lunes, 24 de enero de 2011

NADA ES CRUCIAL de Pablo Gutiérrez

Edicion, 2010
Editorial: Lengua de trapo
Páginas: 248

Ésta es la segunda novela de Pablo Gutiérrez y se publicó en septiembre del 2010

Ciudad Mediana, años ochenta. Los yonquis habitan los descampados y olvidan a sus crías dentro de cobertizos de uralita. En uno de ellos sobrevive milagrosamente un cachorro silencioso que se deja aplastar por el sol. Dos señoras muy cándidas y amables lo rescatan, le limpian la cara con agua de colonia y comienzan a hablarle de Dios y de espaguetis.

Mientras, en otro lugar que huele a vaca y a pienso, una niña feliz observa cómo su madre naufraga en la cama, los ojos perdidos en algún lugar, el pelo sucio, el pijama pegado a la piel desde que papá se marchó.

Nada es crucial es un recorrido a través de la formación sentimental de los personajes de esta novela; cuando sus vidas, como nuestras ciudades, estaban llenas de descampados.

Ganó el XXI premio Ojo Crítico de narrativa de Radio Nacional de España en el 2010.

«Pablo Gutiérrez escribe bien, extraordinariamente bien. Hay páginas en este libro que uno celebraría con una botella de champán si la tuviese a mano» (Javier Moreno. Revista de Libros)

«Espléndida y muy original novela» (Página 2, TVE2)

LEIDO por.... Andrés:

Mi mujer me habló que había escuchado en la radio al último premio del Ojo Crítico y que éste, un autor muy joven, había terminado sus palabras al recibir el premio con un «Cultura libre para todos». Eso hizo que me interesara por él y empecé a buscar en internet, lo que leí me llevó a comprar su libro y leerlo. Además, en la búsqueda me encontré con la sorpresa añadida de toparme con Celda 211.

Me ha parecido un grandísimo libro, escribe muy bien, aunque a veces su alardes pueden hacer que algunos párrafos nos resulten confusos, pero hay tanto de buena literatura que te ves compensado sobradamente.Vale la pena, sin lugar a dudas.

La historia es dura a veces: “No estoy triste, triste no sirve, triste es una palabra pequeña. Estoy sola. Sola si sirve, sola es palabra redonda que todo lo recoge” “Todo lo demás es una carnicería: las chicas quieren reventar a cualquier chica, a mí sobre todo, los chicos quieren moler a cualquier chico y follarse a cualquier chica, a mí sobre todo, y que se sepa luego, que se anuncie y se repita la hazaña, es ley, ellas me odian y ellos quieren follarme, es ley, pero siempre a lo bruto, con la misma rabia con la que me darían dos hostias” “Magui siente que es el único humanoide con vida en este planeta de dolor y náusea

Sus personajes, salvo los protagonistas Lecu y Magui, tiene unos nombres curiosos, señor Alto y Locuaz, Sra Amable Uno, Sr. y Sra. Yonqui, el Sr. Un Poco Menos Amable (cuyo nombre cambia con su estado emocional a Sr. Cada Vez Menos Amable, Sr. Nada Amable, hasta acabar en Sr. Atormentado), MaiT (Mai-Ojos-Hundidos, Mai-Muda-y-Envejecida, Mai-desprendida-de-T), Hombre Raro, Cura Cascado, Buenchico, Orco Rotundo, etc.

La narración está dividida en párrafos agrupados y encabezados por una frase en negrita.
Te va a doler un poco. Te va a doler un poco, dijo el practicante amuermado..

