jueves, 28 de octubre de 2010

EL ASEDIO de Arturo Pérez-Reverte

Edicion, 2010
Editorial: Círculo de Lectores
Páginas: 709

Esta novela de Arturo Pérez-Reverte se publicó en 2010.

Cádiz, 1811. España lucha por su independencia mientras América lo hace por la suya. En las calles de la ciudad más liberal de Europa se libran batallas de otra índole. Mujeres jóvenes aparecen desolladas a latigazos. En cada lugar, antes del hallazgo del cadáver, ha caído una bomba francesa. Eso traza sobre la ciudad un mapa superpuesto y siniestro: un complejo tablero de ajedrez donde la mano de un jugador oculto —un asesino despiadado, el azar, las curvas de artillería, la dirección de los vientos, el cálculo de probabilidades— mueve piezas que deciden el destino de los protagonistas: un policía corrupto y brutal, la heredera de una importante casa comercial gaditana, un capitán corsario de pocos escrúpulos, un taxidermista misántropo y espía, un enternecedor guerrillero de las salinas y un excéntrico artillero a quien las guerras importan menos que resolver el problema técnico del corto alcance de sus obuses.

El asedio narra el pulso asombroso de un mundo que pudo ser y no fue. El fin de una época y unos personajes condenados por la Historia, sentenciados a un vida que, como la ciudad que los alberga —una Cádiz equívoca, enigmática, sólo en apariencia luminosa y blanca—, nunca volverá a ser la misma.

Para ver planos y alguna cosa más, en iCorso.

LEIDO por.... Andrés:

Habiéndome gustado los otros libros leídos de Arturo Pérez-Reverte, especialmente El pintor de batallas, me pareció que éste podría ser un buen regalo, y por eso me animé a comprarlo y a leerlo.

Nos cuenta Pérez-Reverte tres historias en el marco de la Guerra de la Independencia:
  • Los problemas de la guerra, centrados en un artillero francés, el salinero Mojarra y un espía español
  • Los terribles asesinatos de jóvenes, que el comisario Tizón intenta resolver, y
  • La vida social, marina y comercial del Cádiz sitiado, con Lolita Palma y Pepe Lobo, como personajes más importantes.
historias que apenas se entrelazan, pero que nos presentan las caras de una misma situación: Cadiz sitiado por los franceses en 1811

Cuando Pérez-Reverte, al grito de :”¡Amolla escota de mayor!... ¡Larga!, navega a toda vela, con su vocabulario experto y preciso, me marea: “ los hombres corren a largar las candalizas de la vela mayor, que se extiende con un sonoro batir de lona libre mientras, a proa, el foque grande y la trinqueta suben por los estays con las escotas sueltas, dando zapatazos

El relato resulta confuso a veces por desconocer una geografía del lugar donde se desarrolla la acción y que parece ser necesaria por la forma detallada en que esta descrita la historia.

El personaje central es el comisario Tizón, aprovechado, corrupto y torturador, que trata de resolver los asesinatos que a lo largo de la novela se suceden y que son el hilo conductor de esta. Y es quizá, a mi entender, en ésta trama donde más floja resulta la novela, ya que no resulta clara ni la razón de que el asesino se empeñe en cometer estos, ni los razonamientos del comisario que le llevan a la forma en que intenta resolverlos, ni la forma en que éstos razonamientos están expuestos (los diálogos entre el comisario y el profesor Barrull resultan, a veces, confusos y un poco pesados)

Así mismo, la figura femenina central, Lolita Palma, tiene una conducta al final que me ha resultado sorprendente y poco comprensible.

Es en el relato de las escenas de acción, salvo las marinas por lo ya apuntado, cuando me resulta más convincente. El robo de la cañonera francesa está en línea con la mejor literatura de aventuras del autor.

Se lee bien, pero te deja un poco frío. Me quedo con el pintor.

Mi cachico:

—La gente está lista, capitán.
Olor a humo de tabaco, pronto desvanecido en el viento. La silueta delgada y oscura de Ricardo Maraña se destaca en el coronamiento, con la brasa de un cigarro a la altura del rostro. La cubierta empieza a animarse entre sonido de pies descalzos, voces de hombres, crujidos y chirriar de motones y cuadernales.
—Pues disponga maniobra. Nos vamos.
—A la orden.
Se aviva la brasa del cigarro mientras el primer oficial da media vuelta.
—Ricardo... Eh... Piloto.
Un silencio breve. Desconcertado, tal vez. El teniente se ha detenido.
—Dígame.
Su voz delata asombro. Del mismo modo que jamás se tutean ante la tripulación, nunca, ni siquiera en tierra, Pepe Lobo lo había llamado antes por su nombre de pila.
—Va a ser un viaje corto y duro... Mucho.
Otro silencio. Al fin suena la risa del teniente en la oscuridad, hasta interrumpirse en un golpe de tos. El cigarro describe un arco rojizo sobre la borda y se extingue al caer al mar.
—Métanos en Rota, capitán. Después, que el diablo reconozca a los suyos

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