cambió ya. Pero para quienes lo rodeaban, su agonía duró dos horas. Del pecho se le escapaban estertores; el descarnado cuerpo se estremecía. Luego, poco a poco, los sobresaltos y los estertores se espaciaron.
- ¡Se acabó! - dijo alguien.
Él oyó aquellas palabras, las repitió en su alma. “¡Acabada la muerte! - se dijo-. No existe ya.”
Aspiró el aire profundamente, no acabó su aspiración, se puso rígido y murió."

La encontrada en Internet es:

"Para él todo esto ocurrió en un solo instante, y el significado de ese instante no se alteró. Para los
presentes la agonía continuó durante dos horas más. Algo borbollaba en su pecho, su cuerpo extenuado se crispó bruscamente, luego el borbolleo y el estertor se hicieron menos frecuentes.
-¡Éste es el fin! -dijo alguien a su lado.
Él oyó estas palabras y las repitió en su alma. «Éste es el fin de la muerte» -se dijo-. «La muerte ya no existe.»
Tomó un sorbo de aire, se detuvo en medio de un suspiro, dio un estirón y murió."

A mi me gusta más la primera.


Casualmente por esos días leí el artículo “El autor oculto” de Manuel Rodríguez Rivero en El País, donde reivindica el papel del traductor en la edición de los libros. Normalmente no podemos comparar distintas traducciones de un mismo libro, bien porque la librería solo tiene una edición o, lo que es más normal en los libros recientes, porque solo existe una, y tenemos que morir al palo, de forma que deberían ser las editoras quien valoraran oportunamente el papel del traductor, pero desgraciadamente no todas lo hacen. Me preocupé de buscar distintas ediciones de papel de La muerte de Iván Ilitch en las librerías y algunas tenían la de internet.

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