Utiliza y bien todo tipo de recursos narrativos:
Interludio. Zzzummm, salto en el tiempo para encontrar el origen del Sr. Alto y Locuaz [….]. Zzzummm, cuatro, cinco decadas atrás:
Como si de un guión televisivo se tratara: “[Habla el teólogo de las lupas] «La Iglesia, quiero decir la vieja Iglesia,.....»
Con mensajes directos al lector: “y si el lector prefiere seguirles la pista a Lecu y a Magui bien puede saltar hasta la próxima negrita.
Como si fuera una escena de teatro: “Entra en escena MUJER CON CARA DE NIÑA, camina hasta su lado y se detiene.
MUJER CON CARA DE NIÑA: Ayer, durante el almuerzo no dijiste una palabra y te levantaste de pronto, como ahora.
SR. ALTO Y LOCUAZ: Hace frío. Vuelve dentro.
Secuencia Uno, Interior. Habitación en penumbra. La oscuridad permite ver un sofá gigante como balsa de náufrago, una ventana, una mesa de cristal, un televisor. En el suelo....
Aunque el recurso del narrador que se nos revela al final, para mi, sea un poco fallido e innecesario.

Que forma tan sutil y socarrona de contar, como me gusta su humor:
Por último, hizo un corte pequeño, clavó la hoja, sujetó con la mano izquierda y apretó con la derecha y, clac, fácilmente se abrieron el queso y el dedo índice por la primera falange. La sangre trazaba círculos sobre la tabla.
¿donde están mis padres?, y el Sr. Alto y Locuaz, muy firme y muy sereno y enérgico, respondió tus padres están en una granja. ¿En una granja de esclavos?, preguntó una voz que Lecu no quiso que saliera de su garganta. No, como esclavos, no; están en una granja creciendo, dijo.
Creciendo.
Lecu se los imaginó sembrados en un arriate
lo cierto es que la masa de polen que fumó durante los años de la furgoneta le quitó un buen filete a su cerebro, reducidito quedó como consomé de asilo
De la sacristía salió con prisa el curilla, casi le da un pasmo al ver allí sentado a ese idiota con cara de Teresita de Jesús
Buscó una pensioncita sucia y barata porque era lo que se esperaba de un verdadero cristiano
Cuando se retrasaba no quedaba tiempo para nada que no fuera sentarse, él debajo y ella encima enroscándolo con sus piernas, los botones de los vaqueros imprimiendo Lee en sus muslos como un reclamo de animación a la lectura
y le trae libros de Benedetti porque sabe que Benedetti es una autopista directa hacia la ingle de las chavalas sensiblotas

A veces imágenes poco afortunadas: “fue poniéndose cada vez más bonita a medida que su tristeza pasteurizaba”, pero a continuación, como para desagraviarnos, nos dice: “Crecía y ya tenía once años y en el rostro una pequeña barbilla como un fruto que dirigía su mirada a dos labios” y para que no nos confiemos acaba “de dibujo animado”.

Tremendo en la crítica social y política:
la escritura siempre estuvo a nombre de ella aunque fuera él quien firmara los recibos por ser el cabeza de familia, entonces se llamaba así al que pegaba más fuerte
En aquellos años, niños, un alumno tarugo no era un alumno con necesidades educativas especiales ni adaptación curricular ni con dificultades cognitivas; era simplemente un tarugo
Recordad, niños, que entonces había mucha escasez de espíritu y mucho colmillo contra un señor que redondeaba las monedas con su calvicie
allí estaban, dispuestos a deslomarse gratis detrás de un mínimo señuelo

El título lo encontramos en el texto: “Nada es culpa, nada es pecado, nada es crucial

¡Como se nota la edad del autor!: “Siente rabia hacia su flequillo, rabia hacia las sábanas de dibujos, rabia hacia Kurt Cobain, y comienza (ah, y ésa es la primera paletada de su fosa), comienza a escuchar blanduras de Guns n' Roses

Introduce versos de De profundis, de Dámaso Alonso , entre la narración, a manera de desvarío y solo el ir en cursiva nos sirve de aviso:

