domingo, 26 de agosto de 2012

EL REY DE LA HABANA de Pedro Juan Gutiérrez


Edición, 2006 
Editorial: Anagrama
Páginas: 211

Esta novela de Pedro Juan Gutiérrez se publicó en el 2006.

Pedro Juan aquí tiene entre quince y veintiún años y vive en Matanzas, una ciudad portuaria cerca de La Habana, en los años sesenta. Es un joven impetuoso, insolente y quizás un poco alocado, que atraviesa esta novela a la velocidad de un torpedo. Decenas de personajes aparecen y rebotan contra Pedro Juan, para conformar así una visión vertiginosa de una época especialmente caótica y efervescente. Muchos mitos actuales nacieron en la década de los sesenta. Uno de los supervivientes narra aquí su vida desesperada y reflexiona con una visión abismal sobre los restos del naufragio.

LEÍDO por.... Andrés:

Tal como comenté hace tiempo en la reseña de otra novela de este autor, El nido de la serpiente, había dejado pendiente el leer esta novela, ejemplo de sátira menipea según José Ramón Vilahomat en su artículo ya mencionado Sátira híbrida y sujeto menipeo: la literatura cubana y latinoamericana actual.
La Habana, febrero 2012, Paseo del Prado

Me he encontrado con una tremenda descripción de la vida de un adolescente cubano, el Rey(naldo) de la Habana, en un entorno de sexo, miseria, suciedad, abandono, ruina y degradación moral, con un paréntesis en las antípodas durante su visita a Varadero, el paraíso del turista, dando mayor contraste aún, mostrando un futuro que nunca podría alcanzar.
 
Además de realismo sucio, guarro y por si alguien pudiera tener dudas de esto, el inicio de la novela se encarga de sacarnos de dudas: “Aquel pedazo de azotea era el más puerco de todo el edificio”. Frases cortas, muy cortas, diálogos telegráficos y lenguaje directo y claro, que hacen que la lectura se deslice rápida y ágil, mientras  asistimos al drama de toda una sociedad, produciendo un contraste entre el disfrute de la lectura y lo ácido de la historia.



La Habana, febrero 2012


Bronco en su relato, escatológico si es necesario, “Antes cagó en un pedazo de papel, hizo un envoltorio y lo lanzó a la azotea del edificio de al lado” y con un humor corrosivo, “Ya rey estaba como Compay Segundo: se le salía la babita... del glande”, “con unos músculos vigorosos y más-turbadores que una mano”, apenas necesita hacer alguna crítica directa al sistema político de Cuba: “Algunos viejos seguían esperando que el gobierno solucionara algo de vez en cuando. Les habían machacado esa idea y ya la tenían impregnada genéticamente”. Todo él libro destila crítica feroz por todos sus poros.

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
sopapear (abofetear)
bisnecito (anglicismo, business) 
¡No le cojas miedo que este no es peo que rompa calzoncillo!
Templar (joder)
pegar tarros (poner cuernos)
El que nace pa'centavo nunca llegará a peseta
reciprocar

Palabras recuperadas:
portañola (bragueta)


Mi cachico:

Entraron en aquellas ruinas. Subieron la escalera, sin baranda. Alguna vez fue un hermoso edificio. Por algunos sitios quedaban restos de azulejos sevillanos, grandes planchas de mármol blanco enchapando los muros y trozos de hermosas barandas de hierro forjado. Ahora estaba arruinado por completo. Más de la mitad se había desplomando. En el pedazo que aún se sostenía en pie existían tres habitaciones. Cada una con una puerta y un candado. Una era de Magdalena. Dentro sólo había una colchoneta tirada en el piso. En un rincón una cazuela, un jarro, una cuchara, una lata con agua, una hornilla de carbón vegetal y tres cajas de cartón: una con alguna ropa muy vieja y raída; otra con unos cartuchos de arroz, frijoles, azúcar y otra más con una bolas de maní crudo y una provisión de papel blanco para confeccionar cucuruchos. Magda bebía ron y fumaba cigarrillos. A veces un poco de mariguana. Y poca comida. No hablaron mucho. Casi nada. O nada. Ella cerró la puerta, abrió una ventana para airear un poco el cuarto. Se miraron y se besaron. Sobraban las palabras.


A ninguno le molestaba la suciedad del otro. Ella tenía un chocho un poco agrio y el culo apestoso a mierda. Él tenía una nata blanca y fétida entre la cabeza del rabo y el pellejo que la rodeaba. Ambos olían a grajo en la axilas, a ratas muertas en los pies, y sudaban. Todo eso los excitaba.

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