miércoles, 16 de marzo de 2011

NOVELA DE AJEDREZ de Stefan Zweig

Traducción: Manuel Lobo
Edición, 2000

Editorial: El Acantilado

Páginas: 94


Esta novela de Stefan Zweig se publicó en 1941

Sin capacidad para cualquier otra actividad intelectual, Mirko Czentovicz se reveló, ya desde niño, como un genio del ajedrez, del que ha llegado a ser campeón del mundo. Pero, en un viaje en barco de Nueva York a Buenos Aires, se le presenta un enigmático contrincante: el señor B., noble vienés que huye de los nazis. Uno de los pasajeros del vapor se acerca a los dos personajes acompañando al lector a la confrontación entre los dos jugadores. Si Novela de ajedrez nos presenta el choque de dos naturalezas antagónicas, nos muestra también, y en buena medida, la capacidad de resistencia del ser humano sometido a una presión extraordinaria. Y todo ello con unas grandes dosis de intriga y maestría.

Su título original es ‘Schachnovelle’, que literalmente significa en castellano: ‘Novela de ajedrez’, y aunque la traducción literal es correcta, Schachnovelle también puede traducirse como ‘Lavado de cerebro’ o ‘Cerebro nuevo’. Su nombre alternativo en español -ampliamente utilizado- es el de ‘Una partida de ajedrez’.

Metáfora del embrutecimiento económico y la genialidad autodestructiva, Zweig consigue en un centenar de páginas retratar cuidadosamente el ambiente imperante durante la Segunda Gran Guerra, con sus personajes sutilmente aderezados con minuciosos rasgos psicológicos.

LEIDO por.... Andrés:

Lo que había leido de Stefan Zweig me había interesado, Veinticuatro horas de la vida de una mujer, Carta a una desconocida y El mundo de ayer, memorias de un europeo, sobre todo esta última, de forma que aproveché que esta novela la había propuesto Ángela en la tertulia para pedírsela prestada.

Se trata de una novela corta que se lee bien, aunque solo al final ha logrado interesarme algo. El que al inicio el centro de atención sea Czentovicz, el campeón mundial de ajedrez, dando la impresión de que va a ser el protagonista de la novela, para desplazarse a mediados de la novela al Señor B., que pasa a mostrarse como el verdadero centro de la acción y casi el único punto de interés de la novela, no me ha gustado, ya que me ha dado la impresión de que la primera figura es una mera comparsa en el verdadero asunto de la novela: la lucha de un hombre por sobrevivir psicológicamente en una situación extrema de soledad y aislamiento.

Aún cuando la esquizofrenia producida por “«intoxicación por ajedrez»” no me deja de parecer inverosímil, es de alabar la forma en que nos es contada. Cuando relata la fase en que siente la necesidad de que su yo blanco responda rápidamente a su yo negro, y viceversa, el autor sabe capar tu atención para que devores a igual velocidad la historia. Me ha gustado como retrata la mente del jugador del ajedrez en pleno proceso mental. Se nota que jugaba al ajedrez.

No está mal para pasar una tarde.

A vueltas con las traducciones, un ejemplo de como puede variar el texto:

Mi acompañante miró hacia aquel lado y sonrió:
-Llevan ustedes un tipo raro a bordo, a ese Czentovic. Debo haber revelado con un gesto harta ignorancia ante esa noticia, pues mi interlocutor agregó en seguida a guisa de explicación: -Mirko Czentovic es el campeón mundial de ajedrez. Acaba de recorrer Estados Unidos, de este a oeste, interviniendo en torneos, y ahora se dirige a la Argentina, en procura de nuevos triunfos

Mi amigo echó una ojeada y sonrió: -Tienen ustedes a bordo a un personaje bien curioso: Czentovic. -Y como debió de deducir por mi expresión que no sabía de qué me estaba hablando, añadió: -Mirko Czentovic, el campeón del mundo de ajedrez. Ha recorrido de punta a punta los Estados Unidos, participando en todos los torneos, y ahora se dirige a Argentina en busca de nuevos triunfos

Mi cachico:


Vivía como un buzo bajo la campana de cristal en el negro océano de aquel silencio; un buzo que presiente que se ha roto ya la cuerda que lo unía al mundo exterior y que nunca más será rescatado de aquellas calladas profundidades. Nada que hacer, nada que oír, nada que observar; el entrono de la nada, el vacío total, sin espacio y sin tiempo. Me paseaba arriba y abajo y conmigo iban los pensamientos, arriba y abajo. Una y otra vez, arriba y abajo. Pero incluso los pensamientos, por muy etéreos que parezcan, requieren un punto de apoyo, pues de lo contrario giran y giran en torno a sí mismos, en un torbellino sin sentido; tampoco ellos soportan la nada. Desde la mañana a la noche se está a la espera de algo que nunca llega. Se espera y se espera. Y no ocurre nada. Y se sigue esperando, y esperando, y esperando... y pensando, y pensando y pensando... hasta que duelen las sienes. Y no ocurre nada. Y estás solo. Solo... Solo...

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