viernes, 24 de septiembre de 2010

A SANGRE Y FUEGO de Manuel Chaves Nogales

1ª Edicion, 2010
Editorial: Espasa, Austral
Páginas: 272

Esta novela de Manuel Chaves Nogales se publicó por primera vez en Chile, en 1937, y en España en 1944.

A sangre y fuego es el título de la serie de nueve relatos que Manuel Chaves Nogales escribió sobre la Guerra Civil española. Periodista vocacional y paradigma del intelectual comprometido con su tiempo, el autor se aleja de la demagogia y del fácil maniqueísmo con que suele tratarse esta terrible época de nuestra historia, preocupándose más por el perfil humano de quienes sufrieron dicha contienda que por su faceta política. Es el deseo de imparcialidad el que provoca el estremecimiento en el lector: ni buenos ni malos, ni verdugos ni mártires; tan sólo hay crueldad, absurdo, desorientación y obcecación de unos y otros.

Manuel Chaves Nogales escribió A sangre y fuego en 1937 en Francia, desde el exilio, y constituye una muestra certera de lo que significa la agilidad del periodista al servicio de la realidad y el uso de la literatura como medio de denuncia: son reales las anécdotas y reales los lugares donde ocurren, y es la magnífica prosa del autor un medio más para transmitir esa realidad a veces irónica, otras desoladora. Tal vez por todo esto son muchos los que consideran que A sangre y fuego es, posiblemente, uno de los mejores libros de ficción que se han escrito jamás sobre la Guerra Civil española.

LEIDO por.... Andrés:

Tuve noticias de Manuel Chaves y de su libro, leyendo Las armas y las letras de Andres Trapiello, pasando a engrosar entonces mi lista de libros pendientes

Nueve relatos tremendos sobre la barbarie humana, ambientados en una guerra fratricida. Su nota introductoria nos indica que, aún tratándose de ficción, no están tan lejos de la realidad:
Estas nueve alucinantes novelas, a pesar de lo inverosímil de sus aventuras y de sus inconcebibles personajes, no son obra de imaginación y pura fantasía. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho rigurosamente verídico; cada uno de sus héroes tiene una existencia real y una personalidad auténtica, que sólo en razón de la proximidad de los acontecimientos se mantiene discretamente velada.

Lo más bajo de la naturaleza humana: excesos, vejaciones, cobardías, y asesinatos, conviven en los relatos junto con las mayores heroicidades, sin atender a colores o circunstancias, fiel Chaves a lo que, quizá, el pensaba que fue para muchos la guerra civil:
Y murió batiéndose heroicamente por una causa que no era la suya. Su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese

Relatos estremecedores para entender lo que significó para muchos aquella locura colectiva.

El subtítulo, Héroes, bestias y mártires, se refiere a los protagonistas de estos relatos, y está extraído del primero de ellos:
Tuvo lástima de aquel hombre y de él mismo y de todos los hombres que como ellos guerreaban, morían y mataban, héroes, bestias y mártires sin vocaciones heroica , sin malos instintos y sin espíritu de sacrificio o santidad.

Mi cachico:

Rafael, apartándose de los suyos, volvía de la batalla con una amargura y una tristeza inefables. Las sombras de la noche, que apagando los ramalazos sangrientos del ocaso caían sobre el pueblo, se volcaban también sobre el corazón.
Al doblar la esquina de una calleja solitaria vio un bulto de un hombre que corría hacia donde él estaba y que al verle retrocedía precipitadamente y se parapetaba en el quicio de un portal. Creyó reconocerlo.
-¡Julián!
El fugitivo no respondió.
-¡Julián! -repitió Rafael.
-Déjame paso o te mato -dijo al fin la voz dura del Maestrito.
-Vete -replicó Rafael apartándose -. No creeras que soy capaz de delatarte.
-¡Sois capaces de todo! ¡Asesinos!
Echó a correr el Maestrito y al pasar junto a Rafael le escupió de nuevo.
-¡Asesinos!
Aún no había doblado la esquina cuando se le echó encima una patrulla. Sonaron como palmadas unos tiros de pistola. Las sombras permitieron a Rafael darse cuenta de que los de la patrulla acorralaban al Maestrito y que en pocos segundos caían sobre él y le agarrotaban.
«Ahora le matarán», pensó acongojado.
Pero no. A quien querían matar era a él. Le habían visto ocultándose en el fondo de la calleja y, suponiéndole rojo también y en connivencia don el fugitivo que acababan de capturar, le hicieron una descarga intimidándole a que se rindiese.
-¡Soy de los vuestros! -gritó.
Se le acercaron cautelosamente. Esta vez no le valió su nombre. Junto con el Maestrito se lo llevaron y le hicieron comparecer ante el jefe de la centuria de la Falange, al que no supo explicar satisfactoriamente su presencia en aquella calleja solitaria junto a uno de los más caracterizados cabecillas marxistas, sobre todo después del primer encuentro que por la mañana había tenido con los falangistas en circunstancias análogamente sospechosas. Y a Sevilla se lo llevaron preso junto con el Maestrito y con los rojos que por azar o por conveniencias de información no habían sido fusilados.

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