domingo, 17 de abril de 2011

VENTAJAS DE VIAJAR EN TREN de Antonio Orejudo

Edición, 2001
Editorial: Círculo de lectores
Páginas: 140

Esta estupenda novela de Antonio Orejudo se publicó en el 2000.

La agente literaria Helga Pato tiene que internar a su marido en un sanatorio. A la vuelta conoce a un individuo que dice ser psiquiatra y que se lanza a perorar sobre sus pacientes. Así da comienzo una sucesión de acontecimientos y personajes extraordinarios, enigmáticos y disparatados.

LEIDO por.... Andrés:

Después de leer Un momento de descanso me quedé un poco frustrado, así que busqué reseñas de libros de Antonio Orejudo y encontré que éste que nos ocupa ahora era considerado uno de los mejores, así que me decidí por éste.

Y no me equivoqué. Se trata de una estupenda loca novela corta, de locos para locos (por la literatura). Anterior a Un momento de descanso, diez años las separan, y para mi bastante mejor. Aun dentro de la temática, el humor que destila me ha gustado más.

Se lee muy bien y aunque los cambios en la narración nos despistan durante una carilla escasa, esto añade un plus a una narración que parece fruto de un momento de locura del autor He disfrutado mucho leyéndola.

Algunas de las narraciones de los pacientes son muy buenas, no exentas de crítica social.

Me encuentro una forma de narrar los diálogos, afortunádamente no todos, que dificulta su lectura y que es innecesario (en algunas novelas si que vendría bien):
Me señala un sillón y me dice:
—En aquella butaca leía yo las cartas de mi hermano.
Digo:
—Ah.
Dice:
—Mi padre, en cambio, las leía bajo esa ventana, sentado en esa silla de ruedas.
Digo:
—Ah.”
que aparece, un poco suavizado, en Un momento de descanso, como ya reflejé.

Dejaremos un tiempo y habrá que volver a leer a Orejudo.

Mi cachico:

El problema de Helga Pato con las personas era que confundía a los narradores con los autores y a éstos algunas veces con los personajes. En su caso no puede decirse que se tratara de una lectora inocente o inadvertida, sino todo lo contrario; cuando conoció a W en la Feria del Libro de Frankfurt era ya una veterana estudiante de doctorado a punto de terminar una polémica refutación de la autoría colectiva en la épica medieval. Se suponía que una lectora tan curtida como ella debía establecer de modo mecánico y sin dificultad una distinción tan básica. Y sin embargo no fue capaz; se coló. Cuando lo de Frankfurt W era ya un célebre escritor muy leído por la izquierda. Helga Pato lo admiraba y se acercó a su stand, para pedirle una dedicatoria. Él inmediatamente percibió bajo sus pantalones unas ingles poderosas, y en vez de la dedicatoria escribió una dirección. Ella creyó que en ese momento comenzaba una novela de amor que trataba de una chica que decidía anular una beca de postgrado y abandonar la refutación de la autoría colectiva de la épica medieval para irse a vivir con su autor favorito al último piso de un rascacielos en el centro de Madrid. Ella tenía veintinueve años y él cincuenta y dos. Ella creyó que se casaba con su autor favorito, pero en realidad se había enamorado del narrador, y se casó con un personaje

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