domingo, 11 de abril de 2010

LAS RATAS de Miguel Delibes


Premio Nacional de la Crítica 1963. Visión trágica y dura de un pueblo castellano, Las ratas es uno de los libros en que mejor ha reflejado Delibes el drama de esa Castilla rural, de una Castilla que, no obstante, rezuma grandeza en su misma miseria.

Las ratas es una novela construida a partir de una sucesión de anécdotas en las que rememora un pueblo desaparecido de Castilla. Se centra en la vida de Nini y el Ratero, los cuales desarrollaban su vida dentro de una cueva, y vivían a costa de la caza de ratas en el río del pueblo. Toda la grandeza de Castilla a través de la rebeldía callada y dulce de un niño.

LEIDO por... Andrés:

Significar, antes que nada, que el leer el libro para la tertulia, me cambió la forma de hacerlo. Más pendiente del hecho de la lectura, de captar la esencia del libro.

Un observador externo, aséptico, a ritmo de santos (los más raros), nos muestra un mundo rural muy distinto al de ahora, nada tecnificado y con la cultura ancestral como guía. Un campo lleno de animales, descrito todo de una manera muy natural y detallada. El campo es protagonista y los hombres malviven a merced de la naturaleza, “... el Nini distinguía a los hombres oscuros, como mudos muñecos, moviéndose alocadamente en la Plaza”, vivimos el fatalismo de sus habitantes “Los hombres y las mujeres caminaban por las sórdidas callejas arrastrando los pies en el polvo, la mirada ensombrecida, como esperando una desgracia”.

Me resultó una historia deprimente, a pesar de las muchas notas de humor, a veces muy negro:
El ataúd de la abuela Iluminada cuando se cae el río, la penitencia de Don Ciro “... y no lo vuelvas a hacer”, la amenaza de la madre del Nini “si no callas te llevo con el Curón a que le veas roncar”, el capítulo del petroleo, la imagen del Centenario que apenas cabe en el ataúd “como si estuviese diciendo que a el ninguna cosa de este mundo le importara mucho” o el vuelo del moscón a la muerte del Centenario.

Magníficamente escrita, con una prosa rica en imágenes y con un vocabulario muy extenso, disfruté leyéndola.
“Los grillos acuchillaban el silencio de la cuenca con una obstinación irritante”
“cuando los trigos verdes recién escardados se peinaban con la primera brisa”
“bajo el desmayado gajo de luna, la escarcha espejeaba en los linderotes”
pero me dejó como esas películas en la cual no entramos. Pudiera ser por tratarse de una lectura para mi primera tertulia, pero creo que también contribuye en gran medida a que seguimos la vida del Nini, principal protagonista de la novela, a través de un observador externo, objetivo, pero que no entra en el interior de los personajes, quizá efecto buscado por el autor, pero que logra, en mi caso, que no se despierte ninguna emoción al leer el libro. La muerte del zorrito, por ejemplo, la expone de manera muy concisa, pero no dice nada de los sentimientos del Nini y lo mismo ocurre cuando el Ratero mata los cachorros de la perra Fa. Los sentimientos del Nini son tratados de forma muy escueta, se compungía, sintió recorrerle una oleada de ira, el corazón latía desacompasádamente. En la escena final, el Nini es un mero espectador, sin sentimientos.

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