domingo, 17 de abril de 2011

CAJA NEGRA de Pablo Sánchez

Edición, 2005
Editorial: Lengua de trapo
Páginas: 254

Esta novela de Pablo Sánchez se publico en el 2005.

Tras su exitosa primera novela, Indicios del caos, el celebrado Raúl Garay recibe una denuncia por plagio del desconocido autor de una obra publicada con bastante anterioridad: La fosa común. Ante su asombro e impotencia, el aclamado escritor (¿plagiario?) ve derrumbarse su carrera en beneficio de la de su rival, y las vidas de ambos se entrecruzan, quizá para siempre, en una batalla personal que encierra formas tan aparentemente coincidentes como irreconciliables de entender el mundo. Una batalla que es, además de literaria y judicial, la de dos fuertes egos, y a la que no serán ajenos la lujuria, la política y los diversos modos que la vanidad humana encuentra para manifestarse.La creación de un personaje tremendamente egocéntrico, astuto e inteligente, a través de una voz habituada a caer en el exceso verbal y cargada de sabiduría y soberbia, hace de la lectura de esta novela un placer inesperado e intenso.

Pablo Sánchez se convirtió en la revelación de la temporada con su primera novela, una de las más interesantes y frescas que han llegado al lector español en los últimos años.

LEIDO por.... Andrés:

Antes que nada, decir que he visto un anuncio de un libro que dice: «La novela que te cambiará la vida». Desde luego, si leyéramos todas las novelas que recurren a ese eslogan, no sabríamos ni quienes somos ni a donde vamos.

Leyendo esta novela, que casualmente trata temas relacionados con escritores y literatura, me encuentro que Javier Marias, magnífico como escritor y cascarrabias como persona, según traslucen sus artículos de prensa, en una entrevista publicada en Babelia, dice: “En realidad me irritan bastante las novelas que hablan de escritores, que hablan de libros o que son metaliterarias”. Bueno, pues siento disentir de él. A mi me han gustado últimamente la de Isaac Rosa y esta.

Si en la de Rosa uno de los narradores era el propio autor de la novela, en esta, el protagonista y narrador es un autor de una única novela, Indicios del Caos, el que nos va contando su vida, marcada de manera dramática por una acusación de plagio y que llega a elegir como seudónimo el nombre del autor, “Firmo el libro con el seudónimo más corriente que se me ocurre: Pablo Sánchez López

El título hace referencia a, según dice el protagonista, a “un truco narrativo de mi novela que celebraron especialmente los críticos” y que también aparece en la supuesta novela plagiada.

El autor, con innumerables menciones a autores consagrados y múltiples referencias literarias a lo largo de toda la novela:
  • Tampoco funciona la fórmula que repito una y otra vez para mis adentros: «Gide rechazó el manuscrito de Proust». Lógico: yo también lo hubiera rechazado
  • hago falsas traducciones del inglés al catalán sin leer la versión original y aprovechando la anterior traducción española
  • no escribo nunca el 28 de marzo, porque ese día nació Mario Vargas Llosa
  • Ha citado a Borges: «Mi carne puede tener miedo; yo no». El final de «Deutsches Requiem», de El Aleph
  • el memo de Unamuno
  • Baltasar Porcel, el inminente premio Nobel catalán
nos cuenta, fundamentalmente, el enfrentamiento entre plagiado y plagiador, sin que sepamos quien es quien. Para ello utiliza algunas imágenes de las nuevas tecnologías, “entonces siento, como todos, un terrible bloqueo y llega el fundido en negro de la pantalla”, “copia de seguridad de mi propia vida” o referencias al virus Anti-Telefónica, y un humor muy afinado:
  • Para mí, como para Franco, el año no tiene ninguna gracia
  • Pero lo peor es que me asustan las vaginas. Alguien me confirma que están rodeadas de pelos
  • "soy un ateo forzado al voto de castidad" , para luego añadir “Lo juro por Dios, claro. Es decir, lo juro por nada
  • Batasuna me pone en su lista negra, y no sé muy bien por qué (quizá porque estuve una vez en un restaurante vasco y no pagué todos los pinchos); de cualquier modo, yo los pongo a ellos en la mía
  • ¿Mi ocupación preferida? Periodista deportivo: pocas horas de trabajo y escaso desgaste neuronal” (cobre todo en la preparación de las entrevistas)
  • entre mis multiples incapacidades está la de nadar (y no lo pienso remediar, porque siempre hay que tener a mano un técnica de suicidio)
  • «Nadie puede creerse una Cataluña tan violenta como usted plantea; no hay delincuentes que hablen en catalán»
  • al exceso de trabajo (justificación del todo increible teniendo en cuenta que se trataba de un profesor de universidad española)

Resumiendo, una novela que me ha gustado, que se lee muy bien y a la que le sobra el test de Proust y le falta un mejor final.

Mi cachico:

1998: Conozco de cerca una historia totalmente inverosímil que duplica su interés por el hecho de ser cierta. Uno de mis viejos amigos del bachillerato tenía desde siempre un grano bastante notable en la espalda, justo encima de alguna de las vértebras inferiores. De vez en cuando -nadie se ve tan a menudo la espalda- se lo miraba con cierta curiosidad y decía en broma que tenía forma de clítoris. Su mayor problema surgió por culpa de un clítoris real: la novia con la que llevaba trece años saliendo tuvo la ocurrencia de abandonarlo por otro. Seis meses después él contempló, por pura casualidad higiénica, su seudoclítoris en el espejo: tenía un aspecto distinto, más fálico por grande, pero sospechosamente negruzco. No tardó mucho en ir al médico, y tampoco tardó mucho en morir de cáncer. Yo saqué mi conclusión de la historia: murió por falta de amor. Piénsenlo un momento: murió porque no tenía un otro que le mirara la espalda desnuda. Y es que para cosas de ese tipo el amor es realmente útil.

1999: Se me sigue muriendo la gente.
La muerte es hereditaria, dice la greguería. Yo la actualizaría un poco: el cáncer es hereditario.
Pobre Gómez de la Serna. Él también está muerto

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