martes, 21 de agosto de 2012

LA GUERRA DE LAS SALAMANDRAS de Karel Capek

Traducción: NO FIGURA
Edición: ebook
Editorial: Leer-e
Páginas: 251

Un capitán descubre una especie de salamandras inteligentes en la costa de Sumatra. Les enseña a hablar y con el tiempo se convierten en mano de obra barata para los empresarios de Occidente... Pero llega un momento en que ya no están dispuestas a aceptar esta situación y reclaman el lugar que creen que les corresponde dentro de la escala evolutiva.

Escrita por Karel Capek en 1936, se trata de una distopía de tono irónico que se considera una sátira del nazismo. En ella critica el peligro nazi, su rápido ascenso al poder y, sobre todo, la incapacidad (o, más bien, inoperancia) de los gobiernos mundiales para poner freno a la maquinaria propagandística y política de Hitler, ciegos ante el peligro inminente.

LEÍDO por.... Andrés:

Tenía esta novela entre mis lecturas pendientes, pero al no tener nota alguna, no puedo decir el porqué de su inclusión.

Cuando cogí en préstamo en la Biblioteca un lector de libros electrónicos, encontré que entre sus 600 libros estaba está novela, así que me pareció buena idea el dar mis primeros pasos con este libro electrónico.

Decir, antes de entrar en la novela, que entre los libros traducidos no he encontrado ninguno en el que figurara el traductor, para mi, una grave deficiencia. Se nota demasiado, por los errores tipográficos que su origen es un libro escaneado y tratado con un programa OCR (Reconocimiento óptico de caracteres), hasta aquí lo lógico, pero que no se ha revisado lo suficiente.

En mi caso concreto, con un lector muy rudimentario, me resultaba imposible ir a la nota correspondiente al final del texto, lo que en esta novela me parece una gran limitación, ya que las notas, dentro del tono jocoso de la novela, quieren dar un falso sentido científico a su contenido.

Es una novela que me ha sorprendido, pues, como he comentado, no tenía a mano ningún dato sobre ella y, además, no podía buscar información en internet. Redactada para que su lectura sea amena, los capítulos tienen varias hechuras, además del relato habitual, diario de un marino, articulo científico, artículo periodístico, informe político…, finalizando con un capítulo en que el autor habla consigo mismo y así consigue encontrar un buen final a la novela, lo que añade variedad a la novela. Además, su tono irónico, muy bien encajado en una novela de ciencia ficción, le añade mayor atractivo a su lectura.

Cuando uno piensa que esta novela fue publicada en 1936, se da cuenta de la visión premonitoria del autor. Como muestra un botón:

A partir de aquello la prensa alemana empezó a ocuparse febrilmente de las salamandras del Báltico. Se dio una importancia especial al hecho de que, influenciada favorablemente por el ambiente alemán, esta salamandra se había transformado en un tipo de raza superior, sin duda alguna mejor que cualquier otra clase de salamandra; se escribió con desprecio sobre las degeneradas salamandras mediterráneas, poco desarrolladas moral y físicamente, sobre las salvajes salamandras tropicales y, en resumen, sobre las bárbaras, ruines y bestiales salamandras de otras naciones. «De la Salamandra alemana  hasta la Supersalamandra » era la frase de moda en aquella época. “

Su tremenda ironía no deja títere con cabeza:
  • El que escribe este artículo fue testigo de cómo hasta los más duros marineros del buque-cisterna S.S.14 estaban profundamente impresionados cuando doscientas cuarenta formidables salamandras enfermaron de diarrea. Iban a mirarlas con lágrimas en los ojos y daban salida a sus sentimientos humanitarios con ásperas palabras tales como: «¡Qué falta nos hacían estos bichos del diablo!»
  • A petición de  de Animales, en cada buque-cisterna hay un capellán que se preocupa de que se trate humanitariamente a las salamandras y que noche tras noche les hace una pequeña plática en la que, principalmente, les inculca él respeto a los hombres, la obediencia y el agradecimiento a sus futuros amos, que no desean más que ocuparse paternalmente de su bienestar
  • Después se puede guisar o cocer normalmente, y tiene el mismo gusto que la carne de vaca de segunda. Así nos comimos a una salamandra a la que llamábamos Hans. Era un animal culto e inteligente, con especiales disposiciones para el trabajo científico
  • Tendrá que haber una guerra mundial para que los Estados se puedan repartir el mar. Pero nosotros seremos neutrales. Siempre hay alguien que permanece neutral, para poder vender armas a los demás
  • El mar se retirará paso a paso y todo volverá a ser casi como antes. Surgirá una nueva leyenda sobre la inundación del mundo, enviada por Dios a causa de los pecados de la Humanidad
  • Decididamente, no tienen alma. En eso se parecen al hombre
El humor tampoco le va a la zaga: 
  • El pabellón de las salamandras tuvo que ser cerrado, pero ya era tarde: Andrias Scheuchzeri, llamado Andy, murió a causa de su popularidad. Como ven ustedes, la fama corrompe hasta a las salamandras
    El Jules Flambeau se hundió en cinco minutos, después de abandonar su comandante el puente con las memorables palabras: «¡No hay nada que hacer!»
  • La Liga para la protección de las salamandras se dirige particularmente a vosotras, mujeres, para que en interés de  las buenas costumbres contribuyáis con el trabajo de vuestras manos a un gran movimiento, cuyo fin es procurar a las salamandras una vestimenta adecuada. Lo más apropiado es una faldita de 40 cm de largo y 60 de ancho, preferiblemente con elástico en la cintura
Palabras o expresiones sorprendentes:
"los laicos en la materia"


Mi cachico:

De la misma forma, sin interés directo o intervención de las salamandras, se trató otro problema que giraba alrededor de la conveniencia o no del bautizo de aquéllas. , desde un principio, tomó la decisión de que era completamente innecesario porque, al no ser las salamandras descendientes de Adán, no habían heredado el Pecado Original y, por lo tanto, no necesitaban redimirse por medio del bautismo.  no quiso intervenir de ninguna forma en la cuestión de si las salamandras tenían o no un alma inmortal, o si participaban de la misericordia y gracias que concede el Creador a sus criaturas. Su buena voluntad hacia las salamandras la expresaba solamente acordándose de ellas en oraciones especiales, que eran leídas en días determinados junto a los ruegos por las almas del purgatorio y la intercesión por los paganos*.    Mucho más complicada era esta cuestión para las iglesias protestantes. Reconocían que las salamandras tenían conocimiento y, por lo tanto, facilidad de comprender la enseñanza cristiana, pero dudaban en hacerlas miembros de la iglesia y, de esa forma, sus hermanos en Cristo. Por tanto, se conformaron en publicar un extracto de las Sagradas Escrituras para las salamandras en papel impermeable, editando millones de ejemplares. También se consideró el hacer para las salamandras, al estilo del basic-english, una especie de basic-Chñstian con las enseñanzas básicas bien simplificadas; pero los proyectos en este sentido levantaron tal número de protestas entre los teólogos que, finalmente, se desistió de ello**. Algunas sectas religiosas (sobre todo en Estados Unidos) no tuvieron tantos escrúpulos y enviaron a sus misioneros a predicar a las salamandras , bautizándolas según las palabras de : «Id por todo el mundo enseñando a todas las naciones.» Pero pocos misioneros consiguieron cruzar la valla que separaba las salamandras de la gente. Los propietarios les prohibían la entrada, para que con sus sermones no distrajeran inútilmente a las salamandras en su trabajo. Aquí y allá se veían predicadores asomados por las vallas de hormigón, entre los perros que ladraban furiosamente a sus enemigos del otro lado de la tapia. Sin embargo, a pesar de todos los inconvenientes, predicaban con gran fervor  de Dios.

Según se sabe, lo que se extendió más entre las salamandras fue el Monismo; algunas creían también en el materialismo, el patrón-oro y otras creencias científicas. Un popular filósofo llamado Georg Sequens compuso hasta una doctrina especial para las salamandras, cuyo mandamiento principal y más elevado era la fe en  Es verdad que esta fe no encontró muchos adeptos entre las salamandras, pero en cambio obtuvo numerosos partidarios entre la gente, sobre todo en las grandes ciudades, donde surgieron, de la noche a la mañana, gran cantidad de templos para el Culto a las Salamandras***. En los últimos tiempos las salamandras habían aceptado, casi en su totalidad, otra religión que no se sabe cómo llegó hasta ellas. Era el culto a Moloch, al que se imaginaban como una inmensa salamandra con cabeza humana. Tenían tremendos ídolos submarinos fabricados en Armstrong o en Krupp, pero nunca se llegó a saber más detalles de sus ceremonias y ritos, según se decía, crueles y secretos, porque los celebraban bajo el agua. Parece ser que esta fe se extendió mucho entre ellas, porque el nombrado Moloch les recordaba su nombre científico (Molche) o el alemán Molch, que significa salamandra

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