martes, 8 de febrero de 2011

LOS CONFINES de Andrés Trapiello

Edición, 2009
Editorial: Círculo de Lectores
Páginas: 276

Esta novela de Andrés Trapiello se publicó en el 2009.

Claudia es médico, lleva años intentando tener un hijo y su matrimonio pasa por una crisis desde que el marido mostrara su desacuerdo ante la idea de la adopción. Max es ingeniero, casado felizmente con Cathy y con dos hijos y una vida que él creía plena.

Los dos coinciden en Constanza, Colombia donde Max lleva trabajando unas semanas, y adonde viaja Claudia para la boda de una de sus mejores amigas.

En el ambiente sofocante y sensual de esa boda todo converge para que se revele ante ellos un sentimiento que desconocían, que les deja atónitos, felices, llenos de plenitud, y que a partir de ese momento va a ser irremediable, a pesar de las enormes dificultades personales y sociales que tendrán que afrontar.

De vuelta en Madrid, Claudia y Max comienzan una etapa de encuentros furtivos, una etapa que tendrá fin cuando son descubiertos y comienzan una nueva vida juntos, en contra de todo y casi todos. Una novela osada, incluso revolucionaria, que habla del amor con palabras absolutamente nuevas, polémica, sensual, luminosa...que establece un vínculo íntimo con el lector, que conmueve y que defiende que la premisa para la bondad es la libertad.

LEIDO por.... Andrés:

Me apetecía leer algo de este autor, además de Las armas y las letras, ya comentado, y encontré esta novela en el mercadillo de Ozanam.

El título hace referencia a la situación extrema de la relación de los protagonistas y aparece repetidas varias veces en el texto:
Esto ha sucedido, pero tú sabes que no será posible que vuelva a suceder. En otra época, en otro lugar, tal vez, lejos de todo...
-¿Más lejos de lo que estamos? Esto son los confines del mundo, Max

Y lo curioso es que para tratarse de una relación en los confines, esta muy bien tratada, pues es difícil que a alguien le escandalice, a pesar del tema tratado. Es una muy buena novela de amor de espaldas a la sociedad, cínica a veces, que los repudia y les obliga a huir a los confines, donde les espera la tragedia.

Señalar la referencia a Gabito:
“-Yo te quiero a ti -empezó diciendo-. Aquí estas cosas no tienen la importancia que le dan ustedes...
-¿Que cosas Flores? Es una niña...
-No puedes entenderlo. Lee, por favor, el libro que acaba de publicar Gabito.
Gabito, como le llamaba Flores, había estado en la Culebra muchas veces, había asistido incluso a su boda, era un buen amigo de la familia, tan inteligente, tan divertido, tan buen prestidigitador de sus grandes relatos.
-Es uno de los padres de la patria, un premio Nobel, no es un cualquiera.

Mi cachico:

La felicidad pasaba, lo sabíamos, por enfrentarnos a nuestro destino y rehacer nuestras vidas. Necesitábamos acariciarnos, besarnos, saber que éramos reales, hablar... Cuándto hablábamos. Pero cuando nos separaban las obligaciones cotidianas volvía a nosotros el sentimiento de orfandad. Para entonces ya sólo dependíamos de nuestros teléfonos móviles.

«Cuando tú seas vieja, seguiré a tu lado», me escribió Max en uno de aquellos mensajes que volando de uno a otro móvil nos mantenían unidos a lo largo del día, día tras día, semana tras semana. «Cuando tú seas vieja...»” Apenas habían pasado unos meses , y ya necesitábamos haber estado juntos largos años, con sus estíos calurosos, con sus fríos inviernos. Imaginando el helado arrabal de la vejez, un hombre aún joven sentía el fuego de la pasión, y de su corazón brotaban esas palabras que Max ignoraba habían sido dichas siglos atrás por un poeta al que hicieron inmortal.

Yo, conmovida, me quedé mirando la pantalla de mi móvil, y luego eliminé el mensaje. Cada vez que eso sucedía se me rompía el corazón. No poder conservar tales palabras. Cada paso que dábamos en aquella relación estaba destinado a no dejar ninguna impronta. Borrar las huellas de pecado original y borrar las huellas del Paraíso. Pasos sin huellas. Las olas de la vida cotidiana se encargaban, por prudencia, de borrarlos

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