De Profundis
Si vais por la carretera del arrabal, apartaos, no os inficione mi pestilencia.
El dedo de mi Dios me ha señalado: odre de putrefacción quiso que fuera este mi cuerpo,
y una ramera de solicitaciones mi alma,
no una ramera fastuosa de las que hacen languidecer de amor al príncipe
sobre el cabezo del valle, en el palacete de verano,
sino una loba del arrabal, acoceada por los trajinantes,
que ya ha olvidado las palabras de amor,
y sólo puede pedir unas monedas de cobre en la cantonada.
Yo soy la piltrafa que el tablajero arroja al perro del mendigo,
y el perro del mendigo arroja al muladar.
Pero desde la mina de las maldades, desde el pozo de la miseria,
mi corazón se ha levantado hasta mi Dios,
y le ha dicho: Oh Señor, tú que has hecho también la podredumbre,
mírame,
Yo soy el orujo exprimido en el año de la mala cosecha,
yo soy el excremento del can sarnoso,
el zapato sin suela en el carnero del camposanto,
yo soy el montoncito de estiércol a medio hacer, que nadie compra
y donde casi ni escarban las gallinas.
Pero te amo,
pero te amo frenéticamente.
¡Déjame, déjame fermentar en tu amor,
deja que me pudra hasta la entraña,
que se me aniquilen hasta las últimas briznas de mi ser,
para que un día sea mantillo de tus huertos!

Y también juega con otros versos , primero insertándolos en la narración y luego usándolos de forma jocosa: Al fundador de los Neocristianos, el señor Alto y Locuaz, cuando iba a empezar su andanza evangélica, “un muchacho que miraba con susto a izquierda y derecha” le da “una octavilla con un poema impreso y debajo un escudo con una especie de herramienta mal grabada”.
El poema completo se llama Hace falta estar ciego:

Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
Hace falta querer morir sin estela de gloria ni alegria,
sin participación en los himnos futuros,
sin recuerdos en los hombres que juzgen el pasado
sombrío en la tierra.
Hace falta querer ya en la vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido.

Después de leerlo pensó “que grande este poeta, qué buen cristiano debió ser”. El poema es de Rafael Alberti.

Que maravillosa la forma en que hace que Magui y Lecu se encuentren. ¡Mira que recurrir a los Jovenes Castores!

Se ha acabado. ¡Espléndida! a pesar del final que no me ha gustado nada. Y después de este novelón, ¿que leo?

Habrá que estar pendiente de las siguientes obras de Pablo Gutiérrez.

Mi cachico:

Hurga, busca. Magui guarda sus libros y desmonta la mesa de caballete cuando alguien llama a la puerta. Toc, toc. Magui se sobresalta, acude y abre.
No es el chaval.
No es buenchico.
Ni François Sagan.
Es mamá.
La señora que antes fue mamá y que ahora viste de un modo extraño y hace toc, toc tímidamente en la puerta de su propia casa.
Mama dice ya te vas, ¿no?
Magui dice sí, pronto.
Mamá dice aprobaste todas.
Magui dice sí, todas.
Envíame la dirección.
Magui asiente.
Y ven alguna vez. Ven cuando quieras.
Magui asiente.
Ahora todo está muy bonito allí, las flores, los árboles.
Silencio.
Te irá bien, serás feliz.
Magui asiente. Mamá le da un beso en la mejilla y Magui quisiera morirse de dolor, reventarse de dolor en el suelo -la espalda contra la puerta, las rodillas temblorosas, el pecho hinchándose de hipos y mocos, los mocos formando una bola en la garganta- pero por más que hurga, busca y rebusca dentro de sí no lo encuentra, no encuentra esa clase de dolor perfecto que debería sentir. Desde la ventana ve a su madre bajando la cuesta de la plaza fría, ve las sandalias de cuero, ve el insólito sari que la envuelve, ve los cabellos desgreñados donde ya aparecieron mechones blancos que no se molesta en cubrir, y vuelve a la sala para seguir guardando sus apuntes, desmontando la mesa de caballete, abriendo las maletas, despidiéndose de la vida mugrienta que le tocó en suerte.

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