domingo, 26 de septiembre de 2010

CORRER de Jean Echenoz

Traducción: Javier Albiñana

1ª Edicion, septiembre 2010
Editorial: Anagrama
Páginas: 140

Esta novela de Jean Echenoz acaba de publicarse este septiembre del 2010.

En los Juegos Interaliados de Berlín, en 1946, al ver de­trás del cartel de Checoslovaquia a un solo atleta desma­ñado, todo el mundo se ríe. Pero después, cuando en los cinco mil metros acelera sin parar y cruza la meta en so­litario, los espectadores estallan en un clamor. El nom­bre de ese chico que siempre sonríe: Emil Zátopek. En pocos años y dos Olimpiadas, Emil se convierte en inven­cible. Nadie puede pararlo: ni siquiera el régimen che­coslovaco, que le espía, limita sus traslados y distorsiona sus declaraciones. Emil corre contra su decadencia, y sonríe. Incluso en las minas de uranio adonde lo destie­rran porque ha apoyado a Dubcek. Ni siquiera Moscú puede pararlo. La nueva novela de Echenoz atraviesa cuarenta años de un destino excepcional y sin embargo misteriosamente parecido al nuestro. Y nos regala una escritura encrespada de esa impagable ironía que para Echenoz es sólo un pudoroso afecto. «Un swing en la escritura digno de los más grandes li­bros de Echenoz» (Baptiste Liger, Lire); «Nada es inven­tado. Pero no nos hallamos ante una biografía. Se trata, pura y simplemente, de una novela, vibrante, elíptica, irónica» (Nathalie Crom, Télérama).

LEIDO por.... Andrés:

Leí la reseña de El País sobre este libro, y por tratarse de Zátopek, mítico corredor de fondo, me interesó al instante. Además, me pareció un buen regalo para mi médico de cabecera, correcaminos también. Así que lo compré el primer día que salí de casa, tras mi convalidación.
Como dicen las reseñas, no se trata de una biografía, sino de una novela, eléctrica, sobre la vida de un atleta, que parece arrastrado casi siempre por las decisiones de los demás (su boda es, quizá, la mayor excepción), casi siempre el aparato del Estado checo.

Con una escritura muy escueta, repasa en apenas 140 pags. cuarenta años de su vida, que se pasea delante de nosotros a la misma velocidad que corría éste descomunal atleta, de forma que devoras el libro sin tener que hacer un descanso, como si fuera una marathon de lectura y nosotros fuéramos Zátopek.

La entreverada crítica a los totalitarismos añade otro aspecto de interés a su lectura, pero no se si, aún con esto, llegará a gustar a lectores ajenos al mundo deportivo. A mi, desde luego, me ha encantado.

Me he pasado por YouTube, buscando vídeos sobre el gran Zátopek, sin duda el más grande corredor de fondo (medalla de oro en 5,000, 10.000 y Marathon en los Juegos Olimpicos de Helsinki en 1952 y que llego a tener en un momento dado todos los record del mundo desde 5.000 hasta marathon). Estos dos vídeos permiten apreciar su personal correr agonístico:






Mi cachico:

Emile parece que se encoja y desencoja como si cavara, como en trance. Lejos de los cánones académicos y de cualquier prurito de elegancia, Emil avanza de manera pesada, discontinua, torturada, a intermitencias. No oculta la violencia de su esfuerzo, que se trasluce en su rostro crispado, tetanizado, gesticulante, continuamente crispado por un rictus que resulta ingrato a la vista. Sus rasgos se distorsionan, como desgarrados por un horrible sufrimiento, la lengua fuera intermitentemente, como si tuviera un escorpión alojado en cada zapatilla de deporte. Está como ausente cuando corre, tremendamente ausente, tan concentrado que ni parece estar cuando está ahí más que nadie, y su cabeza, encogida entre los hombros, sobre el cuello siempre inclinado hacia el mismo lado, se balancea sin cesar, se bambolea y oscila de derecha a izquierda.

Puños cerrados, contorsionando caóticamente el tronco, Emil hace también todo tipo de cosas con los brazos.